Parece ser que a estas alturas ya estamos todos informados al detalle de todo lo que sucede y si se trata de temas informáticos, pues más.
Debido a mi trabajo, empleo incontables horas buscando en la web y en múltiples ocasiones «encontrando» lo que no buscaba específicamente, pero que no puedo pasar por alto.
Por ello, a veces, uno se encuentra con información que, siendo aparentemente antigua u obsoleta, o de sobra conocida, aporta nuevos datos que permiten obtener una nueva perspectiva, y lo que es curioso, no sobre el tema que trata esa información sino sobre nosotros mismos.
Por lo menos es lo que me ha ocurrido recientemente al volver a leer la biografía de Steve Jobs, pero, en este caso, con detalles que otros habían pasado por alto o habían enfatizado de forma, digamos, sesgada por los gustos personales. Es de estas casualidades que encontré «allaboutstevejobs.com».
Una vez más me permitió hacer un repaso a la carrera profesional del mismo, pero, no solo eso, ya que el responsable de la página se había tomado la molestia de recopilar todas las apariciones públicas en las presentaciones de productos, tanto en las etapas de Apple como de Next (http://allaboutstevejobs.com/movies/stevejobskeynotes.php).
De nuevo, tengo que pedir disculpas porque la página está en inglés, pero, con la ayuda del traductor de Google y los subtítulos automáticos de Youtube, uno puede llegar a hacerse una idea bastante aproximada.
El caso es que descubrí que no todo había sido un camino de rosas y no sólo en el sentido extrictamente profesional o personal en la vida de Steve, sino en el desarrollo tecnológico propiamente dicho.
No voy a relatar aquí el contenido de la página, pero sí me parece muy interesante descubrir que, aunque los «dioses» de la tecnología parecen tener la sartén por el mango, en realidad, son tan víctimas de la incertidumbre como el resto de los mortales, y que tanto Apple como grandes firmas como IBM, Xerox o el propio Microsoft, han «metido la pata» hasta el fondo en múltiples ocasiones estas últimas décadas.
Todo ello me tranquilizó en cierto modo y me devolvió la confianza en que, al fin y al cabo, no he sido tan torpe después de todo.
Por supuesto, las grandes firmas, los medios de comunicación y nuestro cuñado el informático nos intentan convencer continuamente de que el futuro está a la vuelta de la esquina y de que están resueltas una serie de cosas que en realidad no lo están.
Todo ello nos lleva, en demasiadas ocasiones, a correr hacia adelante y es, en gran medida, la causa del «desprecio» hacia cualquier tecnología (informáticamente hablando) que tiene más de, digamos, cuatro o cinco años.
El resultado es que el que más o el que menos tiene rondando por casa o por la clínica algún ordenador «muerto de risa» en alguna esquina. Así que veamos cómo deshacernos de él conservando algo de dignidad en el proceso.
Los consejos o propuestas que vienen a continuación valen no sólo para ordenadores, sino para otros aparatos como impresoras, escáneres y demás periféricos.
Yo personalmente conservo un Macintosh SE que, si bien no fue el primero, tiene la misma forma exterior, por lo que también vale. Conservo además un iMac DV (de los de colores) y el primer iMac de pantalla plana (el que parecía una lámpara de mesa), por supuesto, por motivos sentimentales.
1. Haz feliz a alguien de tu entorno
Pregunta si a alguno de tus allegados le gustaría conservar algún modelo concreto si es lo suficientemente antiguo, uno de los primeros PC de IBM, uno de los primeros Mac o, incluso, algún Commodore o Spectrum.
2. Dónalo a alguien que no tenga ordenador
Si no es el caso anterior y el ordenador no es tan antiguo, digamos, tiene 6 o 7 años, aún sirve para navegar por internet. Incluso equipos con diez años y Windows XP, aun son medianamente competentes para esa tarea, por lo que pueden resultar de gran interés en el sector educativo.
Por eso, quizá una de las salidas más dignas sea la donación a alguien a quien le puede resultar realmente útil. No tengo gran experiencia con ONGs y asociaciones que se dediquen a esto, pero siempre se puede hablar con Caritas, o podemos tomarnos la molestia de buscar por nuestra cuenta. El ordenador nos lo agradecerá, el destinatario nos lo agradecerá y nuestra conciencia nos lo agradecerá.
