Otra «fatalidad», aunque en este caso, mejor catalogarla de anécdota, le ocurrió a Jayne Haggett, una mujer de 54 años que al despertarse de buena mañana descubrió que su cocker spaniel era el único culpable de haber devorado, a traición, su dentadura postiza mientras ella dormía.
Su último recuerdo, antes de que sus dientes desaparecieran, fue que comió unos snacks al irse a la cama. A la mañana siguiente, y mientras buscaba su añorada dentadura, Jayne notó que su perro de un año llamado Barney, actuaba de manera sospechosa. Fue al jardín y descubrió en el césped el recipiente de plástico donde guardaba su dentadura todas las noches, pero éste estaba vacío.
Ahora deberá esperar un mes para obtener una nueva dentadura que, sin duda, tendrá que dejar lejos del alcance de su perro.