Ministrantes o Sangradores y Practicantes componían la antigua familia dental. Precisamente fueron tres cirujanos ministrantes quienes en el último tercio del siglo XIX fundaron el primer Colegio de dentistas en España en la ciudad de Sevilla allá por el año 1865, constituyendo así la primera corporación en nuestro país bajo tal distintivo o denominación.
Palabras Clave: Corporativismo, Sociedades, Asociaciones, Colegios, Ministrantes, Sangradores, Practicantes, Dentistas, Odontología. Abstract Ministrantes or Bleeders and Practicantes made up the old dental family. In fact three were the ministrantes who in the last third of the nineteenth century founded the first College of Dentists in Spain in Seville in 1865, constituting the first corporation in our country under such mark or designation. Key Words: Corporatism, Societies, Associations, Colleges, Ministrantes, Practicantes, Bleeders, Dentists, Dentistry. 1. Justificación El rey Alfonso XIII por medio de la Real Orden de 27 de mayo de 1930 concedió a los Odontólogos la colegiación obligatoria. Tal y como señala en una de sus obras el doctor González Iglesias (1), arduo fue el camino para culminar tan justa reivindicación. Si bien es cierto que a lo largo de la literatura (2) encontramos someras alusiones a los ministrantes y practicantes, en honor a la verdad hemos de decir que no se ha profundizado sobre el papel que estos desempeñaron en la segunda mitad del siglo XIX en ese largo camino hacia la colegiación. Previamente a la creación del título de Cirujano-dentista, entre las atribuciones de estos cirujanos menores se encontraba el «Arte del dentista». Los sangradores, socialmente aceptados como ministrantes (3), y sus inmediatos sucesores, los practicantes, lucharon desde mediados del siglo XIX por alcanzar la colegiación. Fruto de nuestro trabajo de investigación inédito (4), pusimos de relieve cuáles fueron los precursores de los Colegios de Practicantes en España en la década de 1860 y las razones que motivaron la aparición de dichos colegios, así como los detalles y normas de funcionamiento referentes a estas corporaciones, correspondiendo a Madrid la gloria de ser la primera plaza española donde se creó una Sociedad de Ministrantes en 1860 y a la que seguirían la Asociación de Practicantes de La Coruña en 1865, la Unión de Cirujanos, Ministrantes y Practicantes de Barcelona en 1866, así como la documentación localizada que confirma las intenciones de los ministrantes y practicantes navarros de crear un Colegio de Sangradores y Practicantes en ese mismo año de 1866. Décadas después, incluso se planteó conseguir la estrecha unión de todos los compañeros de España. A este respecto, también dimos a conocer abundante material sobre las dos Asociaciones Nacionales de Practicantes que se gestaron en nuestra patria como fueron la Asociación General de Practicantes de España, surgida a finales de 1884 en Zaragoza, y la Liga de Practicantes de España creada en 1885 y cuyo Comité Central residía en Madrid (5). Al margen de todas estas sociedades, Sevilla acapara toda nuestra atención en este artículo, pues en menos de un año la clase de ministrantes y practicantes de la capital inauguró dos Colegios, uno de Sangradores y Practicantes en 1864 y otro de dentistas en 1865, constituyendo así un auténtico ejemplo para la clase que empezaba a tomar conciencia de la importancia que tenía estar asociada como medio para lograr sus reivindicaciones.
