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«Dos implantes en mandíbula en gente mayor no es un privilegio, sino una necesidad que evita su malnutrición»

Dr. Antonio J. Flichy Fernández, promotor de la Fundación Paquita Fernández Lozano

Restaurar la función masticatoria y la calidad de vida de nuestros mayores es el objetivo principal de la Fundación Paquita Fernández Lozano, organización de reciente creación que recibe su nombre de la abuela del Dr. Antonio Flichy Fernández. Este joven profesional, tras seis años de lucha, ha logrado sacar adelante un bonito proyecto solidario que ya ha comenzado a dar sus primeros pasos en Valencia.

—¿Cómo surgió la idea de crear la Fundación Paquita Fernández Lozano?
—La idea surgió hace ya doce años, cuando estaba estudiando la licenciatura de Odontología en Barcelona. Por aquel entonces, mi abuela, Paquita Fernández Lozano, necesitaba hacerse algunos tratamientos de la cavidad oral, entre ellos, una prótesis removible tanto maxilar como mandibular. Estando en las prácticas de la facultad, me comentaron que existían ayudas para gente con recursos limitados para este tipo de tratamientos. Me movilicé para ver si mi abuela cumplía los requisitos; fueron tres meses de papeles entre ir a la Seguridad Social, ver trabajadores sociales, etc. hasta que se lo aprobaron y se lo pudo realizar. En ese momento fui aún más consciente de que había mucha gente con falta de recursos y que necesitaban de ayuda para algo tan básico como comer. Pensé que muchas personas sin ningún diente en boca no siempre tendrían suficiente con una prótesis completa en mandíbula, por su movilidad y más aún en casos de poco soporte óseo. Tenía claro que quería estudiar una especialización en Cirugía Bucal y fue cuestión de esperar, seguir formándome y encontrar el momento de reemprender la idea. Esto fue en el verano de 2009.

Unos meses antes mi abuela necesitó la colocación de unos implantes para llevar sobre estos una prótesis removible y tuvo la suerte de tener un nieto dentista que estaba acabando su formación. En mi caso, conté con la ayuda de un profesor y amigo, el Dr. Miguel Peñarrocha, que se ofreció a realizarle el tratamiento asumiendo él los gastos de la cirugía y yo los de la prótesis. Tras llevar su prótesis sobre implantes unos meses y tras unas complicaciones médicas imprevistas mi abuela falleció. Fue un golpe duro, pero me quedé con la idea de que, al menos, por poco tiempo que fuera, pudo volver a comer bien. Encontes decidí que tenía que crear algo para ayudar a más gente.

—Dibújenos, por favor, un perfil de su abuela, quien da nombre a esta fundación.
—Difícil plasmar con palabras todo lo que mi abuela representó para todos y cada uno de los miembros de mi familia. Era una persona cercana, amigable con todo el mundo, entrañable, risueña, luchadora y fuerte, pese a la fragilidad que mostraba por fuera. Por muy mal que estuvieran las cosas, siempre buscaba el lado positivo, sabía cómo hacer que te sintieras bien, pese a cualquier circunstancia. Jamás criticaba nada de nadie y siempre anteponía el bien de los demás al suyo propio. No le daba importancia a las cosas materiales, pero sí al valor de la familia. Se desvivía por todos y cada uno de nosotros. Realmente fue la «Yaya Paquita» de muchos amigos míos y de mis padres. Estoy muy orgulloso de ella, de cómo la gente la quería. Durante toda mi vida ha sido un ejemplo a seguir, por su sencillez y humildad, por dar valor a las cosas que realmente lo tienen… Siempre que me desvío pienso en ella y procuro reconducir mi vida para seguir sus pasos.

—¿Cuáles son los objetivos de la Fundación?
—El objetivo principal de la Fundación es restaurar la función masticatoria y la calidad de vida de nuestros mayores, de nuestro vecino con una pensión escasa o del anciano simpático con el que te cruzas comprando el pan por las mañanas. No hace falta irnos muy lejos para ayudar. Empezaremos colocando prótesis removibles completas en maxilar superior y una prótesis removible sobre dos implantes en mandíbula.

El Dr. Antonio Flichy durante la presentación de la Fundación.
El Dr. Antonio Flichy durante la presentación de la Fundación.

