Dr. Miguel Ángel López-Andrade, vocal supernumerario del Consejo de Dentistas y Presidente del Colegio de Dentistas de Jaén
El Consejo General de Dentistas de España está más activo que nunca para lograr que exista un sistema de control en el acceso a la carrera de Odontología y frenar así la plétora profesional o que la creación de las especialidades odontológicas dejen de ser anhelos para ser realidades. El Dr. Miguel Ángel López-Andrade, vocal supernumerario de la organización colegial, ha representado a los profesionales españoles en diversos foros europeos en los que la formación y la cualificación del dentista figuran como prioridad. Charlamos con él sobre los acuerdos y avances logrados, así como de su reelección como presidente del Colegio de Dentistas de Jaén.
—Hace unos meses participó en la II Reunión Mundial de la Sociedad Internacional de Reguladores de la Profesión Dental (ISDR). En este encuentro se habló de instaurar en todo el mundo la formación continuada obligatoria postgraduada. ¿Qué pasos se están dando para que esto sea una realidad?
—La denominada «ISDR» es una Asociación fundada en 2013, que acoge a representantes de las autoridades competentes y reguladoras de la profesión dental de los cinco continentes. Este hecho quedó patente en su segunda reunión anual, a la que el Ilustre Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España fue invitado y acudió por primera vez. Tuvo lugar el pasado mes de septiembre en Londres, y asistimos representantes de varias decenas de países. España, junto a Francia, Reino Unido e Irlanda, representábamos a Europa.
La finalidad de esta asociación es la de buscar la excelencia en la enseñanza y formación de los dentistas para alcanzar los más altos estándares de calidad asistencial y conseguir que la salud bucodental mundial sea la mejor posible en todos los niveles sociales. Es una realidad que cada vez estamos más globalizados y que la «libre circulación de profesionales» entre los diferentes países de la Unión Europea e, incluso fuera de ella, es un hecho constatable.
A nivel europeo, por ejemplo, los países del sur tienen muchas más facultades y un número excesivo de egresados en el grado de Odontología. Es destacable el exceso de licenciados de países como el nuestro, Portugal y Rumanía. En cambio, los países del centro y norte de Europa, gracias, entre otras causas al númerus clausus, tienen déficit de odontólogos, lo que deriva en un tránsito de licenciados del sur al norte, cada vez más notable.
Ciñéndome más concretamente a su pregunta, las conclusiones de esta reunión mundial fueron claras en el sentido de que si queremos obtener los más altos estándares de calidad en la atención bucodental debemos, en primer lugar, unificar criterios en los contenidos de la formación de nuestros dentistas y, en segundo lugar, y quizá aún más importante, luchar y trabajar por tener la mejor «formación continuada postgraduada» que, hoy por hoy, es «obligatoria» en la mayoría de los países avanzados vecinos.
—¿Por qué está España en esta situación de desigualdad en relación con otros países de nuestro entorno?
—Parece evidente que el Ministerio de Educación aún no se ha decidido a seguir las líneas actuales de la mayoría de los países de la Unión Europea. Estas tendencias relativas a la formación de pre y postgrado de los dentistas, tal y como se comprobó en la reunión de la ISDR, son similares también en Norteamérica, parte de Oceanía e incluso en algunos países asiáticos.
Cada vez está siendo más importante y relevante la Formación Profesional Continuada, denominada en nuestro entorno Continual Professional Development o CPD.
La Comisión Europea está haciendo un estudio sobre la Formación Continuada Postgraduada en diferentes gremios de profesionales sanitarios, como médicos, farmacéuticos enfermeros, matronas y dentistas. Se ha consultado a todos los países europeos, habiendo extendido el estudio a otros profesionales como los arquitectos e ingenieros.
En lo que se refiere a los dentistas han sido analizados 31 países y ya se ha obtenido un informe casi definitivo. Se ha estudiado lo que ocurre a medio plazo, en función de que la formación sea obligatoria o no, analizando el beneficio en la calidad de los tratamientos y respecto a la seguridad de los pacientes.
En los países de nuestro entorno hay cuatro modelos de CPD: obligatorio, lo más habitual, regulándose en ciclos de varios años; obligatorio y voluntario, con diferentes porcentajes de un tipo y otro; voluntario, pero recomendado, como en España, Suecia, Noruega y Grecia, y, por último, sin sistema, apartado en el que no hay ningún país actualmente.
