Ávila Mañas también hace alarde de esa amistad tan acusada en el pasado. «Yo también tengo con Juan una amistad de más de treinta años, hemos convivido en muchos congresos y viajes de negocios, y hemos hecho gran amistad con las mujeres y los hijos, y seguimos teniéndola, lo que pasa es que ahora mismo él está jubilado y yo sigo trabajando, pero yo siempre pregunto por él y me intereso realmente, porque hemos pasado muy buenos ratos y también otros de mucha tristeza». En este momento el protésico tiene que interrumpir su exposición porque los ojos se le llenan de lágrimas, probablemente recordando la muerte de su gran amigo José Tébar.
Según Javier Castillo hay algo que ha cambiado el mundo en estos cinco lustros: Internet. «Antes había una forma tradicional de comercio, había tiempo para visitar al profesional y te escuchaba, agradecía tu visita porque era una persona enamorada de su trabajo, emocionada por el hecho de que le trajeras una nueva herramienta. Todo eso ha pasado a la historia debido a la globalización y, sobre todo, a Internet. Ahora ese señor que va a visitar al dentista tiene un tiempo muy ajustado y además no es un profesional, es un asalariado al mínimo coste porque hoy en día no hay tiempo ni para darle formación. Se ha producido un cambio tan rápido que hoy en día no existe una legislación que ampare a los que contemplamos la ley, y de nada sirve que te tires dos años investigando para sacar un nuevo equipo si luego te lo copian con el máximo descaro: se te rompe toda ilusión. Ahora todo se basa en sacar algo al mercado lo más barato posible porque luego vienen los del otro continente y te lo fusilan. Y esto ocurre porque en nuestra industria estamos controlados por el Ministerio de Sanidad, que nos hace cuatro revisiones al año sin previo aviso para ver trazabilidad del producto, para comprobar de dónde vienen las materias primas… Aquí todo tiene que tener un férreo control, pero luego te encuentras con que entran productos de fuera sin ningún control, es algo que me llega al alma. ¿Por qué se hace un control absoluto de lo que yo hago y no lo hay de lo que llega de fuera, que es una competencia directa mía? Y claro luego te viene el dentista y te pregunta que por qué tú no tienes los precios que tienen los chinos. Pues porque Fedesa está en España, en Europa, y tenemos la legislación, los materiales, los sueldos, los impuestos y las calidades europeas, y nadie sabe lo que sufre un español para ser competitivo con lo que viene del otro mundo que tanto estiman».
¿Y los higienistas?
¿Dónde estaba el higienista dental hace veintinco años?, pregunta, y no de forma retórica, José Luis del Moral. Respuesta que le corresponde a César Calvo Rocha, el único representante de la sala de esta rama dental. «Mi carrera arranca cuando entro a formar parte del Comité Científico de GACETA DENTAL, que coincide con el despegue de la profesión de higienista dental en España. A mí me ha tocado vivir esa evolución, que dio lugar al nacimiento de mi profesión. Echar la vista veinticinco años atrás significa recordar las muchas batallas que hemos librado para conseguir estar donde hoy estamos. En este tiempo hemos pasado de no existir a existir. El higienista tuvo un comienzo muy difícil porque antiguamente el auxiliar era el que ejercía este papel en la clínica y muchos dentistas tenían miedo a esta nueva figura. Por aquel entonces, cuando acudíamos a congresos o cursos, nos hacíamos con GACETA DENTAL a través del dentista de turno, y fue para nosotros un verdadero orgullo cuando el higienista empezó a recibir la publicación a su nombre, porque la gente quería formarse e informarse, y GACETA DENTAL contribuía a ello», evoca César Calvo.
«Por otro lado –prosigue el higienista de la Clínica Sada–, yo he notado un gran cambio en la mentalidad del paciente. En estos veinticinco años se ha perdido el respeto por la profesión, por lo que es el tratamiento en clínica y el tiempo del profesional. Antes se respetaba la importancia de tener una cita, el paciente estaba un cuarto de hora antes en la consulta, y ahora ni siquiera se presenta y no te avisa porque se piensa que su tiempo es más importante que el tuyo. Y como apuntabais anteriormente, también se ha perdido el respeto entre profesionales, sobre todo entre los de las nuevas generaciones. Antes no se criticaba el trabajo de un compañero y ahora te llegan pacientes pidiéndote una segunda opinión sobre cualquier cosa porque fulanito le ha dicho que está mal hecho. A mí me choca esa falta de compañerismo».
