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“El catálogo de competencias que tenemos ha surgido del consenso y esto redundará en un enorme beneficio para todas las facultades”

La Facultad de Odontología de la Universidad Complutense comenzará en el próximo curso 2009-2010 a impartir el nuevo plan de estudios de Odontología, conforme a las directrices europeas del Espacio Europeo de Educación Superior. Pero, para tranquilizar a los estudiantes, el profesor doctor Mariano Sanz Alonso, decano de la Facultad de Odontología de la UCM, comenta que lo que cambia fundamentalmente en las nuevas titulaciones no es tanto cuestión de contenido sino de forma de enfocarlo e impartirlo.

La Facultad de Odontología de la Universidad Complutense comenzará en el próximo curso 2009-2010 a impartir el nuevo plan de estudios de Odontología, conforme a las directrices europeas del Espacio Europeo de Educación Superior. Pero, para tranquilizar a los estudiantes, el profesor doctor Mariano Sanz Alonso, decano de la Facultad de Odontología de la UCM, comenta que lo que cambia fundamentalmente en las nuevas titulaciones no es tanto cuestión de contenido sino de forma de enfocarlo e impartirlo.

Los nuevos planes de estudio se configuran en base a competencias y con un sistema de créditos para medir los resultados que será común a toda Europa. Además, la Universidad Complutense ha escogido llevar a cabo un sistema de adaptación gradual, menos traumático para el alumno.

Un dato fundamental es que el catálogo de competencias no les ha venido impuesto desde el exterior, sino que surge como consecuencia del trabajo conjunto y el consenso de la Conferencia de Decanos de todas las facultades de Odontología de España en estrecho contacto con el Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España. Una forma de garantizar que la propuesta sea más realista, cercana a las necesidades profesionales, y positiva para la universidad en su conjunto.

El profesor Mariano Sanz no sólo preside la Conferencia de Decanos de las Facultades de Odontología Españolas, sino que ha sido designado presidente de la Conferencia de Decanos Europea, como ya recogimos en el número pasado de “Gaceta Dental”.

Pregunta. Cuando queda poco más de un año para lograr la convergencia entre los sistemas nacionales de educación y desarrollar el Espacio Europeo de Educación Superior, en lo que respecta a la Odontología, ¿cómo se está cumpliendo con los plazos?
Respuesta. Prácticamente los plazos están muy cerrados, en el sentido de que solamente hay dos posibilidades, dos convocatorias a elegir por las facultades: o empezar a impartir la nueva titulación en 2009, o hacerlo al año siguiente, en el curso 2010-11, que es el plazo último otorgado por el Gobierno.

Creo que la mayor parte de las facultades van a optar por la primera convocatoria. De hecho, el Gobierno permitió la presentación de propuestas el año pasado y, según tengo entendido, se presentaron tres y las tres fueron rechazadas. En aquel momento tal vez resultaba un poco absurda la presentación de propuestas ya que la ficha técnica para la validación de los planes de estudio no ha salido hasta el mes de julio de 2008.

Ahora, con la aparición de esta ficha técnica tenemos unas reglas claras y resulta mucho más fácil realizar la propuesta.

En la Conferencia de Decanos que se celebró antes del verano en Santiago de Compostela las distintas facultades se decantaron ya por presentarse a una de las dos convocatorias existentes. Como ya he mencionado, la mayoría manifestó su intención de acudir a la primera, en especial las universidades privadas, aunque también un número importante de públicas.
P. La Facultad de Odontología de la Universidad Complutense es de las que ha optado por la primera convocatoria. ¿En qué fase se encuentra en estos momentos?
R. La validación es un procedimiento complejo en el que intervienen, en primer lugar, los órganos internos, es decir, los de la propia universidad. Y es en el punto en que nos encontramos nosotros ahora. Hemos elaborado una propuesta que debe ir avalada por la Junta de Facultad (afortunadamente, en nuestro caso, la propuesta fue aprobada por unanimidad) y ahora es la Universidad la que tiene que aprobar la propuesta realizada por la Facultad de Odontología. Esa es la fase del proceso en que estamos, y el plazo de que disponemos, por lo menos en la Comunidad de Madrid, es hasta el 30 de enero. Como máximo en esta fecha tienen que estar las propuestas ya aprobadas por los órganos de cada universidad y presentadas en la Comunidad. A partir de ese momento, la ANECA hará una valoración de calidad y, una vez que esta agencia dé su aprobación, será cada comunidad autónoma la que registre los planes de estudios. Por lo tanto, de enero a marzo o abril es el tiempo de que dispone la ANECA para dar a validación de todos los planes de estudios (se ha comprometido a hacerlo en unos dos meses). Teniendo en cuenta que se trata de una agencia nacional, nuestra impresión es que lo va a tener muy difícil, va a encontrarse con un volumen enorme de trabajo.