Supongo que, en muchas ocasiones, nos frena la idea de que ese ordenador ya no sirve para nada y que va a ser un estorbo para cualquiera. Cuando nos asalte esta idea, recomiendo que la próxima vez que vayamos a un centro comercial, sobre todo si se trata de alguna cadena grande, nos fijemos en las pantallas de los puntos de cobro y veamos cómo de actualizadas están.
3. «Pecea» un Mac
Probablemente tenemos algún ordenador de Apple por ahí, quizá un portátil al que ya no le funciona la batería o el lector de DVD. Pues bien, fijémonos primero si lleva procesador Intel (pequeña consulta a Google y listo). Si es así, casi con toda probabilidad se le puede instalar Windows XP y puedo asegurar que hará un papel extraordinario como PC, cuando ya haya dejado de ser excitante como Mac.
4. Dona tiempo de procesador
Sea PC o Mac, hay toda una serie de iniciativas en internet que aceptan donaciones de «tiempo de proceso», es decir, utilizan esa capacidad de proceso que no utilizamos en un momento dado para ayudarles con sus cálculos. Aunque estos programas son inocuos y funcionan de forma silenciosa en «background», alguno puede sentirse incómodo sabiendo que por «ahí detrás» hay un programilla haciendo de las suyas, sin embargo, los requisitos de este tipo de iniciativas suelen ser bastante discretos, por lo que «donar» un poco de gasto eléctrico y poner nuestro viejo ordenador a ayudar puede resultar interesante.
Entre este tipo de iniciativas encontramos temas de salud como la lucha contra el cáncer o la búsqueda de vida extraterrestre con el proyecto seti@home.
Esta última es especialmente interesante. Instalas un programa en el ordenador y ellos envían pequeños «paquetes» de información registrada por las radioantenas de diversos observatorios astronómicos para que sean procesados. Se trata de encontrar mensajes extraterrestres en las señales de radio que vagan por el espacio, con el añadido de que serás el primero en enterarte si tu ordenador es el que descifra el promer mensaje extraterrestre.
5. Resuelve el problema del almacenamiento
Cada vez estoy más convencido de que el problema de archivar (es decir, organizar) toda la información que estamos almacenando en forma de textos, fotografías, vídeos y demás, tiene un gran componente psicológico (no tan lejos del síndrome de Diógenes) que un viejo ordenador puede resolver de una manera noble y satisfactoria.
Primero compra un disco duro externo en condiciones, tres terabytes serán suficientes por el momento. Ahora enchúfalo a tu querido ordenador de uso diario, copia todo lo que puedas y que no hayas usado, digamos en el último mes, al disco externo. Desenchufa el disco externo y vuelve a enchufarlo en el viejo ordenador. Ni siquiera tienes que encenderlo. Vive tranquilo.
Repite esta operación cuando sea necesario, quizá una vez al mes. La próxima ocasión que tengas que «limpiar» tu ordenador de trabajo, no tendrás cargo de conciencia. Y es que, por algún motivo, la visión de un disco duro externo «per se» no ofrece la misma confianza que si lo vemos enchufado a una cpu.
6. Sé creativo con el hardware obsoleto
Ya he publicado en alguna ocasión cómo hay gente que se dedica a «montar» orquestas con disqueteras o impresoras para interpretar melodías de ayer y hoy (en Youtube hay multitud de ejemplos), pero podemos pensar en algunos otros usos que si bien no van a reemplazar a sus hermanos oficiales, sí pueden resultar divertidos y chocantes. He recopilado algunos que he encontrado en internet, pero cada uno puede desarrollar su creatividad al respecto.
Aún recuerdo cómo algunos utilizaban la bandeja del lector de CDs en los primeros tiempos. Puede parecer mentira, pero cuando empezaron a aparecer ordenadores con esta unidad lectora, mucha gente que no trabajaba estrictamente en el sector informático sino en tareas de administración o de otro tipo, descubrió que dándole a un botón en el frontal, salía una bandejita, deduciendo instantáneamente que se trataba de un posavasos y, de paso, celebrando el ingenio de los diseñadores de tales máquinas al haber pensado en algo tan útil.
Y, aunque todo esto está escrito en un tono de humor, la conclusión que podemos extraer es que, en cierto modo, en ocasiones, y tratándose de tecnología, debemos fiarnos de nuestro propio instinto y del sentido común por más que los gurús clamen por sus supuestos descubrimientos o avances y ahí van algunos ejemplos.