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Realidad o utopía de la Formación Continuada en España

El pasado 17 de noviembre, la Ordem dos Médicos Dentistas de Portugal me invitó a participar en una mesa redonda sobre Formación Continuada dentro de su Congreso anual en Lisboa. En Portugal, la Formación Continuada está en plena actualidad, ya que se va a exigir de forma obligatoria para todos los dentistas a partir de enero de 2007.

Sorprende a primera vista que esto vaya a ser así en un país como Portugal, en el que no existe un programa de cursos tan extenso como puede haberlo en España, donde no parece que esa obligatoriedad vaya a darse por el momento. Sin embargo, la capacidad de regulación de la profesión que tiene allí la Orden, dista mucho de la que aquí podamos tener en su equivalente español, el Consejo General. Y baste un ejemplo, los títulos de especialista, que allí sí existen, los otorga la propia Orden. En España, si es que algún día tuviéramos especialidades, sería el Ministerio de Educación y Ciencia quien los expediría.

Y titulo este artículo “Realidad o utopía”, pues en mi charla en Lisboa expresaba mis dudas de que en España pueda llegar a ser obligatoria algún día la Formación Continuada. Mi opinión, y creo que la de la mayoría de los dirigentes de la Organización Colegial, es que debería serlo, a pesar de los problemas que iba a acarrear y del inicial rechazo de algunos compañeros frente a una medida de ese tipo, el cual ya se está viendo en Portugal. Sin embargo, está claro que en una profesión como la nuestra, con innumerables avances y cambios día a día, la formación de postgrado debe ser una parte más de la formación del dentista, que complemente a la adquirida durante la licenciatura, y que se extienda a lo largo de toda su vida activa profesional.

Pero digo que hablar de Formación Continuada obligatoria puede ser una utopía, porque si en nuestra profesión es importante, evidentemente también lo es en la Medicina, y no me cabe ninguna duda de que a quien compete hacerla obligatoria, al Gobierno, le va a parecer que sería más urgente y razonable que lo fuese en los médicos antes que en los dentistas. Ahora bien, al ser la medicina en nuestro país, fundamentalmente pública y de gran calidad (no olvidemos que el sistema público español es uno de los mejores de Europa —a pesar de las listas de espera—, con una Organización Nacional de Transplantes por ejemplo, que es referencia y modelo en todo el mundo), la financiación de la Formación Continuada debería corresponder también, fundamentalmente, al Estado, o más bien a las Comunidades Autónomas, por tener transferidas las competencias en Sanidad y Educación. Y ésta es la utopía amigos míos. Mucho me temo que a pesar de ser tan evidente la necesidad de la misma, tendrá que seguir llevándose a cabo gracias al esfuerzo personal y al sentido de la responsabilidad de nuestros colegas médicos. Y por lo tanto, ¿quién va a pensar en hacer obligatoria una Formación Continuada reglada para los dentistas si no lo es para los médicos?
Pues eso es exactamente lo que ha ocurrido en Portugal y lo que nos hace dudar sobre la respuesta a la pregunta que, a priori, parecería clara. Pero veamos qué es lo que ocurre en Europa. En la Tabla 1 se recoge en qué países es obligatoria la Formación Continuada y las características que tiene en cada uno de ellos, según datos del 2004 recogidos en el “Manual of Dental Practice”, estudio publicado por el DLC (Comité de Liaison Dental de la Unión Europea). Como se puede apreciar, los datos varían mucho, por lo que sería muy difícil armonizarla en toda Europa, y es necesario el consenso de la mayoría de los países para imponerse por la vía de una directiva comunitaria.

En España, últimamente han proliferado infinidad de cursos en todas las áreas, tal vez demasiados, y algunos de ellos son verdaderos “negocios” montados alrededor del hecho de ayudar a formarse a compañeros. Los cursos de Formación Continuada se proveen fundamentalmente a través de las Universidades, de las Sociedades Científicas y de la Organización Colegial, además de algunas empresas del sector, de la propia Seguridad Social, aunque muy escasamente, y últimamente a través de algunas franquicias que imparten cursos para sus propios empleados.

Querría destacar aquí la labor que el Consejo General ha estado realizando en los últimos años con los cursos impartidos en las distintas sedes colegiales y en Madrid a través del “Aula Clínica”. Cada colegio, además de sus cursos propios, cuenta cada año con dos de los ofertados por el Consejo General, cursos que suelen tener un coste mínimo para el colegiado y ningún ánimo de lucro o beneficio para el colegio (incluso hay colegios que ofertan todos sus cursos completamente gratis para sus colegiados).

La filosofía de estos cursos es mantener actualizados a todos los dentistas y tratar de subvencionar a los colegios pequeños o periféricos (Ceuta por ejemplo, jamás podría tener un curso rentable si no es a costa de los posibles beneficios obtenidos en los grandes).

El “Aula Clínica” es algo nuevo y muy atractivo a la vista del gran número de asistentes. Se trata de varios cursos sobre una misma materia, impartidos a lo largo de un año por diferentes profesionales, y centralizados en Madrid, por ser el lugar de más fácil desplazamiento. Tras realizar al menos un 90 por ciento de las horas lectivas, se otorga un certificado de actualización en Endodoncia, Estética, Ortodoncia, Prótesis….

Pero ¿qué cursos son los que más interesan a los colegiados? Los cursos del Consejo se otorgan a los colegios en función de las peticiones de los mismos, y normalmente cada colegio realiza una encuesta entre sus colegiados para conocer sus preferencias y solicitarlos así. Por ello, la Tabla 2 nos puede dar una idea del interés que despiertan las distintas materias, pues refleja todos los cursos que se impartieron durante el pasado año 2004.

En total hubo unos 4.000 asistentes, lo que supone aproximadamente un 20 por ciento de la colegiación. Sería importante recalcar aquí que los cursos del Consejo General están acreditados ante el Ministerio de Educación y Ciencia en función de unos criterios que quedan reflejados en la Tabla 3.

Y deberíamos hablar para terminar de la importancia de la Formación Continuada de nuestro personal, higienistas y auxiliares de clínica, y de la de los protésicos dentales, pues nosotros somos los primeros interesados en que todos nuestros colaboradores estén siempre al día para que nuestro trabajo alcance las más altas cotas de calidad. La atención que prestamos a nuestros pacientes es cada vez más el resultado del trabajo conjunto de varios profesionales entre los que el dentista es el máximo responsable pero que no sería posible sin la alta cualificación de todos. A algunos, como los protésicos por ser profesional autónomo, les compete estar actualizados por su cuenta, y al dentista demandarle que sea así; pero a las auxiliares e higienistas, por formar parte del personal de la clínica o consulta dental, debe de facilitarles y financiarles esa actualización el propio dentista, para quien debería ser una obligación moral.

Y sí lo es para el dentista en cuanto que empresario, ¿qué menos debería ocurrir con las franquicias? Pues resulta que alguna franquicia ha tenido la brillante idea de obligar a sus dentistas empleados a asistir a cursos de formación o actualización que ella misma organiza, pero eso si, pagando la inscripción el profesional. ¡El colmo!

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