Figura 1. La Voz de los Ministrantes fue el órgano oficial del Colegio de Sangradores de Sevilla hasta finales de 1865. |
2. Material y metodología Ante la escasa bibliografía publicada al respecto, hemos recurrido a la búsqueda activa y localización en diversos archivos, hemerotecas y bibliotecas de fuentes primarias que son nuestro verdadero caudal de información y que han aportado a la investigación el carácter verídico libre de sesgos, necesario para realizar este artículo que ofrece a todas luces datos hasta ahora desconocidos sobre los albores del corporativismo odontológico español. 3. El Colegio de Sangradores y practicantes de la provincia de Sevilla Los Estatutos del Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla datan del 7 de julio de 1864 (6). Dichos estatutos fueron aprobados el 27 de septiembre por el entonces Gobernador Civil de Sevilla don Santiago Luis Dupuy. Un mes más tarde, el domingo día 23 de octubre de 1864, a las dos de la tarde tuvo lugar el acto de inauguración del Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla bajo la competente autorización del Gobernador Civil de aquella provincia. Varios médicos y farmacéuticos asistieron a dicha inauguración, como también un importante número de personas ajenas a la ciencia. Todos fueron atendidos por los nuevos colegiales con dignidad y decoro (7). Excusaron su asistencia al acto en atentas comunicaciones los señores don Juan Cavero, Gobernador Civil de la provincia y don Juan José García Vinuesa, presidente del Excelentísimo Ayuntamiento hispalense. Los individuos fundadores que inauguraron el acto fueron los que a continuación se expresan, siendo mayor el número de colegiales: Don Antonio Díaz, don Manuel María Segura, don Luis Baldaraque, don José María Baca, don Manuel Camacho, don José María García, don Joaquín Cantón, don Antonio León, don Miguel Mingorance, don Diego Sánchez Benavente, don Joaquín Valero, don Manuel Benítez, don Manuel Cardin, don Joaquín Cabello, don Francisco Ruiz Camacho, don Juan Antonio Gómez, don Diego López, don Manuel Castrillo y don Salvador Rey. El discurso inaugural corrió a cargo del presidente del Colegio don Antonio Díaz, practicante mayor del Hospital Central de las Cinco Llagas, vulgo de la Sangre. Este discurso, que por razones de espacio no podemos reproducir íntegramente, fue publicado por la prensa local que se hizo eco de la noticia de la inauguración de un Colegio de Sangradores y Practicantes en la capital sevillana. En su alocución el señor Díaz expresó los móviles que les llevaron tanto a él como a otros compañeros a asociarse haciendo primero un repaso por el pasado la profesión señalando la escasa instrucción recibida por las generaciones anteriores poniendo especial énfasis en el saludable cambio efectuado por la clase mejorando su educación social y literaria: «…comprendemos la manera de efectuar un gran número de operaciones que se nos enseñan y que, aun cuando como auxiliares de las profesiones médicas, realizamos con independencia; y hemos llegado a abrazar el antes desconocido ramo del dentista». Antonio Díaz también aludió a los compañeros que negaron su concurso en el recién creado colegio por motivos tales como la desconfianza de poder alcanzar los objetivos para los que se creó: «… El colegio debe esperar, sin embargo, que desvanecidos ciertos errores y trazando con toda claridad el camino que debe seguir esta corporación, tendremos todos el placer de contar en nuestro seno aun a los más retraídos». Finalizaba su discurso el señor Presidente del Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla expresando el objeto final de la corporación que era el de elevar a la clase de ministrantes y practicantes como entidad científica y social: «… La creación del colegio viene a satisfacer esta necesidad: aquí constituiremos un centro de unión, donde, haciendo abnegación de las pasiones que son inherentes al corazón de la generalidad de los hombres, uniremos todas nuestras fuerzas para conseguir el fin apetecido: aquí crearemos academias, tendremos conferencias sobre asuntos científicos y nos ilustraremos recíprocamente, haciéndonos estimables a los ojos de la sociedad, que siempre sabe recompensar al que se ocupa de cuestiones referentes a su felicidad: aquí estableceremos lazos de confraternidad, tan necesarios para consolidar toda reforma que se refiera al bienestar común y de los individuos en particular: aquí formaremos un núcleo que, con la fuerza que sepamos y queramos adquirir por medio de una buena organización, pueda ser el amparo y defensa de los individuos, menospreciados o maltratados en ejercicio de nuestra noble profesión; y desde aquí podrán partir las justas reclamaciones que con insistencia debemos elevar al Gobierno supremo, en demanda de las mejoras que debe obtener nuestra clase». Tras la lectura del discurso fue constituido el Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla concluyendo el acto. La primera Junta Directiva estaba formada por: • Presidente: Antonio Díaz. • Consiliario primero: Manuel Segura. • Secretario primero: José María Baca. • Secretario segundo: Joaquín Cantón. Todos ellos tomaron posesión de sus respectivos cargos, no lo hicieron así los señores Manuel Valenzuela, Juan Fernández Moyano y José Mota que habían presentado sus dimisiones con fecha de 16 de octubre. Se nombró presidente de honor del Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla a don Juan Cavero, recién estrenado en su cargo de Gobernador Civil de Sevilla. La aparición del Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla coincide con un momento de enorme decepción para la profesión. Las cuatro plazas de practicantes de las dos Casas de Socorro que se acababan de instalar en la capital eran ocupadas –con beneplácito incluido de la administración– por intrusos. Esta terrible lacra era castigada en los propios estatutos del colegio no admitiendo en sus filas a quienes protegiesen a los intrusos u ocultasen las intrusiones en la profesión. Para la buena marcha del Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla se confeccionaron unos estatutos compuestos por 42 artículos repartidos en cinco capítulos, tres disposiciones generales y una transitoria. El artículo primero exponía claramente el motivo por el que se establecía dicho colegio, que no era otro que representar a la clase de sangradores y practicantes de aquella provincia con la intención de fomentar sus intereses morales y materiales, facilitando para ello a sus socios los medios de reunión en su sitio determinado para tratar los asuntos referentes a la profesión. Por tanto, el colegio tenía por objeto: 1. Constituir un centro de unión entre todos los profesores de la capital y de la provincia. 