Concienciación
El doctor López-Quiles recuerda la importancia del papel que juega el propio paciente en el diagnóstico precoz, y apunta que «la Sociedad Americana de Cáncer recomienda a partir de los 40 años visitar al dentista una vez al año para ver si tenemos alguna lesión sospechosa en la boca». Pero lo cierto es que «el paciente sólo acude al especialista cuando nota alguna cosa que no es la habitual, es decir, cuando le duele algo u observa una úlcera que persiste en el tiempo», añade Villacieros.
«Por eso –añade Cerero– debemos planificar acciones que no sólo vayan dirigidas al profesional, sino también al público para concienciarle sobre la necesidad de acudir con frecuencia al dentista y no solo cuando le duele algo; es de vital importancia informar adecuadamente al público y hacer una mayor divulgación. El Colegio de Madrid ha organizado una campaña de prevención de cáncer oral y tabaquismo que durará un año, y que yo coordino, para concienciar al público. Entre las acciones previstas hay una sesión clínica en la que participarán las cinco universidades de Madrid».
Según José Ignacio Salmerón, «estamos en un momento en el que, de repente, todo el mundo está concienciado de los problemas de hipertensión o de diabetes, de la importancia de la exploración de la mama, de acudir al ginecólogo una vez al año… y, sin embargo, no se tiene esa concienciación de la importancia de acudir una vez al año al dentista. Hay que tener en cuenta la gran diferencia en el número de casos con respecto a otros tipos de cáncer». Y, como manifiesta el doctor Esparza, «desde el punto de vista de las autoridades sanitarias, no es un problema de salud pública, como el cáncer de mama que, por su incidencia, sí parece justificar una fuerte inversión en campañas de concienciación».
Recorrido tortuoso
El doctor Salmerón detalla el tortuoso proceso por el que pasa un paciente al que se le detecta un cáncer oral: «La mayoría de las veces el paciente va al dentista o al médico de familia, y cuando sospechan que puede tratarse de un carcinoma en la cavidad oral, lo refieren al cirujano oral y maxilofacial. Ya en este momento se le da al paciente una preferencia y una urgencia absoluta, y ese mismo día de consulta se le realiza una biopsia. Los resultados se tienen a la semana y en el plazo de un mes ya se está interviniendo. Ese paciente pasa por un comité de tumores en el que participan cirujanos, oncólogos y radioterapeutas, y se planifica la pauta del tratamiento a seguir. Una vez que se tiene el diagnóstico anatomopatológico, tanto en el caso de que se trate de un tumor local, como en el caso de que se realice un vaciamiento ganglionar, se establece el tratamiento definitivo. Habitualmente estos tumores, salvo en un estadio inicial, se van a tratar con una combinación de cirugía y radioterapia, aunque también se puede hacer un tratamiento de quimioterapia. Los comités de tumores, con representación de las diversas especialidades, están para tratar a los pacientes no de una manera individual sino multidisciplinar y protocolizada, tomando decisiones en conjunto».
La doctora Cerero señala que «el recorrido seguido por el paciente hasta que llega al cirujano oral y maxilofacial es tortuoso, y este es el problema más importante que debemos abordar, porque una vez que ha llegado al hospital, la cosa está controlada; el asunto es hasta que llega y cómo llega».
Según el doctor Esparza, «es muy importante no entretener al paciente, que ese es otro factor de demora en el diagnóstico, porque en ocasiones le marean, le empiezan a poner un tratamiento para ver si la lesión mejora clínicamente, lo que, de ser así, todavía despista más, ya que al desnaturalizarse se puede complicar aún más su diagnóstico».
Biopsias en la clínica
El doctor Salmerón habla de la posibilidad de que el dentista, «con la formación adecuada, realice la biopsia, excepto en los tumores muy pequeños porque estos carcinomas se pueden quitar con una biopsia pero ahí no se acaba el tratamiento ya que el carcinoma hay que quitarlo con márgenes de seguridad, y a veces una biopsia no hecha por un especialista en un tumor pequeño puede conllevar el problema de que al extirparse el tumor dificulte reconocer la localización exacta».
Aquí Germán Esparza apunta la causa de esa dejación de muchos dentistas en hacer biopsias. «Hay muchos que hacen implantes, que es una intervención más compleja probablemente que una biopsia de tejido blando, y, sin embargo, hacen miles de implantes y ninguna biopsia. ¿Por qué? Esa sería una buena pregunta», se plantea el doctor.