Después, le llegará el turno a la Comunidad de dar el visto bueno para que todos los procedimientos de matriculación estén en marcha en septiembre y los alumnos se puedan matricular.
P. Desde su punto de vista, el grado de responsabilidad asumido por las universidades a la hora de definir los nuevos títulos de grado adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior, ¿ha resultado enriquecedor?
R. Mucho, porque una de las características innovadoras que presentan estos planes de estudio es que se han organizado a través de competencias. Esto nos ha exigido que el punto de partida para la elaboración de la propuesta haya sido definir claramente las competencias y tenerlas muy en cuenta a la hora de establecer los contenidos, actividades, sistemas de evaluación… Por lo tanto, la mentalidad de elaborar un plan de estudios ha cambiado completamente: el punto de partida ya no son los objetivos del profesor para elaborar su programa educativo, sino la meta que tenemos que alcanzar con el alumno para que llegue a desarrollar esas competencias a nivel profesional.

Una de las ventajas con que hemos contado es toda la labor previa que hicimos en la elaboración del Libro Blanco y en la discusión y acuerdo con el Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España en el catálogo de competencias. Gracias a esto, cuando hemos tenido que elaborar la propuesta poseíamos ya una enorme experiencia y teníamos a nuestras espaldas una serie de horas de discusión sobre cómo tenía que adaptarse el plan de estudios al Espacio Europeo de Educación Superior.

Por lo tanto, podemos decir que hemos perdido cinco años, pero en realidad los hemos invertido en este proceso de discusión que nos ha venido muy bien para que la propuesta definitiva fuera muy meditada, muy elaborada y, al final, muy consensuada.
P. También parece ser que los propios estudiantes van a tener una mayor participación en la vida universitaria. Incluso se ha creado un Consejo de Estudiantes Universitarios que podrán participar en las decisiones que se tomen y que les afecten.
R. Los estudiantes tienen sus cauces de representatividad claramente establecidos en las universidades. Los estatutos de cada universidad velan por que la participación estudiantil esté presente en cada toma de decisiones. El problema que tenemos muchas veces es que la elaboración de los planes de estudio requiere de unos conocimientos técnicos muy importantes. Acabo de mencionar que llevamos cinco años hablando en términos de créditos, transferencias, de competencias, de resultados de aprendizaje…, y es difícil entrar en toda esta jerga, a los estudiantes les cuesta mucho, pero yo creo que tienen una magnífica voluntad de trabajo. Sin embargo, también creo que tienen cierta preocupación, porque a lo largo del bachillerato no han participado de estas nuevas tecnologías de la educación y, de repente, de ser sujetos pasivos en materia de educación, ahora se les viene encima una nueva etapa en la que ellos van a tener que responsabilizarse en parte del proceso educativo. Van a tener que trabajar más, aunque su trabajo va a ser más interesante.

Todo este cambio afecta a los alumnos en la misma medida que a los profesores y gran parte de la inquietud que genera todo este proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior se debe a que entramos en una dinámica educativa nueva, y ni a los profesores se nos ha orientado sobre cómo tenemos que instaurar estas nuevas tecnologías de aprendizaje, ni los estudiantes tienen ese entrenamiento. Si ya de por sí es muy grande el paso del bachillerato a la universidad, esto lo va a hacer todavía mayor. Yo creo que la revolución en la educación debe empezar mucho antes.
P. Evidentemente, va a ser un cambio enorme para quienes pasen del bachillerato a la universidad. Pero, ¿cómo van a afectar los nuevos planes de estudios a los estudiantes que se encuentren ya cursando sus estudios universitarios cuando se implante la nueva titulación? ¿Cómo va a modificar su manera de trabajar? ¿Se les está orientando en este sentido?
R. El Ministerio nos da libertad a las universidades para que optemos entre hacer una adaptación lenta y progresiva o bien una adaptación "de golpe". En nuestro caso, nos hemos decantado por la adaptación lenta y progresiva, de tal manera que el estudiante que este año ha comenzado el primer curso va a poder hacer toda su carrera con el plan anterior. El que comience el año próximo ya tiene que entrar con el plan nuevo.