2. Dilucidar algunos puntos prácticos de merecido interés. 3. Defender los derechos de la clase y los de cualquiera de sus individuos en lo respectivo a la profesión. El colegio celebraba sus sesiones ordinarias todos los meses y podían formar parte como colegiales todos los ministrantes y practicantes aún cuando no se hallasen en ejercicio. Estos colegiales a su vez podían ser numerarios si residían en la capital, supernumerarios para el resto de la provincia y honorarios si eran estudiantes de la carrera de Practicante. El colegio estaba dirigido por una Directiva nombrada en Junta General que tendría lugar en el mes de diciembre. La Junta Directiva compuesta por un presidente, un vicepresidente, dos consiliarios, un censor y dos secretarios se reuniría como mínimo una vez al mes. Todos los cargos eran reelegibles renovándose anualmente la mitad de los mismos. Además de Antonio Díaz que continuó como presidente del Colegio en 1866, la Junta Directiva estuvo formada por los siguientes señores con expresión de sus respectivos domicilios (8) : • Vicepresidente: Salvador Rey Pozo, Murillo 15. • Conciliarios: Manuel María Segura, Cuna 73 y; Francisco Moreno, San Pedro 10. • Censor: José Valero, Ancha de la Feria 75. • Secretario primero: Luis Baldaraque y Monroy, Monardes 3. • Secretario segundo: Miguel Mingorance Márquez, Caldereros 14. • Clasificadores: Francisco Ruiz Camacho, Pureza 9 y; José Quintero Naranjo, García de Vinuesa 15.
Figura 2. Los ministrantes Garrido y Valenzuela se anunciaban como Cirujanos dentistas. |
Antes de finalizar el año 1864, el Colegio de Sangradores y Practicantes de Sevilla dio principio a sus trabajos de conferencias o academias. Estas reuniones se repetirían una o dos veces al mes. Correspondió al culto ministrante don Salvador Rey Pozo la apertura de dichas sesiones científicas con la lectura de la Memoria que llevaba por título «Circulación de la sangre» en torno a cuya fecha de presentación existen contradicciones barajándose como posibles los días 18 de noviembre de 1864 y 13 de diciembre de 1864 . Continuando con esta loable iniciativa el 30 de enero de 1865 el colegial don Diego Sánchez Benavente leía la Memoria «Descripción anatómica de la boca en la parte que corresponde al dentista» (11). El Colegio de Sevilla no cesaba en su actividad y en el empeño por conseguir los objetivos que justificaban su razón de ser. Así, el 12 de enero de 1865 la corporación enviaba al Ministro de la Gobernación una carta solicitando el ingreso de la clase en el famoso arreglo de partidos a fin de que se le aplicasen los beneficios que concedía el Reglamento sobre organización de partidos médicos de la Península a médicos, cirujanos y farmacéuticos decretado el 9 de noviembre de 1864 (12). Un grupo de ministrantes y practicantes de Madrid sostenían y publicaban La Voz de los Ministrantes, periódico que acabaría convirtiéndose en el órgano oficial del Colegio de Sangradores de Sevilla (véase figura 1) a partir del número 29 correspondiente al 20 de febrero de 1865. El 1 de mayo de 1865 con el título de El Genuino boletín del Colegio de Sangradores y Practicantes vio la luz este periódico quincenal dedicado al examen teórico práctico de todas las cuestiones inherentes a la profesión y a la defensa de los intereses generales de toda la clase (13) bajo la atenta dirección del Presidente del Colegio don Antonio Díaz que abandonaba su cargo como corresponsal en La Voz de los Ministrantes. Paradójicamente La Voz de los Ministrantes continúo siendo el órgano oficial del Colegio de Sangradores de Sevilla hasta finales de 1865. 4. El Colegio de Dentistas de la provincia de Sevilla No solamente fue noticia la creación en Sevilla de un Colegio de Sangradores y de Practicantes. Meses después, en 1865 se constituía definitivamente el Colegio de dentistas de la provincia (15) con el fin de armonizar y defender los intereses de la clase. Fueron sus fundadores tres cirujanos ministrantes dedicados al oficio dental: don Ignacio Garrido, don Manuel Valenzuela y don Manuel del Pozo (véase figura 2). Con escogida concurrencia tuvo lugar su inauguración el domingo 26 de marzo a las dos de la tarde en la Sala de Sesiones de la Academia de Medicina y Cirugía situada en la Calle de las Armas número 55 (16). Asistieron la mayor parte de los médicos de la ciudad así como también varias comisiones de la Academia de Medicina y Cirugía, del Colegio Médico, de la Sociedad de Emulación y Fomento y de otras corporaciones científicas de la localidad. El Vicepresidente del Colegio, don Manuel Valenzuela leyó su razonado discurso (17) y a continuación el doctor don Antonio Rivera Ramos, que presidía el acto como Presidente Honorario, dirigió la palabra a los nuevos colegiales de una manera digna y respetable, llamándoles a la unión y moralidad profesional, al respeto y consideraciones que deben guardarse entre sí, prometiéndoles el protectorado que anhelaban de la clase médica, si fielmente cumplían los sagrados deberes que se habían impuesto al constituirse en corporción.
