Dr. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas de España
El Dr. Óscar Castro afronta un segundo mandato continuista al frente del Consejo General de Dentistas de España, con la satisfacción del deber cumplido y el inesperado reto de volver a transmitir los acuciantes problemas que rodean a la profesión odontológica a los interlocutores del nuevo Gobierno español. Todo ello, de la mano de las sociedades científicas y del ámbito universitario y con la esperanza de que sus demandas lleguen a buen puerto.
—Acaba de iniciar su segundo mandato al frente del Consejo General de Dentistas. ¿Qué balance hace de estos cuatro primeros años?
—Al comenzar una nueva legislatura lo primero que hay que hacer es posicionarse, abrir una serie de contactos con todos los entes que tengan que ver con la profesión, ya sean del ámbito político, universitario o social, y eso es lo que hemos hecho de una forma muy satisfactoria. Hemos mantenido decenas de reuniones con las administraciones públicas, partidos políticos, consejos sanitarios, universidad…, y hasta tuvimos el honor de ser recibidos por Su Majestad el rey Don Felipe VI. Así, hemos podido hacerles partícipes de los problemas de esta profesión que ha pasado de ser considerada elitista a una concienciación en la sociedad de que el dentista no es ni mucho menos un privilegiado social, sino que, por el contrario, es un universitario muy bien formado.
—Pocos, pero algún cambio hay en su equipo. ¿Quiénes le acompañan en esta segunda legislatura?
—Prácticamente el equipo es el mismo, que lo ha hecho fantásticamente estos cuatro años, solo ha habido algún cambio en cuanto a los cargos que representan. Entran Francisco García Lorente como vicepresidente; Agustín Moreda, presidente del Colegio de Odontólogos de la VIII Región (Valladolid), como vocal, y Jaime Sánchez Calderón como secretario. El anterior vicepresidente, José Antonio Zafra, no quería continuar porque tenía otras ideas a nivel laboral y personal.
—¿Siempre ha tenido claro que quería presentarse a la reelección o en algún momento ha dudado si repetir o no la experiencia?
—El problema de presentar candidaturas es que no puedes ser cortoplacista, siempre hay que pensar que estás a expensas de distintas composiciones y momentos. Prueba de ello lo tenemos en el cambio de Gobierno que hemos tenido de un día para otro. Los colegios profesionales y el Consejo somos corporaciones de derecho público y estamos al albur de los partidos políticos y, en concreto, del partido que gobierne en ese momento. Hasta ahora era el Partido Popular, pero no solo hemos hablado con sus representantes, sino con todos los estamentos y fuerzas políticas. Y todo ello motivado por las circunstancias que se han producido en torno a la Odontología en este país, como son una publicidad sanitaria absolutamente descontrolada por parte de las administraciones; unas universidades o un Ministerio donde se ha permitido la no instauración de un numerus clausus necesario para cortar la plétora profesional; la proliferación de Facultades de Odontología; la ausencia de especialidades reconocidas o unas penas que no son nada disuasorias en cuanto al intrusismo.
—¿Cómo afecta el cambio de Gobierno a sus objetivos marcados para los próximos cuatro años?
—Tenemos más trabajo todavía porque ahora hay que volver a empezar a contactar con los nuevos administradores y hacerles ver que los males de esta profesión han sido culpa, muchas veces, de la misma Administración que no ha hecho sus deberes.
—¿Diría que la publicidad sanitaria es uno de los aspectos donde más se ha avanzado hasta ahora?
—Han sido muchos frentes, pero en la publicidad sanitaria, por lo menos hemos podido llegar directamente a los políticos, que han visto de primera mano, porque se lo hemos argumentado, que estaba absolutamente desaforada, con una publicidad engañosa y un concepto absolutamente mercantilista. Hemos puesto sobre la mesa los problemas que acucian y que afectan directamente al ciudadano y ha sido entonces cuando se han echado las manos a la cabeza. Prueba de ello son todos los casos que hemos tenido en esta legislatura, principalmente Vitaldent, Funnydent y, ahora, iDental con el cierre indiscriminado de clínicas que ha dejado miles de pacientes afectados y una serie de profesionales también implicados. Pero esta situación no es nueva ni ha surgido por generación espontánea, data de los años 90. El problema es que no se ha regulado absolutamente nada, al contrario, se ha ido de las manos y es un escándalo mucho mayor que el del aceite de colza, por lo que habrá responsables políticos, que son los que lo consienten, que tendrán que responder.
—En este sentido, ¿teme que el cambio de Gobierno suponga un retroceso?
—Vivimos momentos políticos muy delicados y la Odontología española no es lo más importante ahora mismo, sino el Estado español, donde peligran muchas situaciones, empezando por lo que se llamó, en su momento, el estado del bienestar. Es lo que hace tiempo denominé «el juego de la oca»: si cambia todo un equipo de Gobierno tienes que volver a la casilla de salida y volver a explicar todo lo que has avanzado. El problema es la aridez, la peculiaridad y la idiosincrasia de cada profesión. En lo que no podemos caer los dentistas es en pensar que somos el centro del Universo. Hay que legislar sobre todo y el político de turno que adquiere un cargo tiene muchísimos frentes abiertos y en muchos ámbitos, con lo que tendrá que priorizar y, lógicamente, veremos cuándo nos toca a nosotros.
—¿Y como presidente del Consejo General de Dentistas cuál será su orden de prioridades a la hora de exigir medidas al nuevo ejecutivo?
