Seis expertos debaten acerca de la digitalización odontológica
Las nuevas tecnologías aplicadas a la Odontología permiten optimizar el diagnóstico y el tratamiento, y promueven la implantación de procesos más eficientes. Sin embargo, tanto el perfil de algunos profesionales conservadores, como la falta de recursos económicos, ponen trabas a la digitalización de las clínicas. De estos aspectos hemos hablado con seis especialistas en tecnología odontológica que esperan con anhelo la tecnificación que, sin duda, se va a producir, aunque, por desgracia, más tarde de lo deseable.
En las últimas décadas se ha producido un vertiginoso avance de la tecnología odontológica que empuja a los profesionales a actualizarse, renovarse y modernizarse. Esta realidad, unida a la coyuntura económica por la que pasa el sector y que impide, en muchos casos, poder efectuar inversiones en aparatos tecnológicos, ha dado lugar a un interesante debate entre profesionales, que se preguntan si realmente es necesaria la incorporación de todo aquello que la industria lanza al mercado. Por eso, desde GACETA DENTAL, hemos querido dedicar un desayuno de trabajo a este tema para esclarecer cuáles son las tecnologías que realmente funcionan y contribuyen a mejorar el proceso asistencial de las clínicas dentales. Para ello, hemos reunido a los doctores Luis Cuadrado y Antonio Bowen, en representación de la Sociedad Española de Odontología Computarizada (SOCE) y la Sociedad Española de Láser Odontoestomatológico (SELO), respectivamente, así como a la doctora Elena Cabrera, asesora científica de productos dentales de 3M Health Care; Guillermo Larrosa, especialista 3D y responsable de marketing de Carestream Dental; José Ávila Crespo, especialista en tecnología CAD-CAM del laboratorio protésico Ávila Mañas; y Jorge Cabanas, vicepresidente de Desarrollo Tecnológico de Nemotec.
Crisis y tecnificación
Luis Cuadrado, representante de la SOCE, es el encargado de romper el hielo e introducirnos en el tema de debate: «La tecnología está demostrando que funciona, los aparatos digitales te ofrecen una serie de prestaciones y facilidades con las que no contábamos hasta ahora, simplificando mucho los procesos. Pero la necesaria inversión tecnológica precisa de una generación de recursos económicos por parte de las clínicas dentales y hoy en día, con la crisis, es muy difícil generar suficientes recursos como para poder realizar estas inversiones, lo que es lamentable. La parte positiva es que ya estamos viendo brotes verdes y yo creo que este año va a ser muy bueno para el sector».
Según José Ávila Crespo, del laboratorio Ávila Mañas, «estamos viviendo un momento dulce, enriquecedor y motivante por la renovación tecnológica que se está produciendo, y al mismo tiempo, hay una parte muy amarga y frustrante de todo esto por la falta de recursos económicos que ha generado la crisis. Estamos sumergidos en la tecnificación en todos los aspectos de nuestra vida. Hoy en día, el hecho de que no te contesten a un Whatsapp en 10 segundos ya no nos parece normal, y todo esto está estresando a la sociedad de una manera brutal, y este mismo estrés lo estamos viviendo en laboratorios y clínicas. Es difícil llegar al equilibrio entre crisis financiera y revolución tecnológica al no tener recursos en un momento en el que la industria nos está empujando a la inversión en tecnología. Por eso tenemos que sentarnos y analizar, para poner en orden y saber en qué punto nos encontramos. El modelo de negocio está cambiando y tanto las clínicas como los laboratorios nos sentimos amenazados. En este escenario entran nuevos actores y ahora tenemos que estar muy pendientes de la formación, porque va a ser la que nos dará la capacidad de previsión y nos permitirá posicionarnos ante este cambio».
«Y el que consiga posicionarse al lado de la tecnología, logrará aportar un elemento diferenciador», afirma la odontóloga y asesora científica de 3M, Elena Cabrera. «Desde el punto de vista de los grupos de clínicas que están proliferando, el aspecto tecnológico supone una forma de diferenciarse y aquella clínica que apueste por la tecnología, el que sí esté dispuesto y tenga la capacidad para dar ese salto de calidad, se diferenciará ante los pacientes».
