Acaba de tomar las riendas de la Sociedad Española de Odontología Digital y Nuevas Tecnologías con un objetivo claro: lograr que la digitalización llegue a toda la Odontología española. De este modo, trabajará junto a su equipo para integrar la Odontología digital de manera estructural en la formación académica y orientar a los profesionales sobre las oportunidades que les abre esta forma de abordar el día a día en la clínica y en el laboratorio.
—Ha asumido recientemente la presidencia de la Sociedad Española de Odontología Digital y Nuevas Tecnologías (SOCE). ¿Cuáles son los principales objetivos que se ha marcado al frente de la organización?
—El objetivo principal es lograr que la digitalización llegue a toda la Odontología española. No quiero que se quede en algo esporádico, presente solo en algunas facultades, sino que se convierta en un lenguaje común en toda la profesión.
Como profesional vinculado a la universidad, creo firmemente en el papel de las instituciones académicas en este proceso. Por ello, hemos comenzado a convocar a distintos profesores, especialmente aquellos que están en primera línea enfrentándose a los retos del día a día en la Odontología. Con ellos buscamos establecer un plan de acción para desarrollar programas de formación en el ámbito digital.
Queremos evitar que la falta de formación básica sea un obstáculo y, en su lugar, conseguir que todos los profesionales hablen un mismo idioma en términos digitales. Esto facilitará la integración de la tecnología en todas las especialidades odontológicas. Es importante aclarar que no somos una sociedad enfocada en cirugía, prótesis, estética u ortodoncia, sino en nuevas tecnologías. Somos una sociedad “friki”, apasionada por la tecnología, y nuestro objetivo es hacer que esta pasión llegue al mayor número posible de personas.
Para lograrlo, la formación es clave. Es fundamental que el mensaje cale entre los profesionales y que sientan la necesidad de sumarse a este cambio. Pero también es cierto que esa formación debe estar disponible y adaptada a la realidad actual de la Odontología. En el último congreso de SOCE en Barcelona, que tuve el honor de presidir, organizamos la segunda mesa de universidades. A partir de ahí, surgió un equipo de trabajo que ahora se está ampliando progresivamente para analizar el proceso de digitalización en las universidades, identificando sus retos y limitaciones. No solo en las universidades privadas, que suelen tener mayor facilidad para la toma de decisiones e inversión en tecnología, sino también en las públicas, que necesitan herramientas para acceder a ciertos recursos tecnológicos. Nuestro objetivo no es implantar directamente estos cambios, sino proponer una hoja de ruta que permita desarrollar una estrategia conjunta. No se trata de incluir una o dos asignaturas sueltas, sino de integrar la Odontología digital de manera estructural en la formación académica. La realidad es que la digitalización ya está aquí: algunos profesionales navegan con ella, otros se sienten desbordados y hay quienes aún no saben cómo afrontarla. Dado que las situaciones y presupuestos son muy diversos, queremos ofrecer una orientación tanto a nuestros socios como a aquellos que no lo son, centrándonos exclusivamente en nuevas tecnologías.
Hace años, la inversión en tecnología digital era muy alta, pero hoy en día hay recursos de gran calidad y los costes, aunque siguen siendo elevados, ya no son tan inaccesibles como antes. Nuestro reto es ayudar a estructurar este proceso para que más profesionales puedan acceder a la transformación digital.
—¿Quiénes le acompañan en el equipo de trabajo?
—En la vicepresidencia está Luis Ilzarbe, en la secretaría y tesorería contamos con Bárbara Pamies y Santiago Dalmau como vocal. Además, está el Dr. Joan Faus, de Valencia, y Javier Medina, de Madrid. También contamos con Juan Carlos Palma, técnico dental. Y hay otro miembro más, Juanjo Iturralde, que
ya formó parte de la junta de SOCE y quiero recuperarlo para el equipo. En general, la junta directiva está formada por amigos. Concibo la Sociedad como un club de personas que disfrutan trabajando juntas en algo que realmente nos divierte.
—¿De dónde le nace el interés por el mundo digital?
—Desde siempre me ha apasionado la tecnología y las innovaciones. Hace unos 7 u 8 años empecé a trabajar con el sistema CEREC. En aquel momento, la inversión era enorme, pero decidí lanzarme. Siempre les digo a mis amigos que hice un “estudio de mercado”, aunque en realidad fue como taparme los ojos y saltar sin pensarlo demasiado. Aun así, creo que fue una de las decisiones más acertadas de mi carrera, porque cambió por completo mi forma de entender la Odontología y me ayudó a mejorar.