Según Ávila Mañas, también el protésico ha tenido que luchar mucho en España porque antes no eran reconocidos por el dentista. «Hace veinticinco años había dos tipos de protésicos, el que se dedicaba a hacer prótesis a dentistas y el que hacía la prótesis mixta, es decir, el que, además, luego se dedicaba a hacer sus trabajitos. Lógicamente esto era intrusismo profesional y antes esto estaba muy extendido. Era una profesión muy bonita, pero no había ninguna formación, el técnico aprendía a base de ir a un laboratorio y hacer prácticas, hasta que salió la titulación. Pero esta profesión es, en un noventa y cinco por ciento, práctica, es artesanía pura, sobre todo en los tiempos en que no existían las tecnologías con las que contamos hoy».
La docencia, ayer y hoy
Victoriano Serrano Cuenca, como profesor de la Universidad Complutense, nos cuenta cómo era la docencia hace un cuarto de siglo. «Llevo treinta y tres años en la Facultad de Odontología Complutense. En aquella época había una grandísima ilusión por parte de los estudiantes, muchos de ellos vocacionales, aunque también llevados por la cuestión crematística. Sin embargo, ahora lo que vemos es una grandísima preocupación, la situación actual no tiene nada que ver a la de hace, ya no veintinco años, sino quince, y los alumnos están viendo que las posibilidades de trabajar son escasas, y menos en condiciones dignas. Y esto se está produciendo en un momento en el que están saliendo las promociones más preparadas y mejor formadas, porque también la universidad ha evolucionado y a lo largo de estos años se ha producido un hito, que es la estrada en España del Plan Bolonia, lo que ha dado un giro total a la docencia, permitiendo que el alumno aprenda a estudiar, a razonar y a formarse por sí mismo. Y ahora nos encontramos con la plétora profesional porque en estos veinticinco años se ha creado un boom de facultades de Odontología en España, principalmente privadas, pero también públicas –ahora mismo tenemos alrededor de doce públicas y ocho privadas–, porque todas las autonomías querían tener una facultad, y en muchas ocasiones no tenían ningún sentido con el coste que supone su creación. Debemos tener en cuenta que todos los españoles, con nuestros impuestos, estamos pagando a muchísimos profesionales que salen de esas universidades para luego tener que irse al extranjero. Un estudiante de Odontología puede salir por unos setenta u ochenta mil euros a las arcas públicas, y países como Inglaterra o Francia se están frotando las manos porque se están ahorrando un dineral en formación. Ahora, los profesionales que salen de la universidad ya no pueden montar una clínica propia y están sometidos a trabajar en otras clínicas o en franquicias o a irse al extranjero o trabajar en otra cosa, y un diez por ciento de los alumnos que salen se están dedicando ya a otra cosa, y ya no digo que estén ejerciendo como auxiliares o higienistas, sino como camareros, cuando están perfectamente formados para ser grandes odontólogos».
¿Y ahora qué?
En este momento de la tertulia gana terreno la actualidad del sector. ¿Y ahora qué? «Pues ahora estamos en crisis», sentencia Javier Castillo. «Mi empresa –dice– lleva sufriendo los efectos de esta crisis desde finales de dos mil ocho, aunque por fin ahora parece que estamos empezando a ver la luz, y desde septiembre y octubre tengo bastante trabajo, no solamente para España, porque afortunadamente mi patria es el mundo y esto ha sido mi salvación cuando ha llegado la crisis. Yo vendo a través de mis distribuidores y a partir del uno de enero de dos mil nueve dejaron de hacer pedidos, no me ponían ni un correo ni un fax ni nada de nada. Antes, se vendía hasta lo que se tenía en un rincón y estaba amarilleando el sol y, en ese momento, me vi muy apurado. Hay que ser fabricante para saber lo que supone esto, porque cuando tienes un ritmo de fabricación, de suministro a todos tus distribuidores, y cuando todo esto se para radicalmente, se produce un crack, no solamente de producto, al que no puedes dar salida, sino que todo ese personal, capaz de generar unos tres mil equipos anuales, te sobra por todos los lados, y hay que modificar todo el modelo de negocio rápidamente para seguir vivo. Fedesa ocupa más de la mitad del mercado, con lo cual, el que Fedesa cayera significaba que alguien se llevase ese trocito de pastel, por lo que había muchos intereses en que esto ocurriera, pero lo superamos y al final seguimos aquí».
