InicioNoticiasProtagonistas“PSN es un producto de los colegios profesionales”

“PSN es un producto de los colegios profesionales”

Previsión Sanitaria Nacional, PSN, cumple 75 años. Esta mutua, cuya idea surgió durante la
VIII Asamblea de Colegios de Médicos, celebrada en 1928, de la mano del doctor Pérez Mateos, conserva todavía intactos los objetivos con los que se fundó; aunque naturalmente han evolucionado con las necesidades de seguridad del colectivo de profesionales de la salud para cuya protección se creó.

Promovida por los colegios profesionales, los dentistas son una de las profesiones que más tempranamente se incorporaron a esta mutua.
En la actualidad, PSN mantiene convenios con 12 colegios regionales de odontólogos y estomatólogos: Álava, Albacete, Asturias, Castellón, Córdoba, Guipúzcoa, Jaén, Lugo, Navarra, Salamanca, Segovia y Valladolid.

Pregunta. Previsión Sanitaria Nacional se creó en 1930, ¿cómo se gestó la idea y quiénes la promovieron?
Respuesta. El principal promotor de la idea fue el doctor Pérez Mateos, entonces presidente del Colegio de Murcia, una persona muy preocupada por el mutualismo.

En aquella época no existía una previsión social pública, ni el concepto de “estado del bienestar” de estas últimas décadas. Sólo unos escasos cuerpos del Estado se beneficiaban de una protección oficial. Era el caso de algunos profesores universitarios, algunos médicos de juzgado, forenses, y poco más. La previsión social no tenía mayor alcance.

Como consecuencia, surgió la necesidad de crear un movimiento mutualista profesional, como el que había surgido en otros gremios, en otras profesiones. Brotaron una serie de iniciativas de colegios, de asociaciones, de profesores… que eran las cofradías y los montepíos. Pero la capacidad de estos grupos era muy limitada, y para que el mutualismo fuera eficiente debía contar con una base importante. El doctor Pérez Mateos estimaba que había que contar con unos 3.000 mutualistas para constituir una entidad suficientemente potente que permitiera cubrir todos los riesgos.

En sus orígenes, se creó, fundamentalmente, para la protección de médicos desvalidos, viudas en condiciones de precariedad y huérfanos.

En 1932, en La Coruña, se celebró una asamblea de Previsión Médica Nacional y allí se planteó la incorporación de los farmacéuticos, de los veterinarios y de los dentistas, aprobándose en 1933. Hubo una Real Orden que amplió el decreto de Previsión Médica Nacional dando la posibilidad de incorporarse al colectivo de odontólogos, incorporación que se fue retrasando hasta años después de la Guerra Civil. Con carácter obligatorio y en su totalidad no se concretó hasta 1944.

Ocurre que, entonces, al no existir una facultad de Odontología, los dentistas debían cursar primero estudios de Medicina y tenían una doble obligación, como médicos y como especialistas.

Es en las últimas décadas cuando, con la aparición de las facultades de Odontología, crece considerablemente el número de dentistas y cuando la adscripción a Previsión Sanitaria Nacional, al no tener ya un carácter obligatorio, sino voluntario, sufre un relativo parón.

A Previsión la seguimos entendiendo como un producto de los colegios. Realmente son los colegios profesionales los que crean Previsión Sanitaria. No somos ni más ni menos que un servicio de los colegios a los colegiados.

En la actualidad, Previsión Sanitaria Nacional ofrece planes de pensiones y seguros de todo tipo en el ramo de vida.

P. ¿Cuándo dejó Previsión Sanitaria de ser una mutualidad de previsión social para convertirse en una mutua?
R. Eso ocurrió en 1994. Con la evolución del mutualismo se reveló como más ágil la estructura de mutua. Además, las mutualidades tenían limitada la cobertura de riesgos, ésta era insuficiente; de ahí que se diera paso a la forma de mutua para cubrir más servicios, ofrecer otras prestaciones más amplias.

