Pocas veces podrá repetirse un número tan especial de GACETA DENTAL, como este 293. Con julio llega el monográfico dedicado a los implantes, pero en esta ocasión, con ser ciertamente particular, la singularidad de esta revista que ahora tienes en las manos no radica exclusivamente en ese contenido científico.
Sí tiene que ver con ese tema de la Implantología, desde luego, porque los artículos recogidos nos han permitido recordar a Javier Alández, un siempre dispuesto colaborador a cuanto se le pidiese, y así participaba en estos especiales de implantes, en desayunos de trabajo o en los jurados de nuestros premios. Un Javier de sempiterna sonrisa que nos ha hecho a todos perpetuamente más tristes con su inesperado adiós.
También el Primer Torneo de Golf que hemos organizado en GACETA DENTAL nos trajo de nuevo el recuerdo de la sonrisa y la arrolladora personalidad que le caracterizaba; él habría sido uno de los asistentes a esa jornada de ocio y expansión junto a muchos de sus compañeros de profesión. Amante de todos los deportes y si eran de cierto riesgo, mejor, acostumbrado a volar, esquiar o navegar, para Javier lo del golf era un juego reposado. Habría disfrutado de los 18 hoyos del partido, pero aún habríamos gozado nosotros mucho más de su compañía.
En fin, Javier, no sé si seré capaz de comer yo solo el pixín al que siempre recurríamos en nuestras quedadas por más que estudiásemos, una y otra vez, el resto de los platos que ofrecía la carta de nuestro restaurante. Recurriré a alguno de tus queridos y apenados colegas vintage para tratar de repetir la escena.
Apenas encajado el golpe de la marcha de Javier nos llegó la noticia de otra despedida. Nos dejaba uno de los históricos del sector dental: Juan Schmidt. Un personaje que también supo apurar la vida y que entendía los negocios de una forma franca y sincera, a la antigua usanza. Coincidí poco con este cordial paladín de la campechanía, mas nunca olvidaré su proceder hacia Javier Castillo. El mismo director gerente de Fedesa –hoy Nueva Fedesa– contó en uno de los desayunos de trabajo de GACETA DENTAL en el que ambos paricipaban la anécdota según la cual el entonces máximo responsable de Casa Schmidt hizo un pedido de varios sillones dentales utilizando una servilleta mientras tomaban un café. Castillo –otro de los personajes entrañables del empresariado dental– le había comentado los apuros económicos por los que pasaba su fábrica en aquella época y esa fue la respuesta de su amigo Juan.
Como os decía, nos encontramos ante un ejemplar de la revista difícilmente repetible. Hay cosas, gentes, personas que son irrepetibles.