Figura 3. Socios del Colegio de dentistas de Sevilla hasta el día de su inauguración. Fuente: Elaboración propia a partir de La Voz de los Ministrantes (1865). |
La Junta Directiva del Colegio de dentistas en 1866 (18) estaba formada por: • Presidente: Ignacio Garrido. • Vicepresidente: Manuel Valenzuela. • Secretario primero: Manuel del Pozo. • Secretario segundo: Estanislao Anaya. • Conciliarios: Antonio Centeno, Manuel del Olmo, Luis Centeno y Ramón Rojas. • Censores: Juan Fernández Moyano y Manuel de Benito. • Bibliotecario: José de Mota. El Reglamento orgánico del Colegio de dentistas de la provincia de Sevilla firmado el 1 de diciembre de 1864 por los fundadores Garrido, Valenzuela y Pozo fue discutido y aprobado en Junta General de socios y autorizado por el Gobernador de la provincia de Sevilla el 2 de enero de 1865. Estaba compuesto de 36 artículos y cuatro disposiciones generales. El objeto del colegio era procurar los adelantos, adquirir la importancia social, la unión y el bienestar de los que profesaban el «Arte del dentista». Establecía tres clases de socios: de número, corresponsales y de mérito. Para poder ser socio de número eran requisitos necesarios ser profesor dentista o sangrador, residir en Sevilla y cumplir los estatutos y mandatos del Colegio. Si además estaban en ejercicio, debían aportar el pago de la contribución industrial. Los socios corresponsales salvo los requisitos para los de número, debían residir fuera de Sevilla. Finalmente podían ser socios de mérito todos los profesores en Medicina y Cirugía y de Farmacia que prestasen algún servicio al Colegio, y los que a juicio de la Directiva debieran serlo. Hasta la fecha de su inauguración, el Colegio de Dentistas de Sevilla contaba con un total de 67 socios entre los de número, los corresponsales y los de mérito (véase figura 3). Entre otros muchos, el doctor José López de la Vega recibió el diploma de socio de mérito del Colegio de dentistas de Sevilla el 13 de octubre de 1865 (19). En la nómina de socios corresponsales se encontraba don Salvador Villanueva, Director de La Voz de los Ministrantes, periódico donde aparecían publicados artículos relacionados con la dentistería, y que acabaría convirtiéndose en el órgano oficial del Colegio de dentistas de la provincia de Sevilla (véase figura 4) a partir de enero de 1866 por acuerdo general de dicha corporación (20), inaugurándose al mes siguiente una «Sección especial» dentro del periódico destinada a publicar todo lo relativo al Colegio de dentistas de la provincia de Sevilla (21). La Voz de los Ministrantes fue el órgano del Colegio de dentistas sevillano hasta la desaparición del periódico en junio de 1867.