«No es malo hablar de rentabilidad en los tratamientos, pero esta no se basa únicamente en el beneficio económico, sino también en la optimización del tiempo»
A mis alumnos les explico que pueden trabajar con lupa, pero cuando ves un escaneo de tus tallados, realmente tomas conciencia de los detalles. El escáner magnifica tanto que te obliga a calibrar tu propio trabajo y darte cuenta de si algo está bien o mal. En definitiva, te ayuda a corregir errores y mejorar. Además, optimiza el tiempo de trabajo, ya que permite corregir fallos en el momento, evitando que el paciente tenga que acudir a más citas de las necesarias. Esto, a su vez, se traduce en mayor eficiencia y rentabilidad.
No es malo hablar de rentabilidad en los tratamientos, pero esta no se basa únicamente en el beneficio económico, sino en la optimización del tiempo. La Odontología Digital da un vuelco a la manera de entender la Odontología tradicional. En la actualidad, lo complicado empieza antes de tratar a un paciente. La toma de registros permite la creación de un “avatar dental” a partir del cual podemos planificar y simular cualquier tipo de tratamiento antes de realizarlo. Esta posibilidad nos permite no cometer los errores del pasado; seleccionando el plan de tratamiento más adecuado, sin sorpresas, y siempre teniendo en cuenta el criterio y las expectativas del paciente, ya que él, a diferencia de en la odontología tradicional, participa activamente en este proceso.
La Odontología digital también es una herramienta de valor y de diferenciación, ya que el profesional digital es capaz de mostrar al paciente el resultado de un tratamiento antes de comenzar el mismo. Por lo tanto, una de las ventajas que más caracteriza a los profesionales digitales es la predictibilidad de sus tratamientos, ya que, gracias al uso de distintos hardwares y softwares, el clínico es capaz de realizar tratamientos con gran precisión y seguridad, mejorando la experiencia de los pacientes y consiguiendo, de esta manera, el éxito profesional.
Eso sí, siempre lo repetimos en los congresos: la tecnología no resuelve por sí sola los problemas clínicos. Hay que saber Odontología y, a partir de ahí, utilizar las herramientas digitales como un complemento para mejorar la práctica.
—¿Qué significa realmente ser un profesional digital?
—Puedes adquirir un escáner, una impresora 3D o cualquier otra tecnología, pero si no la integras en tu flujo de trabajo y en tu forma de pensar, solo tendrás un pisapapeles muy caro. Ser digital implica un cambio de mentalidad. Significa entender que las herramientas digitales están ahí para mejorar tu trabajo y optimizar los procesos. El problema más común al dar el salto a lo digital es el miedo al cambio. Muchas personas piensan: “A mí me va bien con los métodos convencionales” o creen que una impresión de silicona no puede ser igualada por un escáner. Sin embargo, el escáner sí puede hacerlo, aunque con una diferencia clave: la silicona permite ciertos ajustes que, en digital, requieren un mayor nivel de precisión.
Siempre les digo a mis alumnos: lo que tú no ves con tus ojos, el escáner tampoco lo verá. Antes, la silicona se introducía en los surcos y el laboratorio podía compensar algunas imprecisiones al preparar el modelo. Con el flujo digital, el enfoque cambia: hay que escanear correctamente, utilizar software adecuado, planificar cada caso y digitalizar completamente al paciente. Ya no trabajamos con modelos de yeso, sino con archivos digitales, y eso implica modificar nuestra forma de abordar el trabajo.
Es un proceso similar al cambio de hábitos en la lectura. Hay quienes siguen prefiriendo leer el periódico en papel, mientras que otros han migrado por completo a dispositivos como el iPad. Yo mismo sigo siendo del papel, pero entiendo que la transición es necesaria. Lo mismo ocurre en Odontología: si no das el paso ahora, llegará un momento en el que la profesión habrá evolucionado tanto que ponerse al día será mucho más complicado. Eso sí, esto no significa que haya que abandonar por completo los materiales convencionales.
«La digitalización es una aliada clave. Permite estandarizar la calidad en un nivel alto»
—La tecnología como aliada, no como amenaza. ¿Esta frase ha calado entre la comunidad odontológica o sigue existiendo cierto miedo a “perder” el trabajo?
—Estoy convencido de que la tecnología es una gran aliada. Siempre hablo de la optimización del tiempo, pero va más allá. Los laboratorios con los que trabajo, tanto en la universidad como en mi clínica y en otras clínicas con las que colaboro, operan con procesos totalmente digitales. De hecho, hoy en día quedan muy pocos laboratorios que trabajen exclusivamente con métodos convencionales. Incluso si llevas una impresión de silicona, lo primero que harán será digitalizarla para continuar todo el proceso en un entorno digital.