Pero en 1995 sale la Ley de regulación del seguro privado y las mutualidades y mutuas ya prácticamente se equiparan, con lo que quizás no habría sido necesaria esa transformación. Al mismo tiempo, la propia ley impide la obligatoriedad de estas entidades.

P. ¿Qué conserva todavía PSN de su concepción original?
R. Yo creo que todo. Los objetivos son los mismos, aunque evolucionados, ya que las propias necesidades del colectivo han sufrido una evolución, son muy diferentes a las que tenía en los años treinta. Pero sí hay una serie de contingencias, las pensiones muchas veces resultan insuficientes para las obligaciones que tienen los profesionales de la salud. Estos acceden mucho más tarde al mercado laboral, debido a los años de estudio y especialización que tienen que realizar primero y, como consecuencia, su jubilación tiene lugar a una edad más tardía.

Generalmente, cuando llegan a la edad de la jubilación, tienen todavía obligaciones familiares importantes y la pensión máxima en España es bastante limitada, de ahí la conveniencia de contar con una complementariedad a través de un fondo capitalizador o de un seguro de rentas o de jubilación.

Otro tema que en España no está resuelto pese al estado de bienestar es el tema de la dependencia y de las personas mayores. Hay un terrible vacío en este sentido. Se ha avanzado mucho, es verdad, en algunos aspectos. Por ejemplo, temas de seguridad social, de desempleo, de sanidad… Realmente, en sanidad somos pioneros en prestaciones comparados con los países de nuestro entorno. Sin embargo en temas sociales estamos un poco atrasados, en especial por lo que respecta a los mayores, cuyo número y esperanza de vida se ha disparado. Estas personas no pueden, en muchos casos, ser atendidos por los miembros de su familia como ocurría antes, porque en casi todos los hogares trabajan tanto el hombre como la mujer y, además, las dimensiones de la vivienda media se han reducido mucho.

La sociedad ha cambiado, pero no ha sabido adaptarse a este tipo de cambios. Se da la contradicción de que en la era de la comunicación es cuando estamos más aislados. La sociedad es más fría.

El hecho es que tenemos una deuda muy grande con nuestros mayores, de ahí que Previsión Sanitaria desarrolle un seguro residencial para ellos, que estemos pendientes de la legislación que pueda salir, que se hagan coberturas importantes en el tema de la dependencia porque estamos seguros de que la Administración no podrá cumplir sus necesidades por completo.

También tenemos en proyecto crear una red de residencias para mayores de nuestros colectivos profesionales a lo largo de todo el territorio nacional. Queremos que se encuentren en su ámbito, que puedan salir a la calle y hacer vida normal, conservar el contacto con sus amigos. Porque no hay nada peor que el desarraigo.

Otra necesidad es la de servicios. Como he mencionado antes, nosotros somos un producto de los colegios. Los colegios, aparte del control y la regulación del ejercicio profesional, asumen también una serie de funciones sociales y económicas hacia los colegiados, pero los colegios son pequeñas entidades que rara vez tienen una dimensión y una entidad empresarial suficiente para proporcionar algunos servicios de manera competitiva. En ese sentido, Previsión Sanitaria Nacional puede dar y da servicio a los colegios para que éstos, a su vez, puedan darlo a sus colegiados.

Hablo, por ejemplo, de temas de seguridad informática, de protección de datos, de control de la calidad.

Pero en el tema de la calidad, debemos ser muy específicos a la hora de transmitir la información, hay que difundirla desde una perspectiva más especializada y eso es lo que está desarrollando PSN Prevención y Calidad, que es una empresa dedicada exclusivamente a la consultoría de calidad, para ayudar a implantar un sistema de calidad tanto en Odontología como en Medicina, etcétera.