Figura 5. Número de socios de los Colegios de Sangradores, dentistas y Sangradores y dentistas de Sevilla (1864-1870). Fuente: Elaboración propia a partir de La Voz de los Ministrantes |
Como ya apuntamos, los señores Valenzuela, Fernández y Mota presentaron la dimisión de sus respectivos cargos en la directiva del Colegio de Sangradores. Meses después todos ellos integraron la Junta Directiva del Colegio de dentistas. Llama poderosamente la atención el hecho de que se establecieran en Sevilla y en tan breve espacio de tiempo dos colegios, uno para sangradores y practicantes, y otro para dentistas, teniendo en cuenta que por entonces para la realización de tareas como la limpieza de la dentadura y la extracción de piezas dentarias fueron autorizados los cirujanos menores o ministrantes y después los practicantes. Esta duplicidad al fin y al cabo, se puede interpretar como resultado de una fisura en el seno de la clase ministrante y practicante sevillana en el intento de algunos de estos profesores dedicados exclusivamente al menester del «Arte del dentista» de desmarcarse o diferenciarse del resto de sus compañeros, iniciándose entre La Voz de los Ministrantes y El Genuino una contienda, por cuyo fin clamaban algunas voces del resto de España. En las páginas de El Genuino de 1 de junio de 1866, suscribía un artículo desde la villa de Azagra (Navarra) don Manuel Collado, acusando al señor Valenzuela de haber provocado la desunión de la clase por su retirada súbita del Colegio de Sangradores y Practicantes la víspera del día de su inauguración, retirada que según Collado era debida a que Antonio Díaz, presidente del Colegio de Sangradores, no accedió a las infundadas exigencias de Valenzuela. Este artículo tuvo contestación tanto en el periódico sevillano como en La Voz de los Ministrantes, en el que Valenzuela se defendía de las acusaciones del señor Collado: «… Sepa el sr. Collado que está en un error, que ni yo exigí antes ni entonces ni ahora nada, absolutamente nada, en beneficio propio y que fué debida únicamente á varios desaires recibidos que me obligaron á adoptar aquella medida, no como un acto de despecho ó de soberbia, sino como el mejor medio de evitar disgustos. …Supone gratuitamente el Sr. Collado que me retiré llevándome algunos incautos, calificación injusta é improcedente por demás; si algunos siguieron mi ejemplo, sepa el Sr. Collado, que no fue por escitación mia sino porque asi lo tuvieron por conveniente y por cierto que, al usar de su derecho no se imaginarían que les iba á ridiculizar tan pobremente. Después hemos constituido el colegio de dentistas, es cierto, pero no por el afán de figurar ni mucho menos con el de provocar la desunión de los profesores… Más aún no he desistido, ni desisto, en la unión del colegio de dentistas con el de sangradores y practicantes, que si no se ha llevado á cabo, no es seguramente por nuestra culpa, sino porque cuando se han acercado á nosotros algunos individuos del colegio de sangradores, lo han verificado como particulares sin comisión ni poder de su corporación, cualidad que como cualquiera comprenderá es indispensable para lo que se convenga y acuerde sea válido…» (23). 5. La unificación: el Colegio de Sangradores y Dentistas de Sevilla. Efectivamente, desde Sevilla se trabajaba por la fusión y refundición de los dos Colegios de Sangradores y Dentistas en uno sólo, hecho que culminó al inició de 1867 (24) cesando El Genuino en su publicación al extinguirse el Colegio de Sangradores del que era órgano (25). El nuevo Colegio de Sangradores y Dentistas de Sevilla en año 1867 contaba con 42 socios y su Junta Directiva estaba formada por (26): • Presidente: Manuel María Segura. • Censor: José Valero. • Vocal primero: Antonio Castrillo. • Vocal segundo: Manuel del Pozo. • Tesorero: Juan Fernández Moyano. • Secretario primero: Luis Baldaraque. • Secretario segundo: José María Baca. A partir de 1868 la cifra de colegiados disminuye a 29 manteniéndose constante hasta 1870 (véase figura 5) año en que desaparece el Colegio de Sangradores y dentistas de Sevilla, concretándose después los profesores de aquella localidad en sostener y publicar el periódico mensual que llevaba por nombre Repertorio dental dirigido por don Manuel Segura y que inició su publicación en 1883 y del que no hemos hallado número alguno. 