Siempre va a existir el problema de un pequeño porcentaje de estudiantes (que en nuestro caso está entre el tres y el cinco por ciento) que repiten. Para este pequeño porcentaje ya hemos establecido un sistema de pasarelas para que puedan pasarse de un plan a otro, siempre que lo soliciten, porque el estudiante tiene la libertad de mantenerse en el plan que ha comenzado por ley. Por lo tanto, no creo que vaya a ser un cambio muy traumático.
P. Para los que han comenzado este año, por ejemplo, ¿qué opción puede ser mejor para ellos, pasarse al plan nuevo, perdiendo un año, o mantenerse en el antiguo?
R. En Odontología, las materias no son tan diferentes. Lo que hemos hecho es transformar un grupo de asignaturas pequeñas en materias un poco más grandes, pero los contenidos son muy parecidos, tampoco es que vayamos a revolucionar la enseñanza de la Odontología. Se trata más de entrar en unas reglas de juego diferentes, como es el utilizar créditos europeos o el que las competencias sean la base de la formación universitaria, pero los contenidos no pueden ser diferentes.
P. Y, a la hora de ejercer su profesión, ¿no van a estar en desventaja los odontólogos formados en base al plan de estudios actual con respecto a los que se preparen con el nuevo?
R. Yo no creo que vaya a haber una gran diferencia. Como en todo proceso de transición, el nuevo sistema tiene que engrasarse y probablemente requiera un esfuerzo por parte de los profesores y de los alumnos, pero no creo que la diferencia vaya a ser tan notoria. Pienso que la formación odontológica actual es la que es: buena en algunos centros, muy buena en otros y, a lo mejor, menos buena en otros. Esas diferencias van a seguir existiendo, porque dependemos, fundamentalmente, de infraestructuras, de la calidad de los profesores, de la organización de unas clínicas odontológicas que tengan el suficiente número de pacientes y de recursos. La formación en sí no tiene por qué ser muy distinta.

En mi opinión (y es una opinión muy personal) yo creo que vamos a mejorar, pero no creo que el producto final vaya a ser fácilmente discriminable entre "los de antes" y "los de después".
P. ¿Qué opinión le merece el sistema de créditos europeos, los ETCS, para medir los resultados logrados por el estudiante en su proceso de aprendizaje? ¿Le parece un sistema objetivo y cree que resultará eficaz? ¿Qué ventajas e inconvenientes puede conllevar?
R. La gran ventaja que tiene el sistema es que todo está medido, tanto lo que el estudiante emplea en la adquisición de conocimientos, en las prácticas clínicas o las prácticas de laboratorio y lo que el estudiante emplea en estudiar, en examinarse, en hacer sus trabajos. Por lo tanto, el sistema de medida no está basado en las horas que emplea el profesor en impartir su materia, sino en las que emplea el estudiante en aprender. Y yo creo que será un sistema más eficaz para racionalizar el proceso educativo. Y, sobre todo, al tener el mismo sistema implantado en toda Europa, permitirá evaluar y juzgar cómo emplean su tiempo los estudiantes nuestros que vayan a otros países del entorno comunitario, al igual que los estudiantes de otros países que vengan a cursar parte de su carrera en España.

Por supuesto, igual que nos costó adaptarnos al euro como nueva moneda, nos costará hacerlo al crédito europeo, pero el resultado final será positivo.
P. ¿De qué tiene que ser consciente el estudiante con respecto al sistema de créditos europeos?
R. Fundamentalmente, de que tiene que adoptar una actitud mucho más activa en su aprendizaje. Hasta ahora, la obligación del estudiante era asistir a clase, tomar apuntes, hacer sus prácticas y aprobar los exámenes. Esto no ha cambiado mucho en los últimos sesenta años.

