En nuestra trayectoria de casi treinta años como consultores al servicio de los empresarios del sector dental hemos sido testigos de su evolución. Hemos visto la creación de muchas clínicas, cuyos artífices pasan hoy de los cuarenta años, y también asistido a la desaparición de otras tantas.
Esta situación traumática, en algunos casos, y liberadora en otros, no es más que el reflejo de la vida misma. Ejemplos de ello los encontramos en todos los sectores. Dos o tres crisis económicas relevantes, durante las cuales hubo que «apretarse los machos», y muchas y diferentes realidades nos han permitido conocer y trabajar con un colectivo que, con sus peculiaridades, es hoy una parte importante del movimiento empresarial de este país.
Aún habiendo visto y asistido a un número elevado de situaciones individuales y formatos societarios de todo tipo, la realidad que atendemos en cada clínica en la que prestamos servicio nos indica algunas constantes que permanecen inamovibles con el paso del tiempo, independientemente del tipo de clínica que se trate.
Son un conjunto de factores comunes a todas ellas, tales como la alta formación de los profesionales, la apuesta por un servicio de calidad, la constante búsqueda de la mejora, la incorporación de tecnología de vanguardia, etc. Pero, en esta ocasión, quiero detenerme en un factor clave, el espíritu competitivo o de superación. Quizás sea ésta una cuestión sociológica o genética, pero, en cualquier caso, es una constante que se manifiesta como un problema en muchas clínicas del país.
Cuestión de educación
La Universidad de Harvard está considerada una de las mejores escuelas del mundo. Los estudiantes que son aceptados allí suelen ser los mejores y más brillantes de su clase. Sin embargo, una vez que son admitidos y comienzan el curso, encuentran una dura realidad con la que muchos nunca se habían enfrentado antes: son solo otros estudiantes más.
Se topan con un entorno hipercompetitivo rodeados de estudiantes del mismo nivel. Siempre habían estado acostumbrados a ser los más brillantes, pero lo de ser una estrella tratando de destacar entre los demás, en Harvard no funcionaba. Muchos de ellos, en su esfuerzo por competir para ser los mejores, cayeron en la oscuridad. Un estudio descubrió que el 80% de los estudiantes comenzaron a experimentar signos de depresión.
De hecho, y debido a una época en la que hubo varios intentos de suicidio asociados al estrés y presión que sufrían los estudiantes hace dos décadas, la universidad puso en marcha un programa para evaluar su estado emocional durante su estancia en Harvard y hasta terminar el doctorado.
En este centro, un curso de postgrado puede superar los trescientos mil dólares. Los alumnos soportan una deuda que se intenta pagar a través de trabajos a tiempo parcial o con créditos que arrastrarán durante muchos años. La forma de evitar que un estudiante de Harvard comprometa su futuro por esta situación, pasa por ser de una familia que lo pueda asumir o estudiar de forma que los resultados en las notas, le permitan conseguir una beca.
Durante la investigación descubrieron que cuando los estudiantes se aferraban a la vieja fórmula del éxito, al competir para ser mejores que sus compañeros, en realidad estaban socavando su enorme potencial. Los investigadores encontraron claves importantes para ayudar a los estudiantes a encontrar su potencial sin ser muy competitivos y sin experimentar agotamiento.
Espíritu dental competitivo
Al igual que en Harvard, en la vida profesional también se generan cargas que vienen dadas por el espíritu competitivo de muchos. En el sector dental, las personas con espíritu competitivo son mucho más que el músculo de las organizaciones. Son, claramente, un motor de emprendimiento y liderazgo, aunque ese espíritu mal gestionado puede ser generador de ansiedad, frustración o propagador de un mal clima laboral.
Hay profesionales competitivos que consiguen que toda la estructura de la empresa circule alrededor de su figura, promoviendo la creencia de que la clínica solo funciona bien si están presentes. A partir del momento en que no están físicamente en la clínica, el equipo, los pacientes y la rentabilidad lo notan. Las cosas van mal si nos las hacen ellos, no pueden enfermar, ni coger vacaciones, si no es a costa de la facturación y la pérdida de control.