El vicepresidente de Desarrollo Tecnológico de Nemotec, Jorge Cabanas, toma el relevo de la conversación y señala que «hay clínicas que sí se adaptan a la tecnología, que se han dado cuenta de que es necesaria en su práctica clínica para dar excelencia, que es una herramienta realmente útil, pero también requiere tiempo y unas cualificaciones que no siempre se tienen, porque el manejo del nuevo instrumental requiere una formación continua dirigida al profesional o a su equipo». Y es en este punto cuando sale a debate uno de los problemas implícitos en la adquisición de nuevas tecnologías: la falta de tiempo para formarse e informarse sobre las diversas posibilidades que nos brinda la industria.
Tiempo de formación
Para Luis Cuadrado «el sector dental, como el de la empresa o el del laboratorio, ha cambiado, y con la crisis, el modelo de negocio se ha transformado, y el tiempo que se necesita, la curva de aprendizaje que requieren muchos de estos aparatos, te resta tiempo de tratamiento».
Según el representante de la SELO, Antonio Bowen, «la formación es básica y cualquiera que quiera adquirir una nueva tecnología sabe que debe realizar una formación previa y una investigación, buscar el producto, conocer su calidad y aprender a utilizarlo. Ahora bien, actualmente, y de cara a un futuro, el dentista no tiene capacidad para acceder a esa formación. La sanidad cumple una función asistencial, investigadora y de formación obligatoria, pero ¿puede un dentista realmente en el año 2014 dedicar un tiempo a su formación, a su investigación? Yo creo que no porque el modelo de negocio en el que nos estamos metiendo es exclusivamente asistencial».
Al respecto, Cuadrado niega que la coyuntura económica sea la responsable de esta realidad. «Aunque la crisis ha afectado, tampoco creo que haya sido determinante, sino que se trata de un problema estructural del sector. Hay que redefinir el modelo de clínica dental, la interrelación entre los profesionales y la propia industria, para que todo esto se desarrolle».
Por otro lado, Guillermo Larrosa, experto en tecnología 3D y responsable de marketing de Carestream, señala otro problema que suma trabas a la implantación de la digitalización en las clínicas dentales, y expone que «el odontólogo tiene que saber un poquito de informática y esto no siempre ocurre. Muchas veces nos olvidamos de que estas máquinas requieren de conceptos, y aunque son sencillas, se sirven de una serie de soportes informáticos. Y si bien un dentista no tiene que ser un Bill Gates, sí tiene que tener unos conceptos informáticos básicos, tiene que saber qué es un fichero, cómo exportar las imágenes o cómo abrir un enlace. Además, nosotros utilizamos mucho la formación vía Internet, y hay muchos profesionales que están lejos de estos conceptos. Los profesionales que no son capaces de tener unos conocimientos informáticos mínimos tienen que contar con alguien dentro de su equipo que asuma este papel. Se trata de cambiar la mentalidad y dedicar tiempo a la formación para sacar el máximo partido a la tecnología».
Ante la evidencia de que estamos ante un problema formativo de base, José Luis del Moral, director de GACETA DENTAL y moderador del debate, pregunta a los asistentes si es labor de las universidades impartir los conocimientos necesarios para el manejo de las nuevas tecnologías. Al respecto, Bowen señala que «solamente se tocan estos temas en postgrado».
Según Guillermo Larrosa, «las universidades no tienen ni interés ni capacidad, porque la crisis también las ha afectado. Mientras que las públicas no tienen recursos para acceder a la tecnología, las privadas, aunque tengan los medios, tampoco realizan formación en este sentido, no está contemplada en el plan de estudios y utilizan la tecnología para las clínicas universitarias, pero no para formar a los alumnos. Nosotros tenemos acuerdos de colaboración con universidades y hemos ayudado tecnológicamente, y lo que invertimos, ya no solo económicamente, sino de tiempo, esfuerzo o motivación, luego no llega, o llega a los cuatro años».
«Eso es cierto –ratifica Elena Cabrera–, porque yo estuve seis años trabajando en la Universidad Rey Juan Carlos y sé que allí tenéis un equipo, y sin embargo, los alumnos no tenían acceso a él».
Luis Cuadrado rompe una lanza a favor de las universidades y declara que «la formación en las universidades españolas es muy buena, tanto públicas como privadas, lo que pasa es que no existe la necesidad en pregrado de conocer una serie de informaciones que luego no vas a necesitar hasta postgrado. Yo estoy de acuerdo en que la integración de todos estos aparatos en la práctica de las clínicas universitarias sería formidable, pero es muy difícil llevar esto a cabo, así que no creo que se pueda acusar a las universidades de la falta de popularización de la alta tecnología, pero es cierto que a lo mejor sí que se puede empezar por ahí, porque el cambio de visión es urgente».