La experiencia de los voluntarios
Beatriz gutiérrez, coordinadora del Proyecto Dental, entrevista a Ramón domínguez-mompell y Álvaro paternina, odontólogos voluntarios durante el verano de 2013.
—¿Qué llevó a dos odontólogos de Madrid como vosotros a embarcaros en el Proyecto PSE/PSN?
—Ramón: La idea de poder ayudar y colaborar con una ONG siempre había sido un reto al que me apetecía enfrentarme. Sin embargo, ningún proyecto de los que conocía cumplía mis expectativas. Quizás por falta de información o quizás por mi juventud, es posible que no decidiera hacerlo hasta este año. Pero es verdad que el proyecto de PSN/PSE cumple con todos los valores y, por qué no decirlo, con todos los requisitos que una ONG debe cumplir.
—Álvaro: Hace ya cinco años, en la Comunidad Universitaria Francisco Javier, un grupo de compañeras del grupo volvieron de su experiencia en Camboya con los sentimientos a flor de piel, habiendo vivido una experiencia de vida, y fue eso lo que me motivó a conocer aquellas lejanas tierras, un país que llaman «El país de la sonrisa», pero que para un odontólogo eran sonrisas que tratar y dar calidad de vida a personas que te contaban que no podían comer por el dolor que sufrían.
—¿Cuál ha sido vuestra función durante el mes que habéis trabajado en Camboya como voluntarios?
—R: Nuestra labor consistía en colaborar de manera general con el proyecto dental.Debíamos aportar nuestra experiencia para ayudarles con la gestión de la clínica y, al mismo tiempo, servir como una ayuda extra en la realización de tratamientos dentales.Los niños que recibían tratamiento en la clínica de Phnom Penh eran aquéllos con problemas dentales más graves. El tratamiento era realizado por nosotros, junto con la Dra. Vanak, responsable camboyana de la clínica dental. Paralelamente, se desarrolló un plan de prevención para que todos los niños conocieran las instrucciones de higiene oral y técnicas básicas de cepillado.
—A: Efectivamente nuestra labor se desarrollaba en dos ámbitos: prevención y tratamiento odontológico. Tras la organización previa del cuadro mensual cada día teníamos unas funciones asignadas. Cada mañana unos iban a las duchas del centro para revisar a los niños que llegaban y seleccionar a los que iban a recibir tratamiento; otros se movían, junto con estudiantes de Odontología camboyanos, a los distintos centros y zonas rurales de Phnom Penh para impartir actividades de prevención a grupos de unos 15 niños durante 40 minutos.
—¿Qué dificultades os habéis encontrado en el día a día de la clínica?
—R y A: La primera, y la que más dificultades plantea cuando realizas un trabajo de cooperación en Odontología Social en países con un idioma desconocido, es la comunicación. Este problema se hace más evidente cuando el sesgo de población que se trata en la clínica son niños de entre 3 y 16 años. Por tanto, el no poder comunicarte para preguntar si les duele en algún sitio «Tanea chu trocni?» o explicarles qué es lo que se les va hacer, fue la mayor complicación a la que nos tuvimos que enfrentar. Otra dificultad que se planteó fue que, aún teniendo material suficiente, a veces eran tantos los casos que se veían por día que se tenía que parar para esperar los ciclos de esterilización.
La barrera del idioma se resolvió gracias a la ayuda de estudiantes de Odontología que colaboraban en la clínica y servían de traductores (la mayoría dominaba inglés). Y el problema de los materiales se solventó estableciendo correctos tiempos de esterilización, seleccionando los instrumentos estrictamente necesarios para la intervención y mediante la compra de una nueva remesa de instrumentos.
—Seguro que habéis vivido muchas situaciones emotivas. ¿Hay algo que os haya marcado especialmente?
