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«Los jóvenes tienen a su alcance la tecnología digital»

Dr. Enrique Llobell Lleó, Premio Dentista del Año

Nieto, hijo y padre de odontólogos, el Dr. Enrique Llobell Lleó recibe, con sorpresa y orgullo, el Premio al Dentista del Año otorgado por el Consejo General de Dentistas de España. Reivindicativo y luchador, si algo le ha caracterizado a lo largo de su extensa trayectoria profesional ha sido y es llamar a las cosas por su nombre. Por eso, y aunque como él mismo afirma, «mi edad me invite a la jubilación», continúa denunciando los problemas que rodean a la Odontología, a la vez que vuelca sus esfuerzos en una intensa tarea solidaria en Valencia y Senegal.

—Nieto, hijo y padre de dentistas, pertenece a una de las sagas de doctores más prolíficas y activas del actual panorama de la Odontología en España. ¿Qué ha supuesto para usted, en este momento de su trayectoria, la concesión del «Premio Dentista del Año» del Consejo General de Dentistas de España?
—Este premio ha sido un honor para mí y para toda mi familia. Creo que en mi caso, no es un reconocimiento a un solo año de trabajo, y me ayuda a seguir reivindicando la dignidad que merece nuestra profesión.

—Su padre, el Dr. Enrique Llobell Palanca, recibió en 2013 el Premio Santa Apolonia. Siete años después el galardonado como Dentista del Año es usted ¿en qué o en quiénes fue lo primero que pensó al recibir la noticia? ¿Con quién le gustaría compartirlo en especial?
—Fue una sorpresa. No lo esperaba, me llamó el Dr. Óscar Castro para comunicármelo. Pensé en mis padres, ya fallecidos. Les hubiese dado una gran alegría. En especial lo comparto con mis hijos, ambos odontólogos, para que sigan defendiendo los valores que aprendieron con sus abuelos.

—Precisamente, Enrique y Arturo Llobell Cortell componen la cuarta generación de la familia que se dedica, aunque en diferentes facetas, a la Odontología. ¿Qué han heredado de sus predecesores? Y en general, ¿qué cree usted que aportan los profesionales más jóvenes al sector?
—A mis hijos les he enseñado educación. Es la base de la cultura. En la calle se palpa su ausencia. Los dos han sido deportistas de élite y han sabido labrarse su futuro. De las cosas que más lamento es el poco tiempo que les he dedicado. Los jóvenes profesionales tienen a su alcance la tecnología digital y la globalización. Nunca deben olvidar que la Odontología es una profesión sanitaria.

—¿Significa la Odontología en su familia algo más que una profesión? ¿Desearía que haya una quinta generación?
—Mi abuelo entró a trabajar de niño en una barbería. Allí se quitaban muelas. Se hizo protésico dental y después odontólogo. Tuvo dos hijos, uno protésico dental y otro estomatólogo. La Odontología es la vida de mi familia. Sí, me gustaría que hubiese una quinta generación.

—Pese a esta fuerte tradición familiar, ¿se ha imaginado en alguna ocasión ejerciendo otra profesión?
—Pude haber sido piloto. En 1980 gané el campeonato de España de Fórmula Nacional, con un F-3 con motor Seat. Lois, mi patrocinador, me ofreció correr el europeo de F3, pero saqué muy buen número en el MIR. Tuve que decidir, piloto profesional o cirujano. La diferencia económica era de cincuenta a uno. Cogí el uno.

—Como Dentista del Año y en un 2020 tan marcado por los efectos y la incertidumbre que conlleva la pandemia de la COVID-19, ¿cómo cree que el sector dental se está adaptando a este nuevo escenario?
—El sector dental se ha adaptado perfectamente. Somos los profesionales sanitarios menos contagiados. A pesar de ello, la mala información hace que los pacientes acudan menos y con miedo al contagio.

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El Dr. Llobell, acompañado por el Dr. Jesús Álvarez Ayala, fundador y presidente de la ONG «Amigos de Buba» y una paciente.

—¿En qué está afectando a la operativa diaria de su clínica? ¿Cómo se está adaptando tanto su equipo como los pacientes a esta impactante situación?
—Hace ya muchos años que en mi clínica se trabaja como si todos los pacientes tuviesen el SIDA, y de hecho así sucede en Senegal. La trazabilidad inversa en esterilización la utilizamos desde hace muchos años, y el hábito quirúrgico lo tenemos desde mi abuelo, por lo que hemos realizado pocos cambios para atender a los pacientes en la actual situación.

—¿Saldrán los profesionales reforzados de esta crisis sanitaria? ¿Es optimista de cara al futuro?
—Por supuesto que soy optimista. Esta pandemia es mucho más suave que la del siglo pasado, y en las épocas duras se progresa más que en las etapas cómodas. La parte pesimista viene del Gobierno de la Nación. Da la sensación de que le interesa que todos los odontólogos pertenezcan a una sola empresa con control mayoritario del Estado, y que estén adoctrinados y con la mínima formación académica.

—¿Considera que la pandemia marcará un antes y un después?, ¿En qué nivel cree que se sitúa hoy en día la formación de posgrado en España con respecto a otros países?, ¿Resulta sencillo para el odontólogo acceder a una formación de primer nivel en nuestro país?
—No hay razón para que la pandemia marque un antes y un después. La formación de postgrado se resiente igual que la Odontología en general en España por la falta de especialidades y por la masificación. No somos el ombligo del mundo. El acceso a la buena formación es cada vez más difícil. Tenemos muy buenos profesionales, como, por ejemplo, el profesor Miguel Peñarrocha, uno de los que más publican del mundo, pero son un bien cada vez más escaso.

