No dejo de sorprenderme. Leo que, según un reciente estudio de la Fundación iO, se registra una muerte a la semana por los selfis. Caídas desde alturas, accidentes en medios de transporte o ahogamientos son las principales causas de los fatales desenlaces de quienes buscan la foto más impactante, aquella que registre más «me gusta», que se convierta en trending topic o que cope el universo hashtag.
En medio de la incredulidad, que me hace cuestionar en muchas ocasiones la inteligencia humana, me topo con una advertencia del Consejo General de Dentistas de España. A raíz de la erupción del volcán de Cumbre Vieja en La Palma, la isla bonita que, involuntariamente abre telediarios desde hace semanas, han proliferado informaciones sobre la posibilidad de elaborar con la ceniza volcánica pastas dentífricas caseras, además de noticias sobre sus virtuosas propiedades.
Y, aunque es cierto que el polvo grisáceo que cubre buena parte de la isla se puede emplear para varios fines, no hay evidencia científica que demuestre la eficacia y seguridad de estas partículas para nuestra salud oral. Es más, se sabe que pueden causar daños en el esmalte dental. Así que mucho cuidado con estos inventores y gurús que, cuando hablamos de salud, de quién hay que fiarse es de los profesionales sanitarios. Ellos son los auténticos influencers (me cuesta escribir tal obviedad, pero la realidad me obliga a hacerlo).
Otra muestra de esta locura que nos invade, y también vinculada al diente, es la peligrosa moda de TikTok –la red social más pujante de los últimos meses– de los brackets falsos, dispositivos que los usuarios de esta red se colocan con fines meramente estéticos para lograr un look diferente. Hay incluso tutoriales en YouTube para aprender a hacer, colocarse ¡y pegarse! estos brackets caseros.
Esta que os escribe, que los luce, como tiene que ser, por recomendación de su dentista y que también lleva más de un año «sufriéndolos» –no os enfadéis los ortodoncistas, pero ya sabéis de lo que hablo– se queda literalmente ojiplática. Y si solo fuera esto…
Está el reto que consiste en andar sobre cajas de leche apiladas unas encima de otras y que ha provocado más de un traumatismo severo, el «blackout challenge» expresión que esconde la descabellada acción de atarse objetos al cuello para dificultar la respiración con el fin de llegar al desmayo –causó la muerte de un niño de 12 años– o el «scalp popping», una idiotez que se basa en tirar con fuerza de un mechón de cabello para provocar un fuerte chasquido en la cabeza, «hazaña» que puede derivar en peligrosas úlceras en la «testa», me temo que, en estos casos, hueca.
A veces me cuestiono si «estas modas» no me pillarán algo mayor, pero la duda o reflexión me dura un instante. El sentido común no tiene edad ni fecha de caducidad.
Pero, un momento, que me lío con mis cosas y al final no lanzo el mensaje que tenía en mente para esta última carta abierta de 2021, un año en el que hemos ido recuperando poco a poco la vida. Y éste no es otro que desearos a todos unas muy felices fiestas y un 2022, por encima de todo, lleno de SALUD. Yo, de momento, he tachado de mi lista de excesos navideños el turrón duro para no hacer visitas extra a mi ortodoncista.