Según Victoriano Serrano, «lo triste es que hay innumerables profesionales fichados por franquicias en las que es imposible trabajar con un buen material con el precio que se le está cobrando al paciente, y utilizan un composite que no está respaldando por ningún tipo de estudio, implantes sin ningún control y sin un proceso de fabricación adecuado. Estamos en un momento en el que vale todo, y el buen profesional es el que más palos se lleva porque sus pacientes se van a las clínicas más baratas. Así que la crisis económica se está llevando la calidad de la Odontología».
«Hay un desastre de precios –corrobora Antonio Ávila–, vemos anuncios de prótesis, que las hacen en China o Estambul, por treinta o cuarenta euros. Que me expliquen cómo se hace eso porque yo no lo entiendo. Sin calidad ni certificados, claro, porque los dentistas que están trabajando con estos materiales no saben ni lo que están poniendo en la boca y no les importa, el caso es seguir trabajando a cualquier precio».
Pero para Victoriano Serrano lo peor que se puede hacer es perder la esperanza en el sector, en las nuevas generaciones. «Todavía hay gente como la doctora Patricia Bermejo Caballero, que es una chica que está organizando los foros ‘Salvemos la Odontología’, formados por gente joven que se está rebelando ante la situación actual. Hace poco asistí a una de estas reuniones sobre el númerus clausus cuyo manifiesto aportado por esta mujer fue sobrecogedor. Decía cómo se formó, terminó sus estudios y fue a parar a una de estas franquicias, donde se machacaba su dignidad, no por la situación laboral, sino por la obligación de hacer cosas que no había que realizar, es decir, por el sobretratamiento. Y esta chica, que se tuvo que ir a Francia a trabajar, se considera una exiliada».
Buscando las diferencias entre los tiempos del nacimiento de GACETA DENTAL y los actuales, Juan Schmidt introduce en la conversación su comentario con chispa: «Pues yo la mayor diferencia que veo con respecto a hace veinticinco años es el mayor grosor de GACETA DENTAL», bromea, «yo creo que antes ahorrabais papel, publicabais dos hojitas y os quedabais tan contentos, pero ahora, por el mismo precio, gratis, nos hacéis llegar algo mucho más grueso, y eso se agradece, y además lo enviáis a mucha más gente, a higienistas dentales, protésicos, a los ‘tontos’ de los depósitos dentales, y encima lo hacéis gratis. ¡Es maravilloso!»
Con vistas al futuro
Es momento de echarle algo de imaginación futurista a la conversación. «Internet ha supuesto un cambio brutal en todos los aspectos de la Odontología –afirma José María Herranz–, pero aún ha supuesto un cambio mayor en el sector periodístico. Yo he vivido toda esa evolución porque empecé a trabajar en el mundo de la información con catorce años, en el cincuenta y cuatro, cuando no existía la película y contábamos con placas de cristal, con la estereotipia, la linotipia, el fotograbado… y de repente surge Internet. GACETA DENTAL siempre ha sabido adaptarse a todos estos cambios. Tenemos una hemeroteca desde el año dos mil y hemos estado evolucionando continuamente al lado del sector».
«Y seguimos evolucionando –afirma Ignacio Rojas– y ahora, con la crisis general y la de nuestro sector periodístico en particular, hemos decidido apostar por la multicanalidad. Hace veinticino años, GACETA DENTAL era una revista de papel, pero hoy es mucho más que eso, hoy ofrecemos nuestro conocimiento y experiencia a través de todos los canales y soportes posibles (papel, digital y eventos), porque sabemos que el futuro de los negocios es social, pasa por generar contenidos de interés para los lectores, que sean rentables para nuestros clientes a través de la multicanalidad que permiten las nuevas formas de comunicación».
Para finalizar, José Luis del Moral quiso agradecer a los anunciantes, representados por Ávila Mañas, Javier Castillo y Juan Schmidt, «el hecho de que GACETA DENTAL pueda cumplir veinticinco años, porque vuestras empresas, entre otras muchas del sector, han apostado desde el principio por nuestra revista».