La conclusión del estudio es que es mejor que sea obligatoria y transparente, tanto para profesionales como para el personal auxiliar. Debería delimitarse claramente el número de horas, tipo de cursos, etc. Algunos países la subvencionan. En otros es gratuita. Lo que está claro es que debería haber incentivos, con disminución de impuestos o subvenciones.
También se está analizando que estos cursos sean fácilmente homologables entre todos los países, para que no supongan un obstáculo a la hora de que un profesional quiera desplazarse a otro país e instalarse allí.
—¿Qué supondría la unificación de criterios en este ámbito?
—Evidentemente, si en España siguiéramos el ejemplo de nuestros países vecinos y el Ministerio instaurara la Formación Continuada Obligatoria CPD mejoraría la formación de los dentistas en general y, por tanto, la calidad asistencial y la salud bucodental de la población. Así está quedando demostrado en todos los países donde se ha implantado desde hace años, tal y como parece evidenciar el estudio anteriormente mencionado.
—Otro encuentro le llevó recientemente a la Asamblea General de la Federation of European Dental Competent Autorities and Regulators (FEDCAR). ¿Qué temas se abordaron en este encuentro?
—En dicha Asamblea General, celebrada en París el pasado noviembre, tuvimos el honor de contar con la presencia de la Dra. Caroline Hager, miembro de la dirección general de Salud de la Comisión Europea y encargada del Departamento de Profesionales Sanitarios y del sistema de CPD, quien nos explicó el estudio del que venimos hablando, indicándonos que podría ser, dados los resultados que estaban obteniendo que, en un futuro no muy lejano, la Comisión Europea considere que deba ser obligatoria la CPD en todos los países europeos, lo que obligaría a nuestras autoridades a imponerla.
Igualmente contamos con la presencia de la Dra. Argyro Kavadella, secretaria general de la ADEE, Asociación para la Educación Dental en Europa, que presentó una consulta que les han realizado las autoridades a nivel europeo para comprobar la calidad de los estudios en las Facultades de Odontología en Europa. Así, cuatro inspectores han visitado y analizado a fondo, 44 escuelas de distintos países, incidiendo sobre todo en el perfil de competencias del dentista europeo. Se ha constituido un grupo de trabajo que está estudiando la actualización del anexo V.3 de la directiva 2005/36, que es la que regula el Reconocimiento de Cualificaciones Profesionales entre los países de la Unión Europea. Quieren mejorar la formación en Odontología y están llegando a la conclusión de que los estudios de Grado deberían llevar a que el dentista adquiera unas determinadas competencias en una serie de materias y no solo que apruebe unas determinadas asignaturas. La tendencia es valorar las competencias a adquirir durante la licenciatura. Un concepto diferente.
—Parece que el establecimiento de un númerus clausus europeo figura como un objetivo prioritario de distintas asociaciones profesionales europeas.
—En nuestra anterior Asamblea de la FEDCAR, en Roma, el Ministerio Italiano convocó una reunión titulada «Libre Circulación de Profesionales versus Númerus Clausus Europeo». Las conclusiones fueron que una cosa debe llevar a la otra, puesto que si la UE quiere que los profesionales se desplacen libremente de un país a otro a trabajar, casi como si no hubiese fronteras, de nada sirve si ciertos países, como Italia, que gasta importantes presupuestos en analizar y aplicar el númerus clausus, tiene que ver como sus estudiantes se matriculan en universidades privadas de otros países, principalmente en España. Además, en Italia la formación es de 6 años y en esos otros países es solo de 5. Eso significa que los italianos que estudian fuera, con un curso menos de formación, pueden volver al licenciarse e instalarse allí, dado que los títulos son homologables y tienen validez europea.
Algo similar ocurre en Francia. Un alto porcentaje de franceses se desplaza a universidades privadas de otros países a cursar sus estudios de Odontología, y con mucha menor nota de acceso y sin númerus clausus. Tras tan solo 5 años, ya obtienen su titulación. Después pueden volver a su país, homologar su título y trabajar, mientras que sus compañeros, que han estudiado en Francia, han debido pasar por el númerus clausus, y hacer 6 años –5 de facultad y un sexto de una especie de pasantía– antes de poder instalarse.
Según el último Manual of Dental Practice de la UE, en su versión de 2015 y con cifras oficiales de 2012, resultan llamativas las siguientes cifras: Italia, con unos 60 millones de habitantes en 2012 tuvo 883 nuevos odontólogos graduados; Francia, con unos 66 millones de habitantes, 917 nuevos graduados, y España, con 47 millones de habitantes, más de 1.400. Cada vez se oyen más voces en Europa aconsejando un númerus clausus europeo.