—También tienen previsto realizar acciones formativas y de investigación en el ámbito de la Implantología, ¿nos puede concretar más este punto?
—Se realizarán cursos de formación dirigidos a odontólogos e higienistas, con el fin de recaudar fondos para sufragar los gastos de la fundación, que, por el momento son bajos, pero con el tiempo se incrementarán en costes de material para tratamientos. Ya contamos con diversas empresas colaboradoras, que aportan el material sin coste, del mismo modo que varios compañeros ponen sus manos y su tiempo. En relación a la investigación se quiere demostrar que dos implantes en mandíbula en gente mayor no es un privilegio, sino una necesidad que evita su malnutrición.

—¿Quiénes y cómo pueden beneficiarse de los servicios de la Fundación Paquita Fernández Lozano?
—Los ancianos mayores de 65 años en los que se evalúe la necesidad real de llevar dos implantes con su prótesis por falta de hueso y que cumplan unos requisitos económicos, como que sean jubilados con pensiones por debajo del IPREM (Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples). Además, se analiza el nivel adquisitivo de familiares directos como sus hijos.

Se han establecido una serie de filtros para evitar una mala selección de pacientes. El principal es que son los trabajadores sociales colaboradores que trabajan en hospitales, quienes, tras un informe, deciden si la persona se beneficiará o no. Nosotros no podemos seleccionar a los pacientes. Una vez filtrados por un odontólogo del hospital colaborador y, pasado el control del trabajador social, será este quien les remita a la clínica que crea conveniente, dentro de las colaboradoras.

—¿En qué ciudades se actúa?
—La primera ciudad es Valencia. Como todo en sus inicios, cuesta arrancar y en ello estamos. Hemos contactado con un primer trabajador social de un hospital y con el departamento de Estomatología del mismo. Ellos serán los primeros que evaluarán los casos y nos los remitirán. Se está haciendo en estos momentos seguimiento de algún posible primer paciente, pero aún no se ha elaborado el informe social.

Además, están previstas acciones en Barcelona, Tarragona, Madrid, Sevilla, Granada, Almería y Santiago de Compostela, pero no significa que se vaya a hacer ya. Las cosas se hacen con calma y sin prisas, estando todo bien atado, sobre todo teniendo en cuenta que somos noveles en esto y contamos con poca ayuda de gente e infraestructura. Poco a poco, cuando se vea que es factible, se incluirán más ciudades. Por otra parte, habrá una futura colaboración con el grupo Best Quality Dental Centers (BQDC), que engloba diversas clínicas de ámbito nacional cuyos profesionales son referentes para todos nosotros.

—¿Qué infraestructura tiene la Fundación? ¿De dónde recibe ayudas?
—Principalmente una web informativa y las clínicas colaboradoras. Es una organización austera, sin ánimo de lucro, todo beneficio que pueda obtener es para revertirlo directamente en el tratamiento de más pacientes. En este punto y referente también a las ayudas, es importante marcar una línea divisoria entre lo que representa esta Fundación y otras entidades que combinan trabajos remunerados con el afán lucrativo, como cualquier otra clínica, y, parcialmente, una labor social. No tiene nada que ver y puede dar pie a confusión. En nuestro caso, nos hemos juntado un grupo de odontólogos, de diferentes ciudades, todos con especialización de Máster en Cirugía o Periodoncia de un mínimo de 2-3 años, con otro mínimo de 3-4 años de experiencia laboral como cirujanos, que deciden intervenir a dos pacientes al mes como mucho para ayudar sin más a una persona mayor a mejorar su calidad de vida.

Presentación de la Fundación Paquita Fernández Lozano en Valencia. En la foto, varios patronos de la Fundación junto con representantes de empresas colaboradoras.
Presentación de la Fundación Paquita Fernández Lozano en Valencia. En la foto, varios patronos de la Fundación junto con representantes de empresas colaboradoras.

La Fundación no dispone ni de sede ni de centros propios. Cualquier clínica puede colaborar si cumple los requisitos, pero quien se decida a hacerlo que lo haga porque realmente tiene la necesidad personal y profesional de ayudar, sin ningún tipo de afán recaudatorio. De hecho, las clínicas colaboradoras tienen prohibido publicitar que colaboran con la Fundación.

