La reacción del paciente ante la situación dental variará dependiendo de su estado emocional (1). Igualmente su comportamiento, su receptividad a nuestras instrucciones y su sensibilidad dolorosa frente a las distintas maniobras terapéuticas varían de un paciente a otro.
La psicología diferencia entre dos conceptos:
Ansiedad: reacción emocional (tensión, malestar, sudoración…) producida por la percepción y anticipación de un peligro o amenaza.
Temor: tensión ante una causa real.
Hago esta aclaración para dejar claro que puede existir malestar (tensión, miedo…) en el paciente, a pesar de que la situación no sea «realmente» amenazante. Por tanto, tenemos que tener presente que el paciente verdaderamente lo está pasando mal, aunque la situación no lo justifique, como, por ejemplo, ante una simple revisión bucal (2).
En el miedo interviene más la interpretación que cada uno hacemos de la situación que de la situación en sí misma.
Existen distintos grados de ansiedad (3):
–Ansiedad adaptativa: se refiere a un cierto grado de activación «normal» que se produce para poder afrontar de forma efectiva una situación nueva o desconocida (4). Nos prepara para poder poner nuestros recursos a nuestra disposición y solucionar o afrontar la situación de la forma más efectiva posible.
–Ansiedad media-alta: la ansiedad es menos adaptativa porque es tan alta que no nos permite utilizar nuestros recursos al cien por cien (5). Aunque no es tan alta como para huir de la situación que crea el sentimiento y se consigue afrontar, pero experimentando más ansiedad de lo que la situación en sí requiere.
–Ansiedad incapacitante-bloqueante (fobia dental): es tan alta la ansiedad y el miedo que uno se siente incapaz de afrontar la situación y se evita tener que afrontarla todo lo que se puede (6). Estos pacientes prefieren perder todas sus piezas dentales y seguir con el dolor antes que asistir al dentista. Lo más frecuente es encontrarnos con el paciente fóbico en una situación bucodental muy decadente o, lo normal es que ni siquiera se presente.
A pesar de que, paradójicamente, el paciente obtiene lo que teme con su conducta de miedo (más dolor, más tiempo de consulta, más molestias), muchas veces, sobre todo cuando la ansiedad es muy alta, el paciente no puede tranquilizarse con solamente unas palabras cariñosas del equipo odontológico. Cuando alcanza índices muy elevados de ansiedad, el paciente necesitaría seguir un tratamiento psicoterapéutico en el que aprenderá a eliminar la ansiedad.
Sin embargo, cuando la ansiedad es menor, unas buenas habilidades del equipo sí pueden hacer que la experiencia odontológica sea más positiva y reducir con ello el temor a la situación odontológica (7,8).
Cuando los pacientes presentan síntomas evidentes de nerviosismo, debemos tratar de tener un tacto especial y permanecer muy atentos a sus reacciones y temores.
PROTOCOLO DE ACTUACIÓN ANTE EL PACIENTE ANSIOSO:
1. Prevenir la evitación, huída, escape (evitar que el paciente no acuda a la cita):
Continuidad de citas, lo más próximas.
Atenderles lo antes posible sin hacerles esperar.
Que no se vayan sin exponerse algo a la situación dental. Lo más probable es que el paciente, dependiendo de su grado de fobia, no quiera hacerse nada.
Duración de consulta corta, pero que permanezca en la situación dental el tiempo suficiente como para que el organismo pueda reducir su malestar y desensibilizarse a la situación odontológica.
Que experimenten la situación lo menos molesta posible.
Que se vayan con el mejor recuerdo posible.
2. Detectar qué estímulos le provocan la fobia y manejarlo, buscando, junto con el paciente, una solución más cómoda.
3. Cuidar mucho la comunicación verbal y no verbal:
No dar señales de aburrimiento, fastidio, dolor próximo, cuchicheos o miradas entre el equipo.
¡No dejar solo al paciente! (no sólo físicamente).
Estar en comunicación constante con el paciente y al corriente de su bienestar.
Ser asertivo: «sería bueno», «conviene», «yo haría», «le vendría bien», «suele ser mejor»…
4. Ir dando información al paciente durante el tratamiento: lo que va a pasar, lo que va a molestar o no, cuándo, cuánto tiempo… (si aún así el paciente no acepta el tratamiento, no se hace). Si la ansiedad se produce ante un estímulo novedoso, que conozca el entorno dental: los instrumentos que vas usando, para qué sirven, qué va a sentir. «Saber» permite controlar la situación y relaja.
Ejemplo: cuando cogemos la cánula de aspiración le diremos que no produce ninguna molestia y que sirve para aspirar el agua que se expulsa por la turbina.