25 años de GACETA DENTAL, por el Dr. Alfonso Villa Vigil
GACETA DENTAL cumple 25 años: un periodo muy largo para una revista sectorial y multiprofesional en unos tiempos de crisis en el que los costes editoriales, y sobre todo de distribución, crecen sin freno, mientras que los ingresos por la publicidad tienden a reducirse al tener que afrontar el crecimiento del número de ejemplares y repartirse con otras tentativas editoriales, legítimas, pero probablemente arriesgadas para sí y para las competidoras que ya estaban, al aproximarse, si no sobrepasar, el límite económico crítico para la subsistencia.
En estos 25 años, la profesión de dentista ha experimentado un vuelco impensable y para mal: el necesario incremento del número de profesionales, entonces escasos, se ha tornado en un despropósito, al superarse con creces las necesidades y, habiendo ya un paro importante, seguir creándose facultades de Odontología en ejemplar demostración de falta de planificación e irresponsabilidad, porque el coste de formación de un dentista es altísimo, y van a ser otros países, menos inconscientes que el nuestro, los que se beneficien y lucren de nuestra inversión, al no haber cabida en España para tantos dentistas. Además, se ha destrozado el modelo clásico de ejercicio liberal, basado en la vocación y en la ética, por un modelo empresarial, guiado por el economicismo, que prioriza el afán de lucro y con modales éticamente indecentes en la competitividad (ofrecimientos publicitarios imposibles y desfigurados en la letra pequeña, como las «garantías de por vida de las prótesis», que se limitan al producto sanitario y no, como se aparenta arteramente, al tratamiento rehabilitador o protésico; gratuidades ficticias, como las de pulidos de obturaciones o quitar puntos, que son conceptualmente parte de las obturaciones y de los servicios de sutura, ya incluidos en los honorarios de estos actos, etc.), proliferación de falsos seguros (que no aseguran, porque no comportan riesgo para la aseguradora, sino que son auténticos planes de descuento que disfrazan de «franquicia» lo que es un coste total), contratos leoninos en el formato, en el contenido, en los honorarios y en las condiciones, etc. Todo cuando podamos decir negativamente de la evolución de nuestra profesión viene de ahí y de la negativa de nuestros sucesivos Gobiernos (centrales y autonómicos) a abordar valientemente una necesidad que antes, cuando empezamos a pedirla, era a largo plazo, y hoy es una calamidad irreversible, porque en 2020 habrá 40.000 dentistas y unos 10.000 no tendrán trabajo, mientras más de 5.000 serán una versión moderna de la esclavitud a que conduce una política económica ultraliberal que confía a las leyes del mercado, esencialmente amorales, en el credo intocable de nuestra convivencia.
GACETA DENTAL se ha ganado su sitio y se ha hecho respetar por su voluntad integradora de todas las profesiones sanitarias involucradas en la salud estomatognática, tanto asistenciales (dentistas, sean odontólogos o estomatólogos, e higienistas bucodentales), como de laboratorios fabricantes (protésicos dentales), y ha exhibido una permanente y acertada voluntad conciliadora en nuestros conflictos y desavenencias interprofesionales, inevitables en un sector en el que crece la oferta y mengua la demanda.
Por ello quiero trasladar mi felicitación y la de todo el Consejo General que represento, nuestra admiración, y nuestro deseo que dentro de otros 25 años ya otras personas rememoren la continuidad de tan espléndido y constructivo instrumento de comunicación y conocimiento en nuestro sector.
Los invitados, uno a uno
• Antonio Ávila Mañas. Técnico Superior en Prótesis Dental. Director del Laboratorio Ávila Mañas.
• César Calvo Rocha. Higienista Dental de la Clínica Sada. Secretario del Colegio Profesional de Higienistas Dentales de la Comunidad de Madrid.
• Javier Castillo Fernández. Director general de Fedesa.
• Juan Schmidt López. Presidente de Casa Schmidt.
• Victoriano Serrano Cuenca. Estomatólogo. Profesor en la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
• José María Herranz. Presidente honorífico de GACETA DENTAL.
• Ignacio Rojas. Director general de Peldaño, empresa editora de GACETA DENTAL.