El caso que presentamos en esta tercera parte es el de una paciente joven que acude a la consulta para reponerse el 21 y con la intención de mejorar su estética. Se observa una gran pérdida de volumen de la pared vestibular. El 22 y el 12 están endodonciados y el 11 está intacto (figuras 1, 2, 3 y 4).
Tras el estudio, concluimos que sólo tratando los cuatro incisivos superiores podemos obtener un resultado óptimo.
Decidimos poner un implante en el 21 para poder rehabilitar los dientes de una forma individualizada que siempre queda más estético que otras opciones disponibles, por ejemplo, un puente fijo con los dientes ferulizados. Si fuera de metal cerámica tendría las limitaciones estéticas que todos conocemos y si fuera totalmente cerámico, por ejemplo, circonio, tendría que hacer el laboratorio los conectores del póntico sobredimensionados para dar resistencia a la estructura quedando antiestético.
La decisión de poner un implante conlleva que debe ser rehabilitado con cerámica, por lo tanto, si queremos unificar el material rehabilitador de los cuatro incisivos para que sean iguales, tendremos que poner cerámica en los cuatro.
La cerámica que elegimos es un disilicato de litio (e.max). En los laterales, al estar endodonciados, los rehabilitaremos con unas coronas de recubrimiento total, quedando simétricos sin problemas.
La mayor dificultad se encuentra en los centrales. ¿Cómo podemos rehabilitar un diente natural, en el 11, y un implante, en el 21, para obtener una estética simétrica absoluta?
El tratamiento habitual sería una carilla en el diente natural y una corona, del tipo que fuera, sobre el implante, pero de esta forma siempre se notaría un cambio de uno a otro, al usar distintas rehabilitaciones.