En lo referente a cuestiones económicas, por el momento todo, absolutamente todo el material relacionado con la cirugía de estos pacientes está cubierto y aportado por las empresas colaboradoras: MozoGrau-TiCare, Sunstar-GUM, Sanhigía, IPD, Dinnbier Dental, Silicom Dental, etc… Esto hace que las necesidades económicas sean más bien nulas. No obstante, somos conscientes de que cuando exista un volumen elevado de pacientes entre todas las ciudades, las empresas no podrán sufragar todos los materiales, de ahí las jornadas de formación que realizaremos. Por otra parte, la empresa Sunstar-GUM, además del material que aporta, realiza una donación económica anual a la Fundación. Por último, personalmente, y a modo de ejemplo, de todos los cursos que realizo –entre uno y tres al mes–, dono del 50 al 100% de los honorarios a la Fundación. En ocasiones nos cuesta creer que alguien quiera ayudar porque sí, sin más, porque le nace, le llena y enriquece como persona, pero no es tan raro encontrar a estas personas. Yo me he rodeado de muchas así. De hecho, todos y cada uno de los colaboradores de la Fundación responden a este perfil.

—¿Qué tienen que hacer las clínicas y empresas que quieran colaborar con este proyecto?
—Las clínicas, por el momento, mantenerse a la espera, ya que estamos empezando. No existe capacidad personal para cubrir todas las que por el momento se han ofrecido de forma altruista. Poco a poco se irán sumando más. Asimismo, las empresas están abiertas a aportar su granito de arena a la Fundación. Ya han colaborado con nosotros desde el notario Lorenzo Valero Rubio, que no ha cobrado los honorarios de constitución de la Fundación; la periodista Melania Bentué, que ha ayudado a la realización de la rueda de prensa de presentación; un informático, de CSNet, que ha realizado la web gratuitamente; los laboratorios de prótesis que realizan los trabajos sin coste; depósitos dentales que aportan su material; dentistas que ponen sus clínicas y sus manos; MozoGrau-TiCare que pone todos los implantes y aditamentos; Sunstar-GUM que aporta biomateriales y kits de higiene, etc. En la medida de lo posible, y desde su ámbito laboral, cada uno puede aportar lo que pueda y quiera. La gente es buena por naturaleza, nosotros solo hemos creado un vehículo para que lo sea, y bajo este prisma, cada uno que aporte lo que considere oportuno.

A día de hoy la Fundación necesita tener cobertura con más trabajadores sociales de diferentes partes de España, hospitales que deriven pacientes a dichos trabajadores, un abogado y un gestor que lleven los pocos papeles que mueve la Fundación, etc. Todo el que quiera colaborar, lo debe hacer sin pensar que esto le va a repercutir de algún modo en un beneficio económico directo o indirecto; todo lo contrario, resta tiempo e ingresos, pero te llena de vida, de satisfacción personal y profesional, y eso, para muchos, no tiene precio.

—¿Qué le está aportando a usted estar al frente de la Fundación Paquita Fernández Lozano?
—Siento que le estoy devolviendo a la sociedad parte de lo que me ha dado. Estudié en una universidad pública y cuando tenía 20 años un profesor, en su primer día de clase, nos dejó claro que no habíamos ido allí a calentar la silla, que la mayor parte de nuestros estudios estaban siendo costeados por los impuestos de nuestros vecinos, amigos, mayores, etc. y que era nuestra obligación aprender y devolver lo recibido. Y así lo pretendo hacer. Si yo estoy donde estoy con mi licenciatura, mi doctorado y mi máster de especialización en cirugía, es gracias, en parte, a nuestra sociedad, así que me siento en deuda con ella. A nivel profesional la mayor satisfacción que puedo obtener es saber que has colaborado en mejorar la calidad de vida de una persona, que le has ayudado a sonreír cada día, a comer con ilusión, a no tener malestar, etc. En nuestro pequeño campo de actuación, la boca, podemos cambiar la vida de alguien para mejor, y esto no tiene precio, más aún si la persona no tiene medios para hacerlo de otra forma.

A modo personal, estar al frente de la Fundación es honrar la memoria de mi abuela ayudando a los demás. Estoy seguro de que, de algún modo, debe estar orgullosa de que su vida y su ejemplo hayan servido para que un proyecto como este, después de seis años de lucha, vea la luz. Solo espero a modo personal transmitir a cada uno de mis pacientes un poquito de ella, sin la cual, yo no sería como soy.

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