En las empresas dirigidas por personas competitivas, no solo es importante mantener un marco de relaciones favorable para la mayoría, sino que se hace necesario tener un sistema que identifique y elimine la dependencia de dichas personas paulatinamente.
un perfil competitivo mal gestionado puede ocultar el miedo al fracaso
Un perfil competitivo mal gestionado puede ocultar el miedo al fracaso. Si el valor de este tipo de profesionales se basa en los resultados, es lógico pensar que toleren mal los errores propios y mucho peor los ajenos, por lo que no será fácil que deleguen funciones en colaboradores poco fiables a sus ojos y que sobrecarguen a las personas de su confianza, generando incompetencia o agotamiento, el conocido como «Principio de Peter». Y si la tensión y el miedo son muy intensos pueden llegar a darse situaciones de bloqueo o de evitación.
Si la persona competitiva en cuestión es conocedora de su debilidad y está en disposición de aceptar el cambio en un proceso de mejora, es bueno intentar que reflexione acerca de los temores que hay detrás de su conducta, el modo en el que encajan en una cultura empresarial y la forma de afrontarlos. Ésta no es una teoría que se pueda aprender solo con el estudio, se debe contar con entrenamiento y acción.
Llevamos muchos meses en los que la incertidumbre es una invitada a la mesa todos los días. Si se está en una situación permanente que se percibe como de riesgo, una de las primeras manifestaciones de la ansiedad es la conducta competitiva. El hecho de creer que no te puedes fiar de nadie, manteniendo un pensamiento permanente de que «si lo hago yo, sé que está bien» es una forma de autoprotección.
Impide que se vea al resto del equipo de una manera objetiva, pasando a ser medios para llegar a un fin o, a veces, como potenciales amenazas que van en contra del objetivo. Para evitar estas situaciones, la comunicación con las personas del equipo y el establecimiento de protocolos de actuación claros y sencillos, pero garantistas, resultan muy eficaces para que esta actitud defensiva no sea un problema.
Los empresarios con espíritu competitivo ponen en juego su bienestar emocional pudiendo afectar a su entorno familiar y de relaciones personales.
Es muy positivo fijar objetivos alcanzables, compromisos empresariales de resultado y esfuerzo equilibrados
Soporte emocional
El esfuerzo por alcanzar nuestro máximo potencial debe hacerse de la manera correcta. A continuación, destaco algunas medidas que permiten adaptar el espíritu competitivo a un plan de trabajo para mejorar la relación con la organización y las personas que la forman.
1. Es muy positivo fijar objetivos alcanzables, compromisos empresariales de resultado y esfuerzo equilibrados.
2. Ponerse plazos. Crear etapas temporales es una buena medida para realizar conquistas. Muchas veces se comete el error de tener objetivos, pero no agendarlos.
3. Medir todo. Cada etapa con cada resultado, estableciendo control y medidas correctoras si se identifican obstáculos o problemas que te separen de tu objetivo.
4. Fallar es inevitable. Asumir que cometer errores forma parte del proceso. No valores a los demás por los errores que cometen, sino por el potencial que poseen. Ahora bien, no mantengas situaciones agónicas, en ese caso, toma decisiones que te permitan evolucionar a ti y a cualquier persona de tu equipo.
5. Contar con ayuda. No se puede ser bueno en todo, ni saber de todo. Ya eres un gran profesional en lo tuyo y existen buenos profesionales externos en cualquier área que la empresa necesite.
6. Be water my friend, lo importante es el camino. Ni perder o fallar es tan insoportable, ni ganar lo cambia todo de un día para otro.
VPveinte Consultores es miembro del Club Excelencia en Gestión y del Club de Evaluadores Acreditados de la EFQM. Además, es la empresa líder en España en consultoría y marketing dental. Con cerca de 30 años de experiencia en el sector y, habiendo trabajado en más de 2.000 clínicas privadas con resultados más que satisfactorios, es sinónimo de éxito en la implantación de herramientas de gestión eficientes entre sus clientes.
De todas las técnicas utilizadas, cabe destacar el Coaching Dental. Esta es una herramienta que lleva siendo utilizada en empresas de todos los ámbitos de EE.UU. desde hace más de 30 años. El coaching ofrece una amplia visión de dirección y gestión de la clínica a los responsables de la misma, haciendo que sus aptitudes mejoren y esto se traduzca en un aumento de la cartera de pacientes y de los beneficios de la clínica.
Marcial Hernández Bustamante, director general de VPveinte Consultores, ha sido certificado por Bureau Veritas con nivel Platino en Servicios Profesionales de Coaching, siendo la consideración de mayor prestigio que existe en el mercado. Para más información: www.vp20.com