Dr. Alejandro Mira, investigador de FISABIO y descubridor de una bacteria anticaries
En el número anterior de GACETA DENTAL nos hicimos eco de una investigación, llevada a cabo desde el Área de Genómica y Salud de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), sobre el descubrimiento de la bacteria Streptococcus dentisani, que actúa sobre los patógenos causantes de la caries. Un tema que, por su trascendencia, hemos querido tratar en profundidad con el Dr. Alejandro Mira, director del equipo de investigación que ha realizado el hallazgo.
—¿Cuándo comenzó la investigación con la bacteria que hoy se denomina Streptococcus dentisani?
—La conseguimos cultivar a partir de muestras de placa dental de varios individuos adultos que nunca habían padecido caries en su vida. En el año 2009, decidimos estudiar las bacterias de la boca a través de su ADN, y no por cultivo, que era la forma tradicional. En este estudio genómico observamos que los individuos sin caries tenían una alta frecuencia de un tipo de estreptococo que no estaba presente en la gente con caries. Así que diseñamos medios de cultivo y tratamos de capturar esta bacteria «sana» durante 6 meses, hasta que dimos con ella.
—¿Cómo surgió la idea de empezar a investigar con esta bacteria para demostrar que efectivamente poseía un efecto anticaries?
—Al principio pensamos que, al vivir sobre el diente, podría evitar que las bacterias productoras de ácido se establecieran. Pero nuestra sorpresa vino cuando, al sembrar esta bacteria en la misma placa de cultivo junto a los estreptococos del grupo mutans, que causan caries, comprobamos que los mataba. En la placa de cultivo, el dentisani mostraba un halo protector alrededor donde los organismos cariogénicos no podían crecer. Fue un momento absolutamente emocionante.
—¿Quién le puso el nombre Streptococcus dentisani a esta bacteria?
—Cuando secuenciamos el genoma de esta bacteria comprobamos que era distinta a las especies ya descritas, y que era, por tanto, una nueva especie para la ciencia. El proceso de bautizo de una nueva bacteria es muy riguroso, y debe ser aprobado por un comité internacional. Inicialmente, decidimos el nombre de Streptococcus anticariensis, pero la comisión lo rechazó porque, por lo visto, anticariensis en latín significa «nacido en Antequera, Málaga (de la antigua ciudad romana de Anticaria)». Así que dentisani nos pareció que mostraba perfectamente el origen de la bacteria y su posible aplicación.
—¿Dónde se ha desarrollado la investigación?
—En la Fundación FISABIO, una entidad sin ánimo de lucro que depende de la Consejería de Sanidad del gobierno valenciano. Creo que es un buen ejemplo de que invertir en ciencia es invertir en futuro, pues no sólo vamos a mejorar la salud oral, sino que los beneficios del desarrollo comercial del dentisani van a contribuir a que la Fundación pueda hacer más investigación. La ciencia siempre paga de una manera u otra y, en mi opinión, el I+D debe ser un pilar de nuestra economía.
—¿Cuántos profesionales forman parte de su equipo de investigación?
—Somos un equipo multidisciplinar, formado por dos odontólogos, dos microbiólogos, un biólogo molecular, un farmacéutico y un bioinformático. Todos han aportado su experiencia y la sinergia ha sido impresionante; sin equipos de este tipo sería imposible hacer Microbiología Oral a nivel internacional.
—¿Qué bacterias son las causantes de la caries y cómo actúa el Streptococcus dentisani sobre estos patógenos?
—Durante años se ha considerado que los estreptococos del grupo mutans eran los responsables principales de la caries. Pero las investigaciones metagenómicas de la odontóloga Áurea Simón han mostrado que existen otras bacterias involucradas, y que éstas varían según se trate de caries inicial de esmalte o de lesiones de dentina. El dentisani actúa como un escudo frente al grupo mutans y también frente a Veillonela, otra bacteria que produce ácido en consorcio con el Streptococcus mutans. Esto lo hemos visto en un estudio en boca artificial y ahora falta probarlo in vivo en ensayos clínicos.
—¿Qué porcentaje de población tiene altos niveles de esta bacteria en su saliva y en qué medida les produce una protección natural ante las caries?
—De los 120 individuos sin caries examinados, las cepas de dentisani estaban en el 98% de los mismos. Por tanto, se trata de una bacteria que, de forma natural, está presente en la población sana. Pensamos que la inhibición que vemos en la placa Petri, donde dentisani mata a las bacterias cariogénicas, debe estar pasando a escala microscópica en la placa dental, disminuyendo el riesgo de caries. De hecho, en los experimentos en boca artificial que hemos realizado, la adición del dentisani reduce considerablemente el ácido que produce la placa bacteriana.
—¿Cómo va a afectar el descubrimiento de esta bacteria a la salud dental pública?
—Pensamos que puede contribuir a disminuir la incidencia de caries en la población. Sin embargo, como colectivo, debemos recordar a los pacientes que la caries es una enfermedad multifactorial, y que debemos trabajar la higiene oral y la dieta como otros pilares que, junto con una flora bacteriana sana, atajen la enfermedad.
—¿En qué punto se encuentra la investigación?
—Estamos caracterizando los inhibidores que produce el dentisani, por si se pueden añadir a una pasta de dientes, y realizando las pruebas de seguridad pertinentes que exige la regulación, calculando dosis y estudiando la mejor forma de administración.
—No, primero debemos acabar las pruebas en animales que muestren que el producto es inocuo, y en uno o dos años comenzaremos con los ensayos clínicos.
—La Consejería de Sanidad de Valencia ya ha patentado el uso comercial de la nueva bacteria anticaries. ¿Cómo se va a comercializar, en forma de fármaco o como producto alimenticio o de higiene oral?
—Dependerá de la vía de administración que veamos que es más efectiva y donde la bacteria sobreviva mejor. Podría ser un comprimido masticable, un enjuague bucal o un alimento funcional, como, por ejemplo, un yogur. Es el momento de que las empresas del sector de la alimentación y la salud oral aporten su experiencia para desarrollar el mejor producto posible.
—¿Cuánto tiempo tardaremos en ver productos en el mercado con la bacteria anticaries?
—Debemos hacer las pruebas en animales y luego los ensayos clínicos en humanos, además de optimizar las condiciones de producción a gran escala y de conservación. Si todo funciona correctamente, en cinco años podrá ser una realidad. Es un proyecto que nos tiene muy ilusionados y que muestra que la microbiología oral es fundamental para entender la enfermedad y para combatirla. Contribuir a mejorar la salud es la mayor recompensa que un investigador puede tener y estos años van a ser emocionantes.
Si contribuir a mejorar la salud es la mayor recompensa, antes que esperar a su comercialización, y puesto que la bacteria se encuentra en la boca de casi todo el mundo, en mayor o menor medida, deberían difundir qué hábitos alimentarios contribuyen a que se desarrolle de forma natural la cepa. A este respecto el odontólogo Weston Price hace décadas que difundió un estudio relacionando alimentación, de diferentes grupos humanos de todo el mundo, con salud bucal, con resultados sorprendentes para la mentalidad que supone lo civilizado como superior.
La entrevista, siendo interesante, y teniendo en cuenta la especialidad del medio, debería haber incidido en este tema, antes que prometer la expectativa de nuevos productos para la industria, sin que ello suponga crítica a esto último.
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