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Nostradamus siempre acierta

No sé si os pasará lo mismo a vosotros pero yo me confieso incapaz de dar sentido a las profecías descritas por Nostradamus, ese tema tan socorrido del que echar mano cuando comienza el año porque–de–algo–hay–que–hablar–y–el–mundo–está–como–está.

Ante la avalancha de informaciones al respecto llegadas por todas las vías posibles –desde la televisión a los blogs pasando por la radio o los diarios– una vez más caigo en la tentación de echar mano del ejemplar que conservo desde hace treinta años para tratar de descifrar qué nos depara este 2017 recién nacido, según los vaticinios de este judío francés, médico, astrólogo y teúrgo –algo así como un mago del esoterismo– que jugó a construir cuartetas –942 repartidas en diez centurias, cada una con cien a excepción de la 7 que, vaya usted a saber por qué, la dejó en 42– en las que a base de rimas profetizaba, dicen, toda suerte de males para los siglos siguientes al suyo, el XVI.

Superados los tres primeros lustros del XXI resulta que hay quien asegura que todo cuanto dijo se ha cumplido, desde la derrota de Napoleón al ascenso de Hitler al poder o el cambio climático. Pero en un lenguaje tan críptico que obliga a interpretar sus predicciones y, claro, eso es jugar con ventaja. Por ejemplo, cuando dice que «La gente esclava por una suerte bélica / alcanzará un alto grado, y tan elevado: / cambiarán al príncipe, nacerá un provinciano. / Cruzará el mar, subirá las tropas a los montes» [centuria V, cuarteta 26] sus incondicionales interpretan que se refería a la Revolución bolchevique de 1917. Porque «suerte bélica» alude a la revolución misma, que tras consolidarse («alto grado») instala en el poder al «provinciano» Stalin, quien extendió la influencia soviética por países de otros continentes («cruzar los mares») y, atravesando los Cárpatos («subiendo las tropas a los montes»), el centro de Europa, creando el denominado bloque del este.

Y ahora dicen que el profeta de Salon (ciudad de la Provenza donde vivió y murió el adivino) predijo el triunfo de Donald Trump [«El gran orador, sin vergüenza y audaz / será elegido gobernador de la armada: / La intrepidez de su contencioso, / el puente roto, ciudad pasmada de miedo», o sea que nos atemos los machos], dando por sentado que es una de las predicciones relacionadas con este 2017 que acabamos de inaugurar, dado que mister straw hair toma posesión del cargo que le instala en la Casa Blanca el 20 de enero.

Y no es la peor de las adivinanzas que el visionario galo dejó escritas para este 2017 –siempre según sus «traductores»– entre las que figuran los movimientos audaces que hará China en el terreno económico, el agravamiento de la crisis de la Unión Europea con Italia como foco, el cambio de signo en gobiernos de países latinoamericanos que conducirá a revueltas populares, el incremento del terrorismo internacional, el inicio de guerras para captar recursos naturales y el gran terremoto que se producirá en el oeste de Estados Unidos. ¡Alegría, Nostradamus!

La verdad es que por más que reviso las cerca de mil cuartetas no encuentro pista alguna que lleve a situar esos acontecimientos en 2017, pero nostradamistas tiene el profeta y a ti te encontré en la calle.
Puestos a jugar a los enigmas meto a capón mi propio verso de arte menor: «Alrededores de Madrid / visitarán muchas gentes / venidas de aquí y allí / para tratar de los dientes».

Según todos los indicios la profecía parece indicar que en 2017 –allá para finales de agosto, para más señas– se va a celebrar en Ifema («alrededores de Madrid») un congreso multitudinario («muchas gentes»), internacional («venidos de allí») de odontología («para tratar de los dientes»). Y, como me gusta arriesgar, voy a ponerle nombre y todo: FDI. A ver si acierto.

Autores

Director Emérito de Gaceta Dental

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