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«Un maestro que emanaba cariño», por el Dr. Javier Gil Mur

In Memoriam del Dr. Alejandro Padrós Fradera

Tengo el placer de poder escribir este pequeño artículo en honor del Dr. Alejandro Padrós, que falleció el 20 de noviembre del pasado año. Personalmente me siento en deuda con él, y he descubierto este mismo sentimiento en muchos de los que le conocían. Agradezco a Gaceta Dental esta oportunidad de esbozar en estas líneas algunos de sus rasgos y recoger la impronta que ha dejado en muchas personas que le conocíamos.

En primer lugar, debo a Alejandro el haberme introducido al mundo de la Implantología oral. Un día, a principios de los años 90 recibí la visita del Dr. Alejandro Padrós y la Sra. Mercedes Roldán, que acudieron a los laboratorios de microscopía electrónica de la Universidad Politécnica de Cataluña para analizar unos implantes dentales que acaban de fabricar. Fue el comienzo de mi relación con la Implantología, a la que he tenido oportunidad de hacer aportaciones desde el ámbito de la ingeniería de biomateriales, y que se extiende hasta el día de hoy. Ya en esa ocasión me llamó la atención una cualidad destacada en el Dr. Padrós: la búsqueda de la excelencia, el afán por hacer las cosas lo mejor posible, aprovechando al máximo las nuevas tecnologías y poniéndolas al servicio de la Implantología, para la mejora de la salud bucal de los pacientes.

Ese espíritu de superación del Dr. Padrós contagiaba a muchos jóvenes clínicos, ejerciendo el rol de auténtico maestro y mentor. No se guardaba nada, todo lo que sabía lo comunicaba. No tenía recetas secretas que mantenía escondidas. Alrededor de la empresa Klockner, y gracias a su guía clínica, supo generar un espíritu familiar, de cariño, de ayuda y de acompañamiento que se ha heredado como un valor empresarial.

La mente del Dr. Padrós era un volcán de ideas, en continua actividad. No podía dejar de pensar en lo que le apasionaba, su trabajo como implantólogo. Estaba continuamente ideando nuevos diseños, nuevas superficies, nuevos acoplamientos, nuevas técnicas quirúrgicas. Junto a sus grandes dotes como clínico, el Dr. Padrós tenía una mente ingenieril, tenía una gran intuición técnica y era capaz de prever resultados de comportamiento mecánico o de anticipar aspectos de diseños tridimensionales de gran complejidad. Si bien es cierto que él no era una persona amante de la disciplina del método científico, sus ideas eran en muchas ocasiones geniales y éramos los investigadores los que debíamos someterlas a una validación científica y técnica. He de confesar que, como investigador, a veces me resultaba complicado compaginar su creatividad imparable con nuestro trabajo experimental. Cuando estábamos validando experimentalmente un nuevo diseño, y antes de que tuviéramos los resultados finales, ya había pensado en una mejora y prestaba un menor interés en el proyecto anterior pues estaba pensando en el nuevo.
El Dr. Padrós hizo una apuesta decidida por la Universidad y la investigación que desde allí se realiza, siendo promotor de más de una decena de cátedras, convenios y acuerdos con diferentes Universidades y centros de investigación. Los académicos hemos de estar muy agradecidos por esta confianza en la ciencia y las nuevas tecnologías ya que lo más fácil para algunos es la copia y no la innovación basada en la investigación como creía el Dr Padrós. De sus ideas han surgido centenares de artículos científicos sobre productos, implantes y técnicas quirúrgicas.

Su espíritu conciliador, de buscar lo que une y no lo que separa, fue decisivo en momentos complicados de diversas sociedades científicas y en algunos congresos, cuando surgían problemas o discrepancias a menudo motivados por personalismos. Con su carácter afable y con grandes dosis de paciencia y cariño consiguió atenuar y, en muchos casos, solucionar desavenencias y desencuentros. Nunca quiso ir al choque ante ataques infundados.