De lo que se trata con este proceso es de que los profesores sean mucho más tutores y el estudiante tenga un papel más activo en la búsqueda de información. Tendrá que dedicar muchas horas de trabajo, de biblioteca, internet, utilizar las bases de información para encontrar esta información, organizarla y digerirla, por supuesto, apoyado por sus profesores.

El estudiante también no sólo tendrá que realizar sus prácticas de laboratorio y clínicas, sino que tendrá que demostrar que lo hace bien, que es competente en los procedimientos que se le exijan. Por lo tanto, los procesos de evaluación también serán diferentes. De hecho, una de las cosas que nos exigen los nuevos planes de estudio es cuantificar la evaluación, cuantificar qué peso le damos al aprendizaje de conocimientos, a las competencias, a las actitudes…, y todo eso tiene que estar ya en la propuesta del plan de estudios, porque será lo que los futuros procesos de acreditación evalúen.
P. Hasta ahora nos hemos centrado en las dificultades y retos que se van a encontrar los estudiantes con el nuevo plan de estudios, pero ¿y los profesores? ¿Qué problemas se están encontrando o se van a encontrar? Y, sobre todo, ¿están satisfechos, en general, con los cambios que se han presentado en la propuesta?
R. Creo que las dificultades son claras y creo que las actitudes son dispares. Hay profesores que están ilusionados, mientras que otros se sienten un poco frustrados. En esta diferencia de actitud se puede apreciar, en ocasiones, un componente de edad, porque a un profesor que lleva, por ejemplo, treinta años enseñando, y probablemente de una manera muy eficaz, cuando tiene la perspectiva de que le quedan pocos años de carrera docente le cuesta mucho emprender una adaptación para esos últimos años.

Además, independientemente de que instauremos cambios en los procesos educativos, es obvio que el profesor carismático y el que tiene capacidad de transmisión de conocimientos, de empatizar con los estudiantes, ese profesor va a ser bueno con independencia del método.

Creo que el proceso educativo nuevo va a depender menos del profesor y más del proceso y de los estudiantes. Pero, lógicamente, nosotros, los profesores, vamos a tener que adaptarnos. Aquí, en la Universidad Complutense llevamos prácticamente cinco años organizando cursos para los profesores en nuevas tecnologías. Y es sorprendente la capacidad de adaptación que tenemos, hay personas que, pese a no haber mostrado una buena actitud al principio, luego se han adaptado maravillosamente.

También tenemos que entender que nuestra carrera es eminentemente práctica, por lo tanto, ya llevábamos trabajando en enseñanza para la resolución de problemas y en enseñanza por competencias muchos años.
P. Recientemente, la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, ha presentado al Consejo de Universidades un nuevo proyecto, denominado "Estrategia Universidad 2015", que pretende modernizar el sistema universitario español en 7 años y solucionar sus debilidades. ¿Qué le parecen, a grandes rasgos, las medidas propuestas por el Ministerio, son factibles? ¿Poco o muy revolucionarias?
R. Se trata de un proyecto un poco controvertido, aunque es un proyecto que tiene mucho sentido, porque está ocurriendo de manera similar en todas las universidades europeas.

En España, como en otros países, nos hemos encontrado con el problema de la atomización de las universidades. En determinadas comunidades autónomas, incluso ciudades, han surgido universidades pequeñas que no tienen el tamaño mínimo para que sus resultados tengan impacto en la sociedad.

Hoy, cuando se evalúa la calidad de la educación, hay que utilizar indicadores comparativos entre todos los países. Igual que se emplea el informe PISA para evaluar la calidad de la educación primaria y secundaria, hay informes que evalúan la calidad de la educación universitaria, como puede ser el informe Shangai y otros. En éstos, siempre la universidad española sale muy mal valorada, al igual que las demás universidades europeas, en general. Y esto se debe a que son muy pequeñas y tienen poca capacidad de presentar resultados globales importantes. Hay países como Reino Unido y Francia que se han tomado esto muy en serio y han empezado a converger. De hecho, en Francia hay polos regionales donde cinco e incluso diez universidades se han unido en una sola. En el Reino Unido, en el área de Londres, siete universidades se han unificado.

