Para la confección de coronas y puentes desde hace unos 50 años se han utilizado metales aptos para la unión con cerámica, siempre se ha buscado una alta resistencia. El problema era conseguir metales que cumplieran esta función, y sustituyeran a las aleaciones con metales preciosos de alto coste.
Se empezó a investigar con otro tipo de aleaciones en metales no nobles que, manteniendo unas propiedades iguales en dureza, resistencia y estética no encarecieran más la prótesis.
Así aparecieron aleaciones como el cromo-nikel y cromo-cobalto. Las investigaciones sobre nuevos materiales se centraron en los metales semi-nobles; aleación con base de Oro y Paladio. No se sabe si por causa del mercado o aspectos políticos estos materiales también llegaron pronto a alcanzar precios desorbitados, lo que hizo que se siguiera buscando un material de menor coste que cumpliera todas las características descritas anteriormente.
Este objetivo, hizo que las investigaciones derivasen hacia la utilización del Titanio, un material menos costoso y mucho más biocompatible que los anteriores. En este caso el inconveniente no es tanto el valor del producto pero si la alta especialización que se aplica al manufacturarlo.
Hasta este momento solamente se había intentado buscar el material idóneo dentro de los metales, debido a su gran resistencia. Pero la mayor importancia que cada vez se le atribuyen a otras funciones como la estética o la bicompatibilidad ha propiciado un cambio en las tendencias.
Hoy por hoy tenemos a nuestra disposición un nuevo material para la unión con la cerámica, con base de Zirconio, esta resulta ser idónea para las reconstrucciones cerámicas de alta resistencia. Este material es cada vez utilizado por mayor número de profesionales y va ganando terreno a lo convencional, lo que avala claramente sus buenos resultados y marca un camino claro a seguir en la búsqueda de nuevos y mejores materiales.
Proceso de un caso confeccionado con Zirconio y cerámica Cercon.
Coloraciones de Tetraciclina.