—Estuvo numerosos años compaginando labores hospitalarias como cirujano oral y maxilofacial con el trabajo en la clínica para finalmente decantarse por este último ejercicio, pero ¿echa de menos la parte hospitalaria…? ¿con qué faceta se siente más a gusto?
—Sigo acudiendo a quirófano con regularidad, pero es verdad que he perdido gran parte de la cirugía que realizaba en la Seguridad Social. Por una parte, echo de menos esas cirugías, por otra, haber dejado atrás nuestra deteriorada sanidad pública ha sido un alivio. Creo que cogí el camino correcto.

—Entre otros cargos a lo largo de su trayectoria ha sido usted presidente de la Sociedad Española de Estomatología y Odontología y del Ilustre Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Valencia. ¿Qué balance haría de ambas presidencias? ¿Qué necesidades y aportaciones presentan este tipo de organizaciones para el conjunto de la Odontología y sus profesionales?
—Sin los Colegios profesionales ni las Sociedades Científicas, estaríamos mucho peor. Los usureros de las franquicias y los malos profesionales dominarían a su antojo. Por cumplir con mi trabajo he sufrido detectives siguiéndome día y noche, denuncias, querellas y amenazas a mi familia. En Valencia formábamos un gran equipo con nuestro abogado Ricardo Pérez-Garrigues a la cabeza e íbamos en sintonía con el Consejo. Ahora vivo más tranquilo.

—A lo largo de su trayectoria profesional siempre se ha mostrado muy activo y reivindicativo, paro a día de hoy, y al margen de la pandemia, ¿cuáles diría que son o continúan siendo los problemas más urgentes a solucionar dentro de la Odontología y qué medidas sería necesario llevar a cabo para solventarlos?
Es increíble que no existan todavía especialidades en España. Estamos por detrás de algunos países africanos. Fue mi primera reivindicación en el Consejo, en 2011. La segunda fue frenar el exceso de facultades de Odontología, tan aplaudidas por muchos estomatólogos, que nos ha llevado a la actual situación. No conseguí ninguna de las dos.

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De izda. a dcha., dos generaciones unidas por la Odontología y el deporte, los Dres. Enrique Llobell Lleó, Arturo Llobell Cortell y Enrique Llobell Cortell.

—Y, por el contrario, ¿qué avances más significativos diría que se han producido desde sus inicios hasta ahora?
—Para muchos, el mayor avance de los últimos cincuenta años ha sido la Implantología, pero ha sido un avance con trampa, ya que ha provocado un aumento brutal de extracciones de piezas sanas y mala praxis. Creo que el mayor avance va ligado a la tecnología digital.

—Este premio destaca, además de los méritos que incluyen estudios y trabajos de investigación realizados, el reconocimiento nacional e internacional que haya podido obtener, así como sus valores humanos y ética profesional, el carácter altruista de su actividad profesional ¿desde cuándo lleva usted vinculado al mundo del voluntariado?
—Empecé a tomar contacto con este mundo en el año 2017. Tuve la suerte de contactar con un grupo de compañeros que trabajan en Palma de Mallorca, casi todos jóvenes. Soy con diferencia el mayor, pero me han aceptado y es una de las mejores experiencias de mi vida.

—Concretamente, es usted cooperante de la ONG «Amigos de Buba» desde 2018 y viaja con frecuencia a Warang (Senegal), donde realiza tratamientos odontológicos a las personas más desfavorecidas. ¿Diría que «engancha» la actividad solidaria? ¿Qué le aporta a nivel personal?
—Es muy frecuente oír a los cooperantes que esta actividad ‘engancha’, y es cierto, pues lo que más me ha afectado de la pandemia ha sido no poder ir a trabajar a Warang. A nivel personal, le contaré alguna anécdota. Recuerdo una mujer que llegó de madrugada después de caminar toda la noche por caminos polvorientos. Cogió turno y esperó en silencio mientras todos los hombres que llegaban pasaban delante de ella. Ya de noche la vi y le pregunté si la habían atendido. No, aún no, respondió, tenía un fuerte dolor, pero me dijo que me fuese a descansar, que dormiría en el suelo y esperaría al día siguiente. La atendí inmediatamente, y me costó una fuerte discusión intentar que los hombres respetasen el turno. Allí la vida es muy dura. Cuando vuelvo a España me sobra todo.

—También es miembro de la Academia Pierre Fauchard, ¿cuál es su misión como componente de la misma y qué considera que le aporta dicha organización?
—Fauchard fue el primer cirujano dentista y precursor de la ética en la profesión. La organización mantiene vivo su legado y es un referente para todos los profesionales. Estoy orgulloso de pertenecer a ella.

—Por último, ¿qué proyectos tiene en mente de cara a este próximo año 2021 tan anómalo que está a punto de arrancar?
—A pesar de que mi edad invita a la jubilación, el proyecto de Senegal sigue vivo, y acabamos de enviar tres equipos dentales. Aquí, en España, estoy en contacto con la Asociación de Vecinos de un pequeño pueblo al sur de Valencia, Nazaret, para habilitar una vivienda donde poder realizar Odontología solidaria. Tiempo al tiempo.

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