Cinco expertos analizan la situación del cáncer oral en España
Cada año mueren en España alrededor de 1.200 personas como consecuencia de padecer un cáncer oral y buena parte de estos decesos, hasta un 50%, se debe a la tardanza del diagnóstico. GACETA DENTAL ha reunido un grupo de profesionales relacionados directamente con esta enfermedad para tratar de acotar los motivos por los que esta dolencia se diagnostica tarde y mal y para concienciar a los odontólogos de que este tipo de tumores como mejor pueden ser detectados en su fase inicial es durante las exploraciones de la práctica clínica diaria.
Los cánceres de la cabeza y el cuello son los sextos más frecuentes, y casi la mitad de ellos, el 48%, se localizan en la cavidad oral, lo que representa aproximadamente el 3% de todos los cánceres. Afectan anualmente en España a ocho de cada 100.000 personas, estadísticas que, trasladadas al resto del mundo, suponen el diagnóstico de más de 575.000 nuevos casos, la mayoría de ellos detectados en estadios avanzados, lo que se traduce en un desenlace fatal en la práctica totalidad.
GACETA DENTAL ha reunido a cinco profesionales que tratan de cerca esta enfermedad para analizar las posibles causas que dan lugar a este frecuente diagnóstico tardío. Se han sentado a la mesa redonda propuesta los doctores Juan López-Quiles y José Ignacio Salmerón, cirujanos orales y maxilofaciales, este último, jefe de sección del Hospital Gregorio Marañón; Alberto Villacieros Díaz, odontólogo y director de la Unidad Dental Oncológica de Clínica Román, y los profesores titulares del Departamento de Medicina y Cirugía Bucofacial de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid, Rocío Cerero Lapiedra y Germán Esparza Gómez. Los cinco nos han ayudado a analizar el problema y a tratar de desarrollar las conductas que permitan acelerar la conclusión diagnóstica y agilizar el proceso por el que pasan los pacientes afectados de cáncer oral.
Diagnóstico tardío
Según los datos manejados por la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC), en los países desarrollados entre el 80 y 90% de los pacientes son diagnosticados de cáncer en una fase avanzada e incurable de la enfermedad, de los que el 30% podrían haber sido curados si se hubieran diagnosticado tempranamente.
José Ignacio Salmerón afirma que en el caso del cáncer oral esto es una terrible realidad, porque «la mayoría de carcinomas que vemos están en estadios avanzados, T3 o T4, y son muy pocos los que nos llegan en estadios precoces, T1 o T2. Esto hace que la supervivencia caiga dramáticamente, ya que en un estadio avanzado, la supervivencia a largo plazo es inferior al 20%. Hay dos motivos fundamentales para que esto sea así, el primero y más importante es que los pacientes acuden tarde al profesional porque solamente lo visitan para una exploración cuando ya aparece una sintomatología muy evidente de dolor, de dificultades para la deglución o la fonación. Pero también es cierto, y este es el segundo motivo principal por el que el cáncer oral se diagnostica tarde, que el profesional que lo ve en primera instancia no es capaz de reconocerlo. Esto hace que se demore el diagnóstico y su tratamiento, o bien que se realice un mal diagnóstico y se le administre al paciente durante algún tiempo tratamientos antibióticos, antifúngicos o colutorios, y para cuando el enfermo es derivado al especialista ya es demasiado tarde. Creo que el diagnóstico precoz está en manos de los profesionales de Atención Primaria, principalmente dentistas, pero también médicos de familia».
La profesora Rocío Cerero tiene clarísimo lo que hay que hacer para evitar que estos carcinomas sigan diagnosticándose en estadios avanzados: «Es necesario potenciar que los odontólogos sepan diagnosticar el cáncer oral porque son quienes mejor lo pueden ver. El médico de cabecera, en cambio, puede distinguirlo peor, porque en un despacho con mala iluminación, y sin un sillón dental, es difícil apreciar una lesión de estas características. Por eso habría que potenciar mucho la figura del odontólogo, ya sea de Atención Primaria o de cualquier clínica para hacer una consulta de despistaje de cáncer oral como ocurre con otras especialidades. También es fundamental trasladar a los pacientes la necesidad de ir al odontólogo para realizarse una revisión».
