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Atrofia ósea y deformidades dentofaciales: cómo la Cirugía Maxilofacial mejora la función y la estética

Hoy, 13 de febrero, se celebra el Día Mundial del Cirujano Maxilofacial, una fecha para poner en valor la labor de estos especialistas en la salud oral y estética facial. Un día en el que también se pretende divulgar, por ejemplo, cómo mejora la calidad de vida de los pacientes la corrección de una deformidad dentofacial o una reconstrucción ósea en casos de atrofia severa.

Y es que, su labor abarca todas aquellas enfermedades que ocurren en la boca, la mandíbula, la cabeza y el cuello y requieren de una intervención quirúrgica. Tanto patologías adquiridas (por un tumor, de origen traumático…), como por degeneración o envejecimiento. Esto incluye problemas tan habituales en la población general como los de mordida, «hasta asimetrías faciales y otras anomalías que pueden causar, tanto problemas funcionales como dificultades para masticar, hablar o respirar, además de afectar la estética facial. Cuando el problema de mordida o de estética facial es de causa esquelética (de los huesos faciales), por mucho que desee tratar de forma aislada con movimientos dentales (ortodoncia), no podremos alcanzar la excelencia», explica el Dr. José Ferreras, director médico de las Clínicas MAEX Ferreras de Ferrol y A Coruña.

«Es importante la labor de diagnóstico previa por parte de los especialistas en ortodoncia para detectar aquellos casos en los que la ortodoncia, de forma aislada, no va a ser la solución al problema del paciente. Estos pacientes requieren un tratamiento combinado de cirugía y ortodoncia», añade el cirujano maxilofacial gallego.

Los problemas de mordida son un problema de salud oral frecuente. Las maloclusiones (el mal encaje entre los dientes inferiores y superiores) no son solo un problema estético, sino de salud, ya que pueden causar dolores y molestias en la articulación temporomandibular (ATM); dificultades para abrir y cerrar la boca; problemas para hablar, morder, masticar y tragar los alimentos; y hasta insomnio o fatiga, entre otros.

«Dentro de lo que llamamos deformidades dentofaciales (las que afectan a la forma de morder y a la estética facial), como buen gallego, he de decir que la frecuencia depende de factores como la región geográfica, la raza… Por ejemplo, lo más habitual en el País Vasco son las clases III (pacientes con la mandíbula excesivamente prominente) y en otras zonas de raza caucásica serían las clases II (pacientes con mentón excesivamente pequeño). Para resolver estos problemas está la cirugía», aclara el Dr. Ferreras.

La labor del cirujano maxilofacial abarca todas aquellas enfermedades que ocurren en la boca, la mandíbula, la cabeza y el cuello y requieren de una intervención quirúrgica

La intervención quirúrgica, que se encarga de corregir la posición de los huesos faciales y conseguir una mordida adecuada, va a tener efectos beneficiosos, también, a la hora de comer (al permitirles masticar de forma correcta, mejorando la digestión), fonación… «Pero, además, mediante estas intervenciones podemos resolver, desde una sonrisa gingival (pacientes que como consecuencia de un exceso de crecimiento vertical del maxilar superior, enseñan más encía de la que sería ideal al sonreír), a una mordida abierta (pacientes que al intentar cerrar la boca, no logran juntar los dientes), pasando por la retrusión mandibular (sensación de tener el mentón excesivamente hacia atrás), prognatismos mandibulares (sensación de tener el mentón excesivamente hacia delante) o lo que denominamos «cara corta», como consecuencia de un maxilar pequeño (al sonreír nunca enseñan dientes) o mentón corto y retraído y «cara larga» (por excesos de crecimiento vertical de los huesos de la cara)», relata.

En sus más de 20 años de experiencia, el Dr. Ferreras ha encontrado en la tecnología un gran aliado para mejorar la estética y la calidad de vida de los pacientes: «Hoy en día planificamos todos nuestros casos de forma tridimensional mediante el empleo de softwares de análisis facial, que nos permite prever qué cambios estéticos se van a producir en los pacientes. Además, el uso del escáner 3D facial y un software específico permite tratar cada caso de manera personalizada con precisión milimétrica».

Atrofia ósea y su impacto en la calidad de vida

Las atrofias óseas se producen porque la pérdida de los dientes conlleva inevitablemente la reabsorción progresiva del hueso alveolar en el maxilar y la mandíbula. En esta pérdida de hueso influyen factores como la enfermedad periodontal previa (piorrea) que afecta hasta al 90% de la población, o la presencia de prótesis dentales mal ajustadas, dando lugar a la atrofia ósea, que hasta hace poco impedía llevar implantes y prótesis fijas.

Las grandes atrofias óseas afectan a la calidad de vida de quienes la padecen porque «es innegable que la estética es cada vez más importante, y una bonita sonrisa es una parte imprescindible de una buena imagen personal. Sin embargo, la conservación de las propiedades funcionales de la boca (tener en buenas condiciones las encías, la dentadura completa y otros tejidos blandos, y contar con la densidad ósea suficiente para sujetar la estructura facial) es esencial para mantener la armonía facial» reconoce el cirujano maxilofacial gallego. «Al perder un diente, la masa ósea de los maxilares se atrofia y, con el paso de tiempo, esta degradación afecta al conjunto de la estructura bucodental (se pierde firmeza en los tejidos, cae la punta de la nariz, adelgazan los labios, se incrementan las arrugas de expresión y efecto mentón de bruja, entre otras repercusiones en la estética del rostro)», advierte.

Sin embargo, los avances médicos permiten hoy en día resolver problemas como la periimplantitis y los casos «desahuciados», considerados las «bestias negras» de la Implantología, ya que, hasta hace relativamente poco, cuando había pérdida ósea no se podía reponer la pieza perdida.

No obstante, hoy existen alternativas. «Tras un diagnóstico adecuado y valorando la mejor posición en la colocación de los implantes, independientemente de la disponibilidad de hueso, en los casos atróficos podremos abordar las soluciones de 2 formas, o bien mediante injertos de hueso, restituyendo la anatomía perdida (injertos fijados con tornillos, particulados, elevaciones de seno…); o bien modificando la forma en la que colocación los implantes con distintos grados de angulación aprovechando los arbotantes y estructuras anatómicas mas adecuadas: implantes angulados tuberositarios, zigomáticos y las estructuras periósticas», explica el director médico de las Clínicas MAEX Ferreras de Ferrol y A Coruña.

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