Por eso, creo que la digitalización es una aliada clave. Permite estandarizar la calidad en un nivel alto. Antes, un laboratorio tenía que contar con un técnico excepcional para alcanzar estándares muy elevados, lo que generaba una gran diferencia entre los dentistas de élite y los profesionales de consulta diaria. Ahora, los dentistas top seguirán destacando porque siempre habrá manos prodigiosas, pero la digitalización permite que cualquier profesional pueda alcanzar un nivel de excelencia que antes era mucho más difícil de lograr. Las nuevas tecnologías son una ayuda imprescindible en la práctica diaria, en todos los aspectos.
—Si los beneficios de la digitalización son claros, la curva de aprendizaje cada vez menos acusada… ¿qué hace que la digitalización en clínicas y laboratorios no sea más notable? ¿Pesa mucho la inversión?
—Yo creo que la digitalización ya es una realidad. Hace 7 u 8 años, cuando hablaba de aquel “estudio de mercado” en el que me lancé a ciegas, éramos muy pocos los que apostábamos por ello. En mi caso, tenía una clínica pequeña, de un solo box, y viéndolo en retrospectiva, fue una auténtica locura.
Hoy en día, la situación es muy diferente. Existen escáneres de altísima calidad que permiten desarrollar procesos digitales muy eficientes y, además, ya no tienen los precios de hace unos años. Incluso los escáneres considerados top son mucho más accesibles. Asimismo, hay empresas de renting que facilitan esta transición. En mi caso, nunca he contado con grandes sumas de dinero para invertir de golpe, por lo que siempre me he apoyado en el renting para poder acceder a la tecnología necesaria.
La digitalización no solo está transformando el trabajo de los dentistas, sino también el de los laboratorios, las empresas de renting y los depósitos dentales. La oferta en el mercado es cada vez más amplia. Desde SOCE, nuestro objetivo no es decirle a nadie qué hacer, sino proporcionar herramientas para que cada profesional pueda tomar sus propias decisiones y asumir el riesgo, tal como lo hicimos nosotros en su momento. Lo importante es entender bien de qué va todo esto y tener la información necesaria para avanzar con seguridad.

—¿Cuál cree que ha sido la herramienta digital más revolucionaria en el ámbito odontológico?
—Para mí, los escáneres han supuesto una revolución tremenda. La radiología ya se había digitalizado desde hace tiempo, pasando de las antiguas placas de plomo a sensores y software. Tecnologías como el CBCT ya estaban integradas en el flujo digital, pero la posibilidad de tomar una impresión sin necesidad de utilizar materiales de impresión tradicionales ha cambiado por completo la experiencia tanto para los profesionales como para los pacientes. En mi clínica, por ejemplo, sigo teniendo silicona, pero prácticamente no la uso. Cada cierto tiempo reviso las fechas de caducidad y me doy cuenta de que se han vencido porque apenas las utilizo. Aun así, siempre mantengo en stock por si se va la luz o hay alguna emergencia.
Mis auxiliares a veces me dicen: “Doctor, la silicona está caducando”, y mi respuesta siempre es la misma: “Eso significa que hemos cambiado la mentalidad y que estamos implementando los procesos digitales casi al 100%”. Sin embargo, todavía hay detalles que estamos ajustando. Por ejemplo, en mi clínica, para algunos modelos de estudio, los auxiliares siguen utilizando alginatos, y muchas veces soy yo quien termina escaneando esos modelos. Ahora, una de mis colaboradoras, que también es dentista, ha comenzado a escanear, lo que es un gran paso. Sin embargo, esto nos lleva a otro punto: la legislación. Actualmente, los higienistas no pueden realizar escaneos, lo que sería una mejora importante en la optimización del flujo de trabajo en las clínicas. Quizás en el futuro, la normativa se adapte para permitir que más profesionales puedan incorporar esta tecnología en su labor diaria. Seguimos trabajando con normativas creadas cuando todo era convencional. Sin embargo, la digitalización ha cambiado muchas cosas.
Hoy en día, escanear modelos de estudio no supone un gran misterio, y los escáneres son cada vez más precisos y rápidos. No vinculo necesariamente la rapidez con la calidad, pero es un hecho que los dispositivos actuales han simplificado mucho el proceso.
Otra cuestión distinta es el escaneo para férulas, prótesis u otros procedimientos más complejos, que deben ser realizados por un profesional cualificado. Del mismo modo que los higienistas pueden tomar impresiones convencionales, podría evaluarse si también podrían encargarse del escaneo en ciertos casos.