—R: Todas las historias de alguna forma te marcan. Todo niño tiene algo que contarte. Sin embargo, había algunos que simplemente con una mirada te lo decían todo. Ese es el caso de Phalim, un chaval de ocho años con fisura palatina y con dificultades para comer y hablar. Es el pequeño de tres hermanos, los cuales se ayudan, se protegen y con los que he aprendido el verdadero significado de la palabra fraternidad. Me sentía especial cuando Phalim me veía y corría para abrazarme, transmitiéndome que él también se sentía especial estando a mi lado. Cuando le veía sonreír era, posiblemente, el mejor momento del día.
—A: El día a día es emotivo de por sí, las caras de los niños, la forma en la que te agradecen absolutamente todo lo que haces… Son capaces de haberse sometido a 5 exodoncias en un mismo acto, que cuando se van, siguen diciendo: «Orkun Charam». Y con un gesto de respeto juntan sus manos e inclinan la cabeza, y es en ese momento cuando te sientes realizado, y aprendes que en esta vida hay que ser agradecido, porque ellos, que no tienen nada, son capaces de dártelo todo con una sonrisa y un gracias de corazón.
—¿Cómo creéis que es el modelo ideal de ayuda a los países subdesarrollados? ¿Tiene PSE/PSN algún rasgo característico?
—R: El modelo ideal es aquel que funciona. Y está claro que PSE/PSN tiene unas muy buenas bases asentadas, mediante la concienciación de todos sus empleados y de todos los miembros que conforman este proyecto consiguen que miles de niños salgan de la vida de los basureros. En resumen, la implicación, el estudiar las necesidades antes de actuar, el mostrar la realidad de lo que se hace y el hacer sentir que las ayudas sirven para proyectos definidos, creemos que es el gran diferencial de PSE y el motivo por el que consideramos que es un modelo si no ideal, sí un modelo a seguir.
—Vosotros habéis tenido la suerte de ir allí, pero ¿es posible ayudar desde aquí?
—R: ¡Contesta tú Bea que lo sabes mejor!
—B: Sin duda es posible ayudar desde aquí. Yo fui por primera vez en 2008 y no he podido ir todos los años, pero en ningún momento he dejado de colaborar y muchas veces creo que he sido más útil desde aquí. El trabajo en Camboya es precioso, pero para que los cosas funcionen allí hay que trabajar mucho desde aquí: recaudación de fondos, selección de voluntarios, presentación de proyectos, desarrollo de nuevas ideas, etc. Es rara la noche que cuando llego de trabajar no tengo algo que hacer. Eso sí, no tengo ninguna duda que el esfuerzo merece la pena. Por casualidad hemos nacido aquí y no os imagináis lo que podemos cambiar la vida de los de allí con que todos aportemos un pequeño granito de arena.
—¿Repetiréis?
—R: Cuando uno conoce Camboya, cree sentir un cambio interno; y cuando conoce a sus gentes, ya no le queda ninguna duda de que algo en su interior ha cambiado. Sin duda, volveré a Camboya y me encontraré con toda mi familia camboyana para que juntos experimentemos y nunca olvidemos lo que es la verdadera felicidad.
—A: Ya tengo los billetes comprados para agosto de 2014, allí estaré dejándome la piel por algo en lo que creo, algo que sé que funciona y que ayuda a la gente, y con un lema: «El amor hay que ponerlo más en las obras que en las palabras» (San Ignacio de Loyola).
AGRADECIMIENTOS
Muchas gracias a Marisa (presidenta de PSN), a Diego y a TODOS los que, de un modo u otro, habéis hecho posible este proyecto (no podría nombrar a todos, pero sabéis quiénes sois); especialmente a los odontólogos voluntarios Pepo Domínguez-Mompell, Rocío García-Mauriño, Juan Lara, Cristina Jiménez, Natalia García Moneo, Cristina Vilar, Ángela Rico, Daniel Manzano, Álvaro Paternina y Ramón Domínguez-Mompell, que, de manera totalmente desinteresada, han hecho que el proyecto que un día fue una idea ahora sea una realidad. Muchas gracias a Camboya y a su gente, no tengo duda de que he recibido más que lo que he dado.