—Desde el Consejo de Dentistas se está trabajando mucho e insistiendo en la formación. En este campo, el discurso es claro: es necesario tanto el establecimiento de un númerus clausus como la creación de las especialidades. ¿Por qué se está demorando tanto algo que todo el mundo implicado ve como una necesidad?
—En nuestra opinión, el Ministerio de Educación debe afrontar de una vez por todas, esas dos necesidades urgentes para nuestra profesión.
En cuanto al númerus clausus sería urgentísimo implantarlo. En primer lugar, para evitar la plétora de profesionales a que está dando lugar su inexistencia, que está masificando la profesión, sobrepasando ampliamente ya la ratio número habitantes/dentista que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esto está llevando a muchos jóvenes graduados al desempleo, a trabajar para franquicias, en muy dudosas condiciones, y a tener que marcharse a trabajar fuera de España. En el Consejo General se emiten los certificados necesarios para que un español se vaya a trabajar a otro país y de 322 que se emitieron en 2009 hemos pasado a 832 certificados el pasado año. Antes se iban sobre todo al Reino Unido, ahora también a Francia, Bélgica, Finlandia, etc.
Y, en segundo lugar, para seguir el ejemplo de nuestros países vecinos: equiparar con ellos las cifras de graduados y demostrar que en eso también somos europeos.
La creación de las especialidades en Odontología es otro tema absolutamente prioritario. Es muy importante que sea un trabajo conjunto entre el Ministerio, la Universidad, las Sociedades Científicas y el propio Consejo General.
Desde este último órgano, estamos intentando conseguir un consenso inicial junto con la Universidad y las Sociedades Científicas para ir a Educación y empezar de una vez por todas con las especialidades oficiales en Odontología. Es una tarea que no está siendo fácil, pues intervienen muchas partes y hay que ponerse de acuerdo entre todos, aunque estamos trabajando a fondo para conseguirlo.
En este sentido, me gustaría comentar que de todos los países de la UE, tan solo Luxemburgo (sin facultades, con algo más de 500.000 habitantes y tan solo 518 dentistas) y España (más de 47.000.000 habitantes y más de 30.000 dentistas) no tienen especialidades. Ni que decir tiene que cuando vemos las estadísticas de la Unión Europea, con casi 15.000 especialistas en Ortodoncia y más de 8.000 en Cirugía la necesidad resulta evidente. Los dentistas españoles estamos en franca desventaja.
—¿Cómo cree que cambiará el mapa odontológico español cuando ambos proyectos sean una realidad?
—Al principio no será fácil, pero seremos un poco más europeos y creo que los estándares de calidad de la atención a los pacientes mejorarán sensiblemente. Además, nuestros jóvenes dentistas podrán ser verdaderos especialistas y no solo expertos en una materia determinada (sin desmerecer a los másteres) e instalarse en cualquier país de nuestro entorno como especialistas, con los beneficios que ello conlleva, en cuanto a prestigio, reconocimiento, remuneración, etc.
Hoy por hoy, ningún español puede desplazarse a otro país europeo a trabajar y hacerlo como especialista, aunque tenga varios másteres. Tan solo se puede instalar como generalista.
—A pesar de todos los peros… ¿a día de hoy es el profesional de la Odontología española un profesional bien cualificado? ¿Se preocupa por su reciclaje y formación continua?
—Sinceramente creo que sí. De hecho, algunos estudios europeos recientes reconocen la formación en Odontología que se imparte en España, por encima de la media, considerando a los titulados españoles como bien formados.
En los colegios vemos como, sobre todo los jóvenes dentistas, aunque también los no tan jóvenes, demuestran bastante interés en formarse y acudir a los cursos.
También podemos observar cómo los congresos de las grandes sociedades científicas despiertan el interés de los profesionales.
También están aumentando los afiliados a las Sociedades Científicas, incluso los estudiantes de 4º y 5º se afilian como jóvenes promesas. En general, creo que los dentistas españoles tienen un alto interés en formarse.
Pero creo que nuestro Ministerio de Educación debería afrontar la implantación de la Formación Profesional Postgraduada obligatoria (CPD) para mantener un nivel similar a nuestros vecinos y no ir perdiendo calidad asistencial respecto a ellos. Los países de nuestro entorno la tienen y no podemos ni debemos, quedarnos atrás.