—Mi orden de prioridades lo tengo claro, todo aquello que comprometa directamente la salud de los pacientes como la publicidad engañosa, que es lo primero que tienen que legislar. Ello lleva consigo también una serie de aspectos que van implícitos, como son la plétora profesional, las condiciones laborales de los dentistas que están en las clínicas corporativas y, sobre todo también, el tema de las especialidades, porque no puede ser que España sea el único país de Europa, junto con Austria (donde parece que ya han empezado a legislarlo) y Luxemburgo, donde no se contemplen las especialidades odontológicas oficiales.
—A este respeco, el anterior secretario de Estado de Sanidad, José Javier Castrodeza, anunció la creación de la especialidad de Ortodoncia…
—Todas las fuerzas políticas, en su momento, confluyeron en la necesidad de especialidades. El problema es que en España el 94% de las prestaciones odontológicas se realizan en el sector privado, por lo que es difícil articular una especialidad que revierta en la sociedad. Estábamos buscando los pasos para llegar a conseguirlo, pero ahora habrá que volver a empezar. Sí llevamos muy avanzado algo: que tanto las sociedades científicas, como la universidad, como el Consejo, es decir, los tres ámbitos que pueden influir en la formación de los profesionales, estamos de acuerdo y unidos para seguir intentándolo. Han sido muy generosos y absolutamente partícipes y colaboradores. Espero que podamos seguir trabajando en la misma línea en estos cuatro próximos años.
—¿Y en cuanto al establecimiento de los numerus clausus se ha dado algún paso en positivo?
—Cuando la creación de una Facultad de Odontología depende del Gobierno de una comunidad autónoma y la ANECA, que es la Agencia de Acreditación dependiente del Ministerio de Educación, lo único que hace es autorizar o negarse según las condiciones de lo que se va a abrir en un determinado punto de España, te encuentras con que no se realiza una estimación real de las necesidades de una profesión. Al final las universidades son fábricas de parados donde, a veces, es la propia Universidad la que se aprovecha de esos estudiantes que forma, de tal manera que los mantiene en el mercado de la formación mediante los títulos propios y durante años se forman y pagan un dineral hipotecando a las familias para intentar meter cabeza en el ámbito laboral. Eso tiene como consecuencia que ahora seamos más de 36.000 dentistas en España.
Por otro lado, no son solo los cursos, las titulaciones propias y los posgrados que existen para formarte, que es algo legítimo y está contemplado en el ámbito universitario, en la legislación española y dentro del Ministerio de Educación, pero es que no hay un verdadero control. De hecho, dos de las universidades que han estado haciendo másteres dentro de, por ejemplo, iDental, han sido las de Lérida y Alicante sin tener, ninguna de las dos, Facultad de Odontología, y no ha habido un control efectivo de quiénes eran los profesores que formaban. No existe ningún control de calidad, lo que determina que discernir entre un curso u otro de formación sea francamente difícil, porque, al final, todos son iguales de cara al Ministerio.
—Ha citado dos universidades, ¿diría que la situación que comenta es algo generalizado?
—Simplemente he puesto dos ejemplos sin entrar en ningún tipo de valoración y al hilo de los escándalos que se están produciendo respecto a iDental, pero hay muchas cosas curiosas y que denotan descontrol. Por ejemplo, universidades que tienen Facultades de Odontología a través de las cuales crean Fundaciones para dar prestaciones. Y lo hacen con los profesores como dentistas, atendiendo a los pacientes en general, sin mediar enseñanza, sino utilizando las instalaciones de la propia facultad y a través de dicha Fundación para ganar dinero. Eso es algo que, aunque legal, puede ser «estéticamente» un poco extraño. Entiendo que las facultades de Odontología están para formar, tanto en el pregrado como en el posgrado, pero nunca para hacer competencia a los profesionales.
—Ante esta situación, ¿qué consejos le daría a un recién graduado que ve como única salida profesional trabajar en una clínica dental «low cost»?
—Lo que está claro es que tenemos que partir de unos principios éticos y profesionales adecuados. Para un tratamiento odontológico hace falta, por un lado el paciente, y por otro, el facultativo. Si el paciente va buscando el chollo se equivoca porque la salud es el bien más preciado y luego nos encontramos a miles de damnificados en la calle. Y, por otro lado, si el facultativo no entrase en estos circuitos podría exigir un sueldo digno y unas adecuadas condiciones laborales. ¿Que es fácil decirlo cuando eres presidente del Consejo? Lo es, pero es que no ha habido una política de enseñanza adecuada y si los dentistas creían que esto era una especie de búsqueda de «El Dorado» odontológico, se han encontrado con que no es así, a su pesar y al de todos. Estamos hablando de salud, y la Administración está actuando con lentitud, cuando debería ser contundente y limitar este tipo de actuaciones.
«Código genético y postal se deben aunar»
—¿Llegaremos a ver una ampliación de las coberturas dentales en la Seguridad Social?
—Las competencias sanitarias están transferidas y la dispersión en cuanto a prioridades entre una y otra comunidad autónoma es francamente notoria, mientras que unos priorizan los aspectos preventivos, otros los aspectos asistenciales, lo que provoca desigualdades y estados francamente preocupantes. Me gusta explicarlo de forma gráfica: las caries y las enfermedades bucodentales tienen un componente genético y el código genético influye muchísimo en el estado de salud de la boca, pero también el estado español de las autonomías depende del código postal. Código genético y código postal se tienen que aunar, ya que no es lo mismo un niño vasco, que uno madrileño o catalán, porque no tienen los mismos programas preventivos. Por lo tanto, depende de donde nazcas vas a tener mejor o peor salud bucodental. Y eso es un atentado frontal contra la Constitución, porque todos los españoles somos iguales. Nosotros desde el Consejo hemos priorizado siempre niños, ancianos y discapacitados.