P. Para este aspecto de la implantación de un sistema de gestión de la calidad, tenemos entendido que están en conversaciones con el Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España. ¿Puede adelantarnos en qué estado se encuentran estas conversaciones?
R. Creemos que quien tiene que elaborar las normas, proporcionar los criterios…, en definitiva, ser el garante de esa calidad es el Consejo General y, naturalmente, los diferentes colegios, porque su misión es velar por un buen ejercicio profesional hacia la sociedad. Entonces, ¿quién puede implantar ese sistema de calidad conforme a las normas que emanen de los colegios o del consejo general? Pues una entidad que cuenta con una implantación a nivel nacional, una estructura consolidada, como es Previsión Sanitaria. Creemos que es una magnífica oportunidad para desarrollar la misión de los dos.

Esta vía de diálogo está avanzando y el Consejo General tiene una normativa que ha sometido a sus órganos como la norma básica para garantizar un correcto ejercicio profesional. En eso estamos nosotros muy interesados porque optaremos a ser los que llevemos a cabo la implantación de esta norma básica, de este protocolo de calidad de la profesión. En este ámbito estamos también trabajando con el sector de Farmacia y con diversos colegios de médicos.

P. Desde su punto de vista, ¿qué importancia le dan a la calidad las clínicas españolas? ¿Diría que queda, en este sentido, un largo camino por recorrer hasta que todo el sector se decida por implantar un sistema de gestión de la calidad?
R. Yo pienso que no, que está ya muy próximo el momento. El concepto de calidad ha irrumpido en nuestro mundo de una manera importante, quizá más asentado en el área empresarial y laboral, en el profesional sanitario.

Creo que hoy en el mundo sanitario no se necesita prácticamente adaptación porque la calidad está contrastada y existe muy buen nivel en el sector sanitario. Quizá sí ha llegado el momento de ejercer un control un poco más importante del que hasta ahora llevábamos.

Ya hay normativa oficial exigiendo una serie de condicionantes para abrir clínicas que hace poco apenas se exigían; pero son requisitos generalmente más de seguridad, donde aparece la ley de protección de datos, la ley de autonomía del paciente… En definitiva, hay unas leyes que, indirectamente, obligan a que los centros tengan implantadas unas medidas de seguridad. Esas medidas de seguridad a veces cogen a los profesionales un poco despistados en la exigencia oficial, o sea, en la demostración de que eso lo están haciendo bien. Y probablemente muy pocos puedan demostrar que están cumpliendo, para eso están las auditorías.

Pero si nos vamos a las normativas de calidad ISO, cumplimos unas normas muy abstractas, muy burocráticas, que de poco sirven al mundo profesional. Por tanto es el momento de que el mundo profesional elabore unas normas específicas y realmente útiles. Además, siendo unas normas especialmente diseñadas por ellos, van a ser mucho más exigentes en el sentido de que van a incitar mucho más a la calidad, con más esfuerzo y menos gasto.

P. Lo cierto es que las informaciones que llegan acerca de las posibles repercusiones de esta Ley de Protección de Datos tienen bastante preocupado al sector. ¿Realmente es tan grave el tema como nos lo pintan?
R. Es difícil porque yo creo que la agencia de protección de datos está actuando de una manera muy subjetiva, máxime cuando no hay unos criterios claros y la propia normativa es terriblemente abusiva en algunos sentidos. Por ejemplo, no se puede considerar el que una empresa tenga su base de datos sin una clave de acceso como si fuera el mismo tipo de infracción que hacer un uso especulativo en una multinacional de bases de datos. Sin embargo, a veces tienen el mismo tratamiento y las sanciones son brutales.

P. ¿Qué tiene que hacer entonces la clínica para evitar ser acusada de una infracción es este sentido?
R. Lo que tiene que hacer es cumplir con unos requisitos básicos de seguridad, de auditoría, y demostrar que se está cumpliendo con la ley. PSN Servicios y Desarrollos Informáticos está dando este servicio a los profesionales implantándoles sistemas de protección de datos y realizándoles las auditorías temporales que acreditan que se está cumpliendo. De esta manera, si se produce una denuncia, estando acreditado se puede, al menos, establecer la presunción de inocencia.

Los profesionales cumplen muchas veces con exceso, pero les faltan las formas, el poder demostrar este cumplimiento, el tenerlo constatado. Nosotros nos encargamos de subsanar esas deficiencias, de instalarle un paquete de gestión que le evite tener problemas.