«Porque no da dinero», contesta Juan López-Quiles. «Tienes toda la razón», ratifica Esparza. «Y luego, por otro lado, también es cierto que el dentista ha sido siempre considerado un profesional de segundo nivel. Desde mi experiencia, y llevo casi treinta años haciendo biopsias todas las semanas, cuando el paciente llega con un informe de una biopsia al hospital y le dice al médico que tiene un cáncer la cosa va rápido. Ahora bien, cuando el dentista sospecha y deriva al especialista, y el paciente llega al hospital y dice que su dentista sospecha que puede tener un cáncer, le dicen ¿quién le ha dicho eso? ¡El dentista! ¿Qué sabrá ese? Esa frase nos la hemos encontrado muchísimo».
Pero Salmerón no está de acuerdo: «Cuando llega a nuestro hospital un paciente que remite un dentista por una sospecha, para nada tenemos una reacción negativa, todo lo contrario, nosotros agradecemos que, por una sospecha, ese paciente sea enviado de una forma preferente y urgente, y lo aceptamos perfectamente. No nos importa que no haya una biopsia porque nosotros la vamos a hacer inmediatamente, y casi lo preferimos por los motivos que mencioné antes. Yo creo que más importante que tenga la capacidad de hacer biopsias, es que sea capaz de reconocer una lesión sospechosa».
«En el mundo maxilofacial –añade López-Quiles–, si alguien se queja de algo es de cómo ha tardado tanto, así que si alguien lo manda rápidamente, haya hecho o no una biopsia, es maravilloso».
Lo que es incomprensible para el doctor Salmerón «es que un tumor que es tan fácil de diagnosticar, que con tan sólo abrir la boca con una luz se puede ver, nos llegue tan tarde. No estamos hablando de un tumor en el páncreas o el hígado, o situado en otros órganos internos a los que es difícil acceder, estamos hablando de una lesión en la cavidad oral, por eso es tan increíble que nos llegue tan tarde».
«Por eso en las universidades insistimos tanto de la importancia de hacer una exploración completa –manifiesta López-Quiles–, no sólo mirar los dientes sino también todas las mucosas». «Es una cosa que realmente con un entrenamiento simple se conseguiría», apunta la doctora Cerero. «La gente que se ha formado con nosotros y que trabaja en el sistema público de salud, ve un montón de lesiones porque las buscan y las siguen. Pero para conseguir esto es fundamental hacer continuamente recordatorios, y ahora, en las universidades, se ha recortado tiempo, por lo menos en esta especialidad cada vez se dan menos horas de práctica. Las lecciones teóricas es posible que se hayan reducido un 10%, pero las horas de práctica, en las que se ve a pacientes, se han reducido mucho más».
Historia clínica
«El dentista no tiene mucha conciencia de lo que es la historia clínica –señala Salmerón–, porque si preguntase al paciente por sus antecedentes, sus alergias, sus hábitos, y si descubre que es fumador, ya se podría plantear hacer una exploración por si pudiera haber alguna lesión en la boca. Se trata de escuchar al paciente, de ver por qué acuden y qué es lo que quieren, y luego sentarle en otro sitio y explorarlo. Yo creo que en ocasiones se confunde el presupuesto con la historia clínica. La historia clínica es un acto médico, y el presupuesto es una cosa que lo debe dar el personal que uno tenga en la clínica».
«Tienes razón», ratifica Rocío Cerero. «Yo creo que dentro de poco la consulta la va a terminar haciendo el comercial porque, claro, lo que interesa es el presupuesto que sale de la consulta y no la patología que sale de ella».
Ese es uno de los problemas que nos encontramos en la actualidad «la vertiente cada vez más economicista de los jóvenes odontólogos», asegura Juan López-Quiles. «No se habla de ello pero es una sensación que tenemos todos», concluye.
Tanto es así que el doctor Germán Esparza señala como anécdota un caso en el que «el dentista, sabiendo que el paciente tenía una lesión sospechosa, le colocó primero los tornillos y luego le mandó al especialista para que analizara esa lesión. Este año he tenido dos casos parecidos. Es una falta de deontología alucinante», denuncia el doctor Esparza.