Revisar las competencias no debería ser un problema, pero esta decisión no depende solo de nosotros. Desde nuestra parte, seguramente propondremos este cambio y enviaremos solicitudes al Consejo de Dentistas para que considere la actualización de competencias en el ámbito de la Odontología digital. Estoy convencido de que los propios higienistas también verían con buenos ojos la posibilidad de ampliar sus funciones dentro de este campo.
—La inteligencia artificial, la impresión 3D y la realidad aumentada están revolucionando el sector dental. ¿Cómo ve la integración de estas tecnologías en la práctica diaria en clínicas y laboratorios dentales?
—Cada vez que hablo con personas que están entrando en el mundo de la inteligencia artificial, me doy cuenta de lo rápido que está evolucionando. Es un avance increíble y, además, nos está ayudando. Hay dos formas de ver la tecnología: puedes plantarte frente a ella con miedo, pensando que va a aplastarnos y que la inteligencia artificial acabará controlándolo todo, o puedes preguntarte cómo puede ayudarte en tu día a día. Lo importante es aprovechar las herramientas y adaptarlas a los procesos.
El flujo de trabajo en mi clínica no es el mismo que en otras, y lo que me funciona a mí puede no ser útil para otro profesional. Sin embargo, cada uno debe adaptar la tecnología a su metodología y criterio. No hay que temerle a la inteligencia artificial. En el último congreso de SOCE, por ejemplo, hubo dos ponencias dedicadas a este tema, en las que se abordó su aplicación en historias clínicas y su capacidad para optimizar la gestión de datos y diagnósticos.
Mis auxiliares me preguntaron si con este software iba a prescindir de su trabajo. Les respondí que no, que su labor simplemente se redirigiría. Si reducimos el tiempo de ciertos procesos, podemos acabar antes la jornada y mejorar la eficiencia general. Ese es el verdadero objetivo: optimizar todos los sentidos.
—Las herramientas digitales también han cambiado la relación entre el odontólogo y el paciente. Algo que tiene dos caras. ¿Cómo manejar las expectativas de un paciente, a menudo muy informado (y no siempre bien)?
—Antes incluso de digitalizar todo y de llegar a la clínica, los pacientes ya pasan por Dr. Google. Muchos llegan con ideas preconcebidas sobre su tratamiento, indicándonos lo que creen que necesitan e, incluso, diciéndonos qué deberíamos hacerles. Este tipo de pacientes siempre ha existido y seguirá existiendo.
Por otro lado, hay pacientes que realmente quieren informarse mejor y entender su tratamiento. En estos casos, las herramientas digitales nos ayudan a demostrar de manera clara cuál es el plan a seguir. Más allá de explicar el tratamiento, a mí me resulta muy útil para que el paciente recuerde cómo llegó a la clínica.
«Puedes adquirir un escáner, una impresora 3D o cualquier otra tecnología, pero si no la integras en tu flujo de trabajo y en tu forma de pensar, solo tendrás un pisapapeles muy caro»
Las expectativas van cambiando a medida que avanza el proceso y, a veces, cuando llevan seis meses con provisionales, pueden olvidar cómo estaban al principio. Por eso, mostrarles imágenes del estado inicial, del progreso intermedio y de la meta final ayuda a repasar el proceso y a mantener una perspectiva realista.
Además, la digitalización permite que el paciente tome decisiones con más información. Antes, simplemente confiaban en la palabra de su dentista o médico, pero ahora podemos demostrarles cómo será el tratamiento. Eso sí, hay que recordar que seguimos tratando con seres biológicos y que, aunque se puede prever y minimizar riesgos, siempre pueden surgir imprevistos. Esto se ha visto claramente en ortodoncia con los alineadores. Antes de empezar, el paciente puede visualizar cómo se alinearán sus dientes y, durante el proceso, se realizan recaptaciones para comprobar si se está siguiendo el plan o
si es necesario ajustarlo. Esto aporta un mayor control y una trazabilidad mucho más precisa de los tratamientos. En definitiva, la digitalización se ha convertido en una herramienta fundamental.
—Teniendo en cuenta el ritmo acelerado de la transformación digital y los avances tecnológicos en Odontología, ¿puede el doctor Chávez esbozar cómo será el futuro de la práctica odontológica en los próximos años?
—Veo un futuro apasionante para la Odontología. Por ejemplo, mi hija acaba de empezar su primer año de carrera, y estoy convencido de que cuando termine quinto y empiece a ejercer, va a disfrutar muchísimo con todos los avances que están por venir.