Formación continua
Una de las medidas más importantes para conseguir un diagnóstico precoz del cáncer oral es potenciar la formación de los profesionales. «Aquí sí que tenemos una responsabilidad grandísima y un reto fundamental los que nos dedicamos a la docencia –declara el profesor Germán Esparza–. Es cierto que hay una demora en el diagnóstico que, en parte, se debe a factores del propio paciente, que al principio no le da importancia, pero tampoco podemos esconder que existe una demora por parte del profesional que, o no sospecha que haya una lesión, o bien no sabe con seguridad que la hay, y durante algún tiempo le da vueltas y van pasando los días. Es fundamental hacer hincapié en la formación de las futuras generaciones y de los que están trabajando en la actualidad, tanto en el sector público como en el privado. Es algo muy difícil en los actuales programas de estudio porque están muy encorsetados, y es necesario humanizar la formación. Además, desde el punto de vista del pronóstico vital del paciente, un cáncer es lo más importante que puede diagnosticar un dentista en su vida, todo lo demás pasa a ser accesorio cuando te estás jugando la vida. Así que, tanto las universidades como los colegios, tenemos un reto fundamental».
«Yo llevo la asignatura de Cirugía Maxilofacial en la Complutense junto con el profesor García Peñín –interviene el doctor Juan López-Quiles–, y los dos estamos de acuerdo en que el alumno que sepa qué hay que hacer con una úlcera después de que hayan transcurrido más de quince días, aprueba la asignatura. Es una de nuestras bromas habituales, y os la cuento para que sepáis la importancia que le damos a este aspecto. En la asignatura se enseña a los alumnos lo que es la maxilofacial para que sepan lo que tienen que hacer, dónde derivar y cómo diagnosticar, sobre todo, el cáncer. Por desgracia, aunque el cáncer oral es uno de los que más ha avanzado en tratamiento y reconstrucción, no ha ocurrido lo mismo en lo que se refiere a la supervivencia, que desde hace muchos años no ha avanzado gran cosa. Por eso me parece muy importante lo que estamos haciendo ahora y deberíamos repetirlo constantemente, como los cursos de RCP, porque aunque el odontólogo sabe que tiene que mirar estas cosas, luego en su práctica clínica es más difícil llevarlo a cabo».
«Estoy seguro que en las facultades se está insistiendo mucho en que si alguien presenta una úlcera que no desaparece en quince días hay que remitirle a un especialista –prosigue el doctor Salmerón–, pero lo cierto es que aproximadamente el 71% de los pacientes de cáncer oral van a morir por causa de esta enfermedad, y son similares a las de la mayoría de los países occidentales; en todas partes se está viendo la mayoría de los tumores en unos estadios muy avanzados».
Según Alberto Villacieros, «es cierto que muchas veces los odontólogos no sabemos ver pronto un cáncer oral y damos una serie de medidas que no son las adecuadas. Aunque los profesores universitarios hacen hincapié en la importancia de detectar esta enfermedad, en la práctica diaria no vemos este tipo de pacientes con tanta frecuencia como para poder reconocer un carcinoma inmediatamente, por eso necesitamos una formación continua».
Aspecto en el que está de acuerdo el doctor Salmerón: «Es muy importante realizar formación continuada, no sólo para el dentista, sino también para el médico de cabecera. Nosotros lo hemos hecho en alguna ocasión. Cada hospital público iba a los centros de referencia para recibir una formación básica. El problema es que esto no se está haciendo de una manera reglada y continuada». «A eso me refería yo –apunta López-Quiles– igual que se hacen los cursos de RCP, se debería hacer algo en este sentido porque estamos hablando de salvar vidas».
«La formación se debe hacer a todos los niveles –señala el doctor Esparza–, tanto de pregrado como de postgrado. Yo creo que los colegios y el Consejo General tienen una importante misión. Y la Administración Sanitaria también debería facilitar esta formación continuada a todos los niveles, tanto a los universitarios como a los profesionales de la sanidad pública».
Ahora bien, «queda en manos de la conciencia de cada odontólogo formarse y estar preparado para que no se le escape nada», manifiesta la doctora Cerero.