5. La distracción es una técnica útil y rápida. Tranquilizar con palabras y gestos, como una sonrisa o un chiste oportuno, bromeando con la situación. Reír produce una inmediata sensación de bienestar, por lo que es un potente remedio contra el estrés y el nerviosismo.
Ejemplo: cuando el paciente está tenso y se lleva un rato trabajando en la boca, simplemente preguntándole: «¿qué tal?, ¿está vivo?»; el paciente sonríe y se tranquiliza un poco.
Tratar de hablarles de temas que les interesen, de sus hijos, su trabajo, su actividad de ocio, deportes, etc.; que mire a un punto fijo…
6. Tranquilizar con técnicas de respiración y relajación; respirando profundamente tres o cuatro veces se logra una relajación inmediata. Enseñarles a abrir la boca sin tensar porque esto producirá un dolor mandibular innecesario que no permitirá que la experiencia de la intervención sea positiva. Parar un poco para relajar hombros, cuello, frente…
Ejemplo: «respira profundamente y por la nariz, imagina tus pulmones llenándose como globos de aire y deshinchándose al expulsar el aire y con él la tensión»
7. Es importante proporcionarle una manera de comunicación sin mover la cabeza, ya que no pueden hablar. Saber que se puede comunicar de alguna forma y que cuando quiera puede parar, proporciona cierto control y, en consecuencia, relajación.
Ejemplo: «si quieres parar o decir algo sólo tienes que levantar la mano izquierda».
8. Es muy importante que se sienta en buenas manos, que transmitas la sensación de que sabes lo que estás haciendo.
9. Procurar que los pacientes entren solos a la consulta, sobre todo cuando van a realizarse un tratamiento complejo.
10. Técnica de auto-instrucciones: animarle a que se repita mentalmente frases que le tranquilicen.
TERMINOLOGÍA DE ODONTOLOGÍA EMOCIONAL:
Coaching: método que consiste en acompañar, instruir y entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas.
Insight: percepción o entendimiento. Se usa para designar la comprensión de algo.
Liderazgo: conjunto de habilidades directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el logro de metas y objetivos.
Objetivos: fines o propósitos de algún ser, alguna institución o alguna organización.
Satisfacción: estado del cerebro producido por una mayor o menor optimización de la retroalimentación cerebral, en donde las diferentes regiones compensan su potencial energético, dando la sensación de plenitud.
Consultoría y sugerencias
Consulta: He conseguido que un paciente con ansiedad se realice el tratamiento dental, pero cuando acude a la consulta al final no me deja realizarle el tratamiento. ¿Qué puedo hacer?
Respuesta: Procura que el paciente no se vaya sin exponerse algo a la situación dental, comenzando por experimentar con situaciones lo menos molestas posibles.
Planifica citas de corta duración, pero que permanezca en la situación dental el tiempo suficiente como para que el organismo pueda reducir su malestar.
Que el paciente siempre se marche de la consulta con el mejor recuerdo posible.
Si necesitas apoyo, contacta con un coach especializado en Psicología en Odontología.
Si desea enviar alguna consulta para que le asesoremos o desea sugerir algún tema para ser tratado en esta sección de Odontología Emocional puede enviarnos un email a: helgamediavilla@psicodent.org.
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[accordion_item title =»Bibliografía»]
1. Mediavilla H. ¿Sabe comunicarse con su paciente? Relación con el paciente en Odontología. Editorial Bellisco. Madrid. 2002.
2. Utrilla M, Mediavilla H. Manual de comunicación en Odontología. Ediciones Mayo. Barcelona. 2014
3. Utrilla M, Viñals P, Carralero I. Gestión en Odontología. Editorial Bellisco. Madrid. 2010.
4. Mediavilla H. Tener o no tener miedo al dentista. Dental Practice Report 2013; 8 (2); 24-30.
5. Vermaire JH, de Jongh A, Aartman IHA. Dental anxiety and quality of life: the effect of dental treatment. Community Dent Oral Epidemiol 2008; 36: 409-416.
6. Armfield JM. A preliminary investigation of the relationship of dental fear to other specific fears, general fearfulness, disgust sensitivity and harm sensitivity. Community Dent Oral Epidemiol 2008, 36: 128-136.
7. Heaton L, Carlson CH, Smith T. Predicting anxiety during dental treatment using patients self-reports. Less is more. J Am Dent Assoc 2007; 138: 188-195.
8. Samorodnitzky G, Levin L. Self-assessed dental status, oral behaviour, DMF and dental anxiety. J Dent Educ 2005; 69 (12): 1385-1388.
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