Dentífrico adelgazante. No hay duda de que la investigación en el terreno de los dentífricos ha dado fórmulas y composiciones que ayudan hoy mejor que ayer, y no digamos que anteayer, a mantener una correcta higiene dental. Se ha avanzado tanto en este campo que casi pasa desapercibida la información sobre una novedosa pasta de dientes llegada por correo electrónico –la información que no la pasta– a varios amigos, curiosamente ninguno de ellos relacionado con el sector dental. Resulta que las bondades preventivas de los dentífricos amplían ahora su espectro con la entrada en la controvertida área de los adelgazantes. Dietifricio, que así se llama la pasta de dientes aludida, se presenta como «un producto innovador y multifuncional para la higiene bucal», además de ser «un eficaz aliado en la pérdida de peso». Dice ser el mejor complemento a dietas y regímenes alimenticios saludables. ¿Su secreto? La mezcla de los aromas aportados por ingredientes naturales como la salvia y el aloe vera, que confieren a la pasta un regusto amargo inhibidor del consumo de alimentos y bebidas dulces y, por tanto, de alto contenido calórico. O sea que cepillarse los dientes pasa a tener un significado distinto a partir de ahora, aunque según estas explicaciones en lugar de proceder a la limpieza bucal después de las comidas, lo lógico sería hacerla antes de sentarse a la mesa o de quedar con los amigos a tomar unas tapas para que el efecto inhibidor sobre los alimentos tenga eso mismo: efecto. La novedad llega de Italia, según creación de un dentista con clínicas en Milán y Bérgamo que trata a algunas de las estrellas italianas del mundo del espectáculo. El precio de venta al público es de 9,90 euros el tubo. Lo que le lleva a uno a pensar si lo que adelgacen quienes lo usen no supondrá un engorde exponencial de la cuenta corriente bancaria del odontólogo transalpino inventor del milagroso ungüento.
Surrealismo dental en moto. Faltaban pocos días para que terminase el mes de abril y apenas unos minutos para la hora del almuerzo cuando un motorista paró su dos ruedas en plena M30, la muy transitada vía de circunvalación madrileña, con aire afligido. Estaba el buen hombre en la aparente misión de búsqueda de un tesoro perdido, con la Plaza de Toros de las Ventas como testigo, cuando fue interpelado por una pareja de municipales ante el riesgo que supone el brujulear por tan inhóspito y transitado lugar. El aspirante a Marc Márquez no precisaba de ayuda técnica, al menos de mecánica motorista, sino de un explorador con vista de lince. Resulta que el aprendiz de Rossi tuvo un mal estornudo y la dentadura postiza fue a parar a no se sabe dónde. No se tiene noticia de que el caballero desdentado –lo de edéntulo no está registrado en el diccionario de la RAE– recuperase su prótesis removible de quita y pon antes de ser invitado a ponerse en marcha con las encías desnudas, pero se supone que no pues poco después insistió en el intento y tuvo que dar cuenta ante otra patrulla de la Policía Municipal. No consta que hubiese un tercer intento por parte del motorista ni de que alguien haya depositado tan preciado añadido en la Oficina de Objetos Perdidos.