Lo que pide la ministra es que hagamos un ejercicio parecido.

Yo pienso que es difícil, porque la idiosincrasia de nuestra organización regional hace que todas las comunidades e incluso todas las ciudades tengan que tener su propia universidad.

El proyecto de la ministra, sobre el papel, tiene todo el sentido, trata de mejorar la productividad y la capacidad de devolver a la sociedad lo que la sociedad está invirtiendo en universidades públicas, y yo lo apoyo al cien por cien. No creo que tenga mucho sentido el que una ciudad como Madrid cuente con seis universidades públicas. Pero va a ser muy difícil conseguir esa unificación.
P. Usted era ya presidente de la Conferencia de Decanos de España de Facultades de Odontología y ha sido nombrado recientemente presidente de la Conferencia de Decanos de Europa. ¿Cuál es la función de las Conferencias de Decanos y en qué consiste la labor del presidente?
R. La Conferencia Europea de Decanos se organiza alrededor de la Asociación Europea de Educación Odontológica. Más que una conferencia es un foro para que los decanos de toda Europa nos reunamos para discutir problemas comunes. También vamos a tratar de crear cursos de formación sobre temas de gestión, ya que los decanos de odontología somos dentistas que, por las circunstancias académicas, nos convertimos en gestores. A veces tenemos que manejar presupuestos importantes y gran número de personal, tenemos que tratar procesos de toma de decisiones para los que no estamos entrenados. Esto no sólo ocurre en España, sino en toda Europa, sobre todo ahora que tenemos unos sistemas de evaluación de calidad y de acreditación muy estrictos.

Por tal motivo, con esta conferencia de decanos vamos a tratar de crear sistemas de retroalimentación para que los decanos tengamos una buena formación en aquellas cuestiones que tienen muy poco que ver con la Odontología en sí.

Además, ese foro va a tratar de vincularse con las conferencias de decanos de cada país, ya que, especialmente en los países grandes, hay unas conferencias de decanos fuertes y que tienen gran capacidad de toma de decisiones. Se intentará coordinar que algunas de las decisiones o resoluciones puedan beneficiar también a los decanos de otros países.

Trataremos también de canalizar, si podemos, vinculaciones de relaciones con la industria, recursos europeos…
P. Para terminar esta entrevista, ¿hay algún aspecto que se nos haya pasado por alto y desee comentar?
R. Simplemente, me gustaría resaltar que, en todo este proceso, ha intervenido de una manera muy positiva el Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos. El Consejo General creó una comisión que dirigía el profesor Esteban Brau Aguadé, de Barcelona, en la que también han estado muy involucrados los doctores Alfonso Villa Vigil y Juan Antonio López Calvo. Esta comisión ha trabajado muy estrechamente con la Conferencia de Decanos. Así conseguimos hacer una propuesta de competencias común al Ministerio, y el Ministerio, al evaluar que era una propuesta conjunta, nos la ha aceptado. Por lo tanto, el catálogo de competencias que tenemos no nos lo han impuesto desde fuera, ha surgido del consenso y esto redundará en un enorme beneficio para todas las facultades, independientemente del color o los recursos económicos de cada una.
P. ¿Es usted, entonces, optimista con respecto a que todos estos cambios redundarán en una mejora de calidad de la universidad española?
R. Sí, pero el problema que tenemos es que todo esto tiene que venir acompañado de una financiación adecuada y de unos recursos humanos e infraestructuras apropiadas. No es el caso de la Universidad Complutense, ya que disponemos de buenas infraestructuras y recursos humanos, pero, obviamente, esto no ocurre en la mayoría de las facultades pequeñas y de reciente instauración. En estas facultades, ¿cómo se va a desarrollar este catálogo de competencias si no disponen de los medios adecuados?
Porque las competencias son las mismas para todos, pero Odontología es una carrera muy instrumental que requiere equipamientos, que requiere pacientes. Y si no tenemos las suficientes instalaciones, los profesores adecuados, el suficiente equipamiento y los pacientes adecuados para realizar las prácticas, vamos a encontrar muchas dificultades para cumplir los objetivos de estas propuestas.

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