Recuerdo que en los inicios se llegó a decir que los implantes que él presentaba eran de acero inoxidable, o que la rugosidad era un mal diabólico para la osteointegración, y no faltaron los ataques furibundos al uso de abrasivos para la mejora de la topografía, avances en los que él fue el pionero. En lugar de arremeter contra las acusaciones falsas, dogmáticas y basadas en intereses comerciales, él siempre comentaba que la vida es una carrera de fondo y no vale la pena perder el tiempo enredándose en discusiones estériles, que no contribuyen al avance de la Implantología. Nunca observé en él una actitud sectaria o el interés de desacreditar a otros clínicos que no pensaban como él, o que criticaban alguna técnica o diseño de implantes que él había ideado. Al contrario, siempre vi una actitud de amistad, y la humildad de intentar aprender de sus sugerencias y experiencias. Su actitud nunca fue la de un vendedor de un determinado producto, sino que actuaba como un clínico-científico y exponía sus ideas con sinceridad, reconociendo en algunos casos algún defecto que no había sido capaz de resolver.

Cariñoso, entrañable y generoso

El cariño a sus colegas de profesión se veía superado por el cariño a sus pacientes. Era plenamente consciente de que ellos habían puesto su confianza en él y no podía defraudarles. Yo mismo fui paciente suyo, y nunca olvidaré sus desvelos, su rigor y su atención.

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Mentor y maestro de muchos, el Dr. Alejandro Padrós era una muy querido y valorado en el sector odontológico.

Alejandro era una persona entrañable. La preocupación por sus amigos, que eran muchísimos, era constante. He sido testigo de su sensibilidad para interesarse por alguien que lo estaba pasando mal, llegando incluso a hacer muchos kilómetros para estar con él. Era una persona entrañable, magnánima y cariñosa y estas virtudes le hacían muy atractivo. Era un hombre que no se dejaba ganar en generosidad.

Sin embargo, el mayor cariño era para su familia, para su esposa Mercedes, y para sus hijos Laura, Alejandro, Astrid y Roberto. Eran su referente, su ocupación y su preocupación, sus alegrías eran las suyas y sus penas las compartía. En muchas conversaciones en las que me abría su intimidad me hablaba de ellos, admirado de sus virtudes y su gran futuro. Estaba dispuesto a darlo todo por su familia y también por sus amigos.

Alejandro ha llegado a la meta y ¡qué gran premio le espera! Junto a la tristeza de la separación, me queda el profundo agradecimiento por haber podido compartir con él tantos proyectos, planes e ilusiones, así como el cariño muy profundo por su familia.
Descansa en paz Alejandro y hasta pronto.

Javier Gil Mur
Catedrático de Universidad
Rector de la Universitat Internacional de Catalunya


 

Despedida a un genio, a un referente de la profesión

Querido amigo:

Te has ido y no hemos podido despedirnos, la pandemia tampoco nos dejó compartir muchas cosas en estos últimos meses. Aquellos bocadillos de jamón, cerca de tu consulta, que tanto nos gustaban y esas charlas interminables que tanto disfrutábamos, en las que se mezclaban los implantes con nuestras vidas y anhelos. Solo pudimos hablar por teléfono recordando el pasado y haciendo planes de futuro como siempre.

Tuve la suerte de conocerte hace ya muchos años y desde ese día mi vida cambió, me la cambiaste. GRACIAS. Por tu cariño, tu honestidad, tus enseñanzas, tus consejos, tu apoyo constante y la pasión que transmitías a todos los que estábamos a tu lado, y sobre todo, Alejandro, por TU AMISTAD. Me he sentido siempre un privilegiado por ser tu amigo, y recibir tanto de ti.

Nunca descansabas, siempre pensando cómo mejorar tus técnicas, tus diseños de implantes y cómo ayudar a tus pacientes, a tus amigos y a todo el que te rodeaba. Eras un genio, nuestro referente, nuestro profesor, nuestro mentor. Nos has dejado tantas cosas y tantos momentos, que nunca tendremos tiempo aquellos que aprendimos de ti de agradecerte todo lo que nos has dado, pero sí de recordarlos y de disfrutar con ellos. Tus diseños del SK y S4, tus corticotomías, tus elevaciones de seno, tus mantenedores, tus trefinas, tus discos y, cómo no, tu técnica semisumergida …

El dolor de que no estés entre nosotros es enorme. Siempre estarás presente en todos los que tuvimos la suerte de compartir la vida contigo. Te recordaré siempre. Seguirás a mi lado siempre. DEP

Dr. Juan Carlos Vara de la Fuente. Médico estomátologo. Codirector de EDE Formación.

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