P. Se habla mucho también del consentimiento informado del paciente, así como de la responsabilidad del médico y del odontólogo a la hora de garantizar el resultado de un tratamiento, ¿cómo percibe usted que está cambiando la relación contractual entre médico y paciente en los últimos años? ¿Esta evolución es positiva o negativa para el profesional?
R. Veo con preocupación el cambio de tendencia en la relación facultativo-paciente, porque creo que se está tecnificando mucho, se está dando mucha importancia a los resultados y convirtiéndose en una cultura casi mediática. Hoy no se concibe que una persona que esté enferma vaya al médico y éste no se lo resuelva. La relación entre el médico y el paciente tiene que ser completamente distinta, en el sentido de que básicamente es una relación de ayuda entre dos personas, una que necesita que le ayuden y otra que “puede” ayudarla. Como médicos, podemos poner los medios, pero no podemos dar garantías. Otra cosa es que se produzca una mala práctica y, de ser así, si existe la posibilidad de una denuncia e incluso de contemplar una sanción administrativa, colegial o judicial. Pero lo que sí está claro es que no se puede garantizar un resultado en algo tan frágil como es la salud y la propia naturaleza humana. Nuestros conocimientos no alcanzan para ello, porque lo imprevisible es norma y está presente. Además, pienso que esta exigencia deteriora la verdadera esencia del acto médico, que es fundamentalmente un acto de confianza.

Hoy se puede ir hacia la ejecución de una medicina, de una odontología, preventiva. Es decir, funcionar por protocolos, con lo cual hemos perdido al paciente como referencia y se le van a practicar una serie de tratamientos o de pruebas sean necesarios o no en su caso concreto. Funcionar por protocolos está muy bien para hacer tornillos, pero no para arreglar problemas de salud.

P. ¿Han tenido ya alguna toma de contacto con la nueva Administración? De ser así, ¿cómo ha ido?
R. Los únicos contactos que hemos mantenido hasta ahora han sido con motivo del RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos).

Desde el año 1995 se ha establecido la obligatoriedad de que los autónomos que se incorporen a partir de ese año, aunque estén sometidos al régimen general, tengan que cotizar al régimen de trabajadores autónomos. Es decir, están sometidos a una doble cotización cuando van a percibir una sola pensión. Se hace la única excepción de aquellos trabajadores a los que la reglamentación de su colegio profesional les obligue a tener una mutualidad.

Previsión Sanitaria Nacional, hasta el año 94, era obligatoria —por sus estatutos—, pero al convertirse en mutua pasó a ser voluntaria. A partir de ahí nos quedamos fuera. En esta profesión donde los ingresos percibidos por la mayor parte de los trabajadores son limitados y donde muchos tienen que seguir trabajando cumplida la edad de jubilación porque todavía tienen cargas familiares, primero, están sometidos a una doble cotización y, además, con otro agravio comparativo y es que, si en ese momento cotizan en el régimen general de autónomos para seguir con su consulta privada, tienen que dejar de percibir la pensión pública.

Hemos tenido contactos con la Administración para intentar buscar una salida a esta injusticia, los iniciamos ya con la Administración anterior. Lo cierto es que el PSOE se mostraba más sensibilizado con este tema cuando se encontraba en la oposición. Incluso habían apoyado una enmienda a la ley de presupuestos, presentada por Coalición Canaria y el PNV para que se nos diera la posibilidad legal y la había apoyado el gobierno socialista. Pero ahora, con las responsabilidades de gobierno…
Por otra parte, ellos están desempolvando el tema de la dependencia.

Al principio, muchas administraciones regionales querían asumir por su cuenta el tema de la dependencia pero, cuando empezaron a hacer números, se echaron para atrás. La dependencia es un tema muy serio y creo que necesitará de la gestión privada, la cual a la larga resulta más económica que la gestión pública. Lo vemos, por ejemplo, en el caso de la sanidad, hay una gestión muy pública y lo muy público termina costando mucho y no siendo tan eficiente.

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