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Días solidarios

La felicidad, o la alegría, que es una especie de felicidad instantánea, nunca puede ser completa si a tu lado hay quienes tienen carencias básicas. Y como en este mundo globalizado hasta los habitantes más lejanos del planeta son vecinos nuestros pues resulta que es muy difícil ser feliz o estar alegre, por muy festivas que sean las fechas que nos toque vivir.

Es muy probable que cuando hayas leído este primer párrafo se te hayan quitado las ganas de seguir más adelante, que bastantes momentos amargos nos proporciona la vida como para que esta carta ahonde en la cuestión de los acíbares cotidianos. Pero no va por ahí mi intención, precisamente por lo que ya he dicho: tenemos sinsabores para dar y tomar, así es que no hay por qué procurarse más.

Pero si hay algo que se pueda hacer por mitigar los males de los demás –siempre infinitamente mayores que los nuestros– por qué vamos a evitarlo. Ayudar a quienes lo pasan peor que nosotros, sea cual sea el ámbito –económico, afectivo o de la salud– siempre nos hará sentirnos bien, o cuando menos mejor que si no lo hiciéramos. Es una forma egoísta, pero válida, de colaborar con quienes lo necesitan, de ser solidario con quienes están faltos de tantas cosas que hasta la sonrisa se les ha borrado de los labios. ¿Y hay algo más triste que perder la sonrisa porque no existe el más mínimo motivo para esbozarla? Pues todavía es peor cuando quien ha olvidado sonreír, porque el mundo le ha llevado a ello, es un niño.

Tal vez mi cercanía a la senectud me esté llevando a contemplar el mundo, la vida, de una forma distinta a como lo hacía en mi etapa de madurez. El caso es que cada día veo más gentes, o gentuzas, que dividen el mundo en dos en un juego maniqueo que solo lleva a las confrontaciones. Creerse en posesión de la verdad conduce a la fragmentación de las sociedades, lo mismo da que se trate de alimentar el independentismo o el brexit, levantar muros artificiales o apelar a populismos para engancharse al poder. Y en algunos casos, cuando a esos interesados únicamente en lo suyo, obsesionados con su propia ambición, no les queda más remedio que recurrir a la fuerza no dudan en provocar guerras y destrucción incluso entre los que deberían ser considerados sus propios hermanos.

Que en ese mundo surjan personas capaces de pensar en los demás por encima de sí mismas me sorprende. Porque hay gentes que, de verdad, de corazón, con sacrificio, se rentregan a la –para el resto de los mortales– absurda tarea de ayudar al prójimo. Me sorprende que en todos los ámbitos surjan acciones y activistas que solo buscan ayudar a quienes lo necesitan, sin esperar recompensa alguna. ¿De qué pasta está hecha esa gente?

Se acercan días de alegría familiar en los que se busca ampliar el círculo de personas a las que hacer felices aunque sea unos instantes. Pero los hay, individuos especiales, que procuran llevar a los demás esa felicidad cada día del año. En las páginas de la revista dedicadas al desayuno de trabajo de este mes encontrarás a unos cuantos de estos personajes casi absurdos en la sociedad que vivimos. Personas solidarias que han centrado su vida en ayudar a los demás, aquí y allí, sin mirar si quienes lo necesitan son de arriba o de abajo, de un ala u otra, simplemente porque son necesitados a los que les ha tocado vivir en el lado paria de este mundo partido en dos. Y sin obtener nada a cambio. Mejor dicho, sin pedir nada a cambio, porque obtener sí que obtienen: la sonrisa de quien recobra la confianza en sus semejantes. Y si quien vuelve a sonreír es un niño…

No sé quién acuñó esa sentencia acerca de aportar un granito de arena para levantar una casa entre todos. Este mes GACETA DENTAL quiere poner también el suyo con una campaña especial para que unos pocos olvidados puedan sentirse recordados, para que nuestras felicitaciones les permitan, aunque solo sea un momento, recuperar la alegría.
Felices fiestas a… todos.

POSTDATA. Por cierto, en mi carta anterior hubo una estrella que no mencioné. Resulta que Ángel Alonso Tosso, presidente de la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) lo es también de la Federación Europea (FEO). Una estrella más de la Odontología internacional aportada por España. Queda dicho, amigo Victoriano.

Autores

Director Emérito de Gaceta Dental

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