6. Conclusiones A pesar de la corta existencia que tuvo el Colegio de Sangradores y Dentistas de Sevilla –bien como colegios independientes, bien como colegio unificado– no podemos negar que es el primer referente que encontramos en la historia del movimiento corporativo odontológico en España, aportando su granito de arena hacia la colegiación oficial; como tampoco podemos negar que ministrantes, practicantes, cirujanos-dentistas, odontólogos y estomatólogos, comparten un mismo pasado. A este respecto, concluimos haciendo nuestras las palabras que en su día pronunció el doctor Juan Carol diciendo que «todos son miembros de una misma familia» (28). Por: Raúl Expósito González Enfermero. Hospital General Universitario de Ciudad Real Bibliografía 1. González Iglesias, J. Historia de los Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España. Madrid: Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España; 1981. 2. González Iglesias, J. Historia de la Odontoestomatología Española. Madrid: Ediciones Avances Médico-Dentales, S. L.; 1994. Ustrell i Torrent, J. M. Història de l´odontologia. Barcelona: Edicions Universitat de Barcelona; 1997. Sanz Serrulla J. Historia General de la Odontología Española. Barcelona: Masson, S. A.; 1999. 3. Ávila Olivares JA. ¿Existió realmente una titulación oficial con el término ministrante? Cul Cuid 2010; 27: 12-29. 4. Expósito González R. Cómo empezó todo: los precursores de los Colegios de Practicantes en España. Invest & Cuid. En prensa 2011. 5. Expósito González R. Las primeras asociaciones nacionales de practicantes en España en el siglo XIX. Enfermería de C. Real 2009; 56: 30-33. 6. Estatutos del Colegio de Sangradores y de Practicantes de Sevilla. La Voz de los Ministrantes. 15 Nov 1864; (21): 165-168. 7. Inauguración del Colegio de Sangradores y de Practicantes. El Porvenir. 25 Oct 1864; (4721): 2. 8. Gómez Zarzuela, M. Guía de Sevilla. Sevilla: La Andalucía; 1866. 9. Discurso leído en la primera inauguración científica del Colegio de Sangradores de Sevilla, el día 18 de noviembre de 1864, por su digno e ilustrado socio D. Salvador Rey y Pozo. La Voz de los Ministrantes. 20 Ene 1865; (26): 9-16. 10. Crónica de la capital. El Porvenir. 15 Dic 1864; (4765): 3. 11. Memoria leída en el Colegio de sangradores y practicantes de la provincia de Sevilla en sesión de 30 de enero de 1865 por el colegial Diego Sánchez Benavente. La Voz de los Ministrantes. 20 Feb 1865; (29): 33-38. 12. Variedades. La Voz de los Ministrantes. 31 Mar 1865; (33): 69-70. 13. Crónica Bético-Extremeña. La Andalucía. 2 May 1865; (2275): 3. 14. Crónicas. La Voz de los Ministrantes. 10 May 1865; (37): 103. 15. Crónica de la capital. El Porvenir. 16 Mar 1865; (4844): 3. Crónica Bético-Extremeña. La Andalucía. 23 Mar 1865 (2241): 3. 16. Crónica Bético-Extremeña. La Andalucía. 28 Mar 1865; (2245): 3. 17. Discurso leído el día 26 de marzo de 1865, en la solemne inauguración del Colegio de Profesores dentistas, de la provincia de Sevilla, por su vicepresidente D. Manuel Valenzuela y Rodríguez. La Voz de los Ministrantes. 10 Abr 1865; (34): 76-78. 18. Gómez Zarzuela, M. Guía de Sevilla. Sevilla: La Andalucía; 1866. 19. Variedades. La Voz de los Ministrantes. 31 Oct 1865; (54): 239. 20. Crónicas. La Voz de los Ministrantes. 31 Ene 1866; (63): 23. 21. Sección especial. La Voz de los Ministrantes. 20 Feb 1866; (65): 39. 22. Variedades. La Voz de los Ministrantes. 10 Abr 1866; (70): 77-80. 23. Sección profesional. La Voz de los Ministrantes. 30 Jun 1866; (78): 136-137. 24. Crónica Bético-Extremeña. La Andalucía. 2 Ene 1867; (2780): 3. Crónica de la capital. El Porvenir. 3 Ene 1867; (5311): 3. 25. Crónicas. La Voz de los Ministrantes. 10 Feb 1867; (100): 30. Chaves Rey, M. Historia y bibliografía de la prensa sevillana. Sevilla: Imprenta de Enrique Rasco; 1896. 26. Gómez Zarzuela, M. Guía de Sevilla. Sevilla: La Andalucía; 1867. 27. Martínez Sánchez, J. Arte del dentista. Barcelona: José Serra, editor; 1887. Martínez Sánchez, J. Bibliografía de la Odontología Española. Madrid: Imprenta de La Odontología; 1911. 28. Carol i Montfort, J. Un siglo de odontología barcelonesa (Apuntes para la historia de la odontología en Barcelona). An Med Cir 1962; 3: 532-549.