La tecnología avanza rápido, pero si te subes a ese tren, disfrutas del proceso. En el camino te estrellarás contra alguna pared, tomarás decisiones que luego tendrás que corregir, pero eso no significa que sea un fracaso, sino simplemente una oportunidad para ajustar el rumbo. Creo que lo que viene es una Odontología llena de posibilidades y dinamismo. Antes, el trabajo se desarrollaba entre cuatro paredes: dentista, auxiliar y paciente. Ahora, la Odontología está mucho más conectada. Si tienes dudas sobre un caso, puedes consultarlo con compañeros en tiempo real, hacer sesiones técnicas online, enviar diseños y modelos sin necesidad de ir físicamente al laboratorio. Antes, eran muy pocos los dentistas que visitaban los laboratorios; ahora, aunque no sea imprescindible, es fundamental mantener una comunicación constante con el técnico.
Hoy en día, puedes recibir en el móvil un diseño en 3D a través de WhatsApp, visualizarlo y hacer correcciones al instante. También puedes tomar fotos de alta calidad para documentar casos o compartirlas con el laboratorio en tiempo real. Hace unos años, esto era impensable. Estamos ante una Odontología mucho más dinámica, en la que todos los profesionales participan activamente en el proceso, colaborando de una manera que antes no era posible.
—En el ámbito de la Odontología digital, la industria juega un papel clave. Desde SOCE, ¿cómo se va a fomentar e impulsar esta conexión tan importante entre empresas y profesionales?
—La industria es fundamental para el desarrollo de la Odontología digital; es un sector que invierte grandes cantidades de dinero, tanto en el desarrollo de productos como en la parte comercial y en su presencia en congresos.
Por eso, creo que también debemos cuidar a la industria, porque hablamos de una relación recíproca. Es cierto que las empresas sacan constantemente nuevos productos, pero, a diferencia de antes, cuando simplemente se lanzaban al mercado, hoy la mayoría de ellas trabajan con equipos multidisciplinarios en
los que participan dentistas e ingenieros que aportan su experiencia en el desarrollo. Muchos compañeros míos son beta testers de distintos softwares y dispositivos. Prueban herramientas y ofrecen feedback a las empresas, comentando qué aspectos mejorar o qué funcionalidades añadir. Y es curioso ver cómo, en cuestión de meses, esos productos evolucionan con las características que los profesionales demandaban.
La gran diferencia con el pasado es que ahora todo ocurre en tiempo real. Antes, para que el feedback de un dentista llegara a la empresa y se tradujera en un cambio, podían pasar uno o dos años. Hoy, con un simple clic, los desarrolladores reciben la información de los usuarios casi al instante. Muchas empresas nos preguntan directamente en las universidades, invierten en estudios y están en constante movimiento para adaptarse a las necesidades del sector.
Y no solo hablamos de los fabricantes, sino también de los depósitos dentales, que desempeñan un papel clave en la distribución. Ellos apuestan por ciertos productos y su labor es hacerlos llegar a los profesionales, lo que implica una inversión en formación, demostraciones y soporte técnico. En definitiva, la conexión entre industria y Odontología es más estrecha que nunca, y ese vínculo es clave para la evolución del sector.
Si observamos el panorama internacional, la Odontología española es reconocida por su alto nivel. En muchos países de Europa y Sudamérica nos ven como referentes, y aunque no manejo cifras exactas, creo que España es uno de los países que más ha integrado la digitalización en la práctica odontológica. Aprovechemos esta ventaja y sigamos creciendo juntos.
SOCE y la formación continua
“Vamos a hacer una pequeña reestructuración en el capítulo de la formación porque queremos que esta llegue a todo el mundo”, destaca el Dr. Chávez. “Nuestro objetivo es proporcionar el ABC de la digitalización, generar interés y hacer que los profesionales comprendan de qué estamos hablando. Existen muchas universidades y centros de formación que ofrecen cursos sobre digitalización, pero desde SOCE lo que buscamos es despertar la curiosidad y dar las bases necesarias. Para lograrlo, vamos a invitar a grandes expertos. Queremos llegar al dentista de barrio, aquel que quizás percibe la digitalización como algo inaccesible. Queremos mostrarle que no es un proceso complicado ni inalcanzable y que cada uno puede adaptarlo a su propia medida”, aclara. Desde la Sociedad, ya se está trabajando en una de sus citas clave con la formación continua: su Congreso anual. Su próxima edición, se celebrará a finales de enero de 2026 en Madrid.