Cuando me siento a escribir esta carta todavía estoy subido en la gozosa nube de felicidad en que me instaló la ceremonia de entrega de los decimosextos premios GACETA DENTAL. Por favor, no veáis en estas palabras un ejercicio de autobombo, ni de egocentrismo ni de narcisismo, sino más bien de complacencia, de alegría y satisfacción por la enorme afluencia de amigos, conocidos y tanta gente de bien que hizo de la reunión una auténtica fiesta en la que los protagonistas fuimos todas y cada una de las más de trescientas personas que nos dimos cita en esta ceremonia anual de nuestra/vuestra revista.
Y ahora decidme cómo puedo corresponder a vuestras felicitaciones, a vuestras críticas (siempre constructivas), a vuestras muestras de cercanía, de simpatía y familiaridad. Es difícil, ¿verdad? Aun así voy a intentarlo y espero no caer en la sensiblería ni pasarme con el azúcar, que los excesos de glucosa no son buenos ni en el papel impreso.
Si fuera malpensado tendría para mí que esas muestras de cariño pudieran ser gratuitas, pero es que ni siéndolo, malpensado quiero decir, sería posible creer que ese rosario de buenas palabras fueran solo eso: buenas palabras. Más bien al contrario, todas las buenas palabras que he recibido estaban llenas de sinceridad, espontaneidad y franqueza.
Porque si algo hubo en esa reunión con representación de todo el sector dental fue buen rollo, al que sin duda contribuyó el becario contratado para dirigir la ceremonia; el muchacho promete y así se lo dije al terminar el acto. Pero es que además había en el ambiente una sensación positiva, una especie de barrera anticrisis que impidió hablar precisamente de eso, de la bicha que durante estos años ha estado en todos los comentarios: la crisis. ¿Os pasó a vosotros igual? ¿En vuestras conversaciones tampoco estuvo presente la mentada alimaña ponzoñosa y dañina? Buen síntoma, ¿no creéis?
Ya os digo que escribo subido en una nube desde la que la vista cenital es inmejorable para daros las gracias por vuestra asistencia, colaboración y participación en la entrega de los decimosextos premios y para pediros que sigáis apoyándonos para que la próxima reunión sea aún más grata, si cabe, al encontrarnos en plenas bodas de plata de la revista. Sí, en 2014 Gaceta Dental cumple 25 años y queremos que sea motivo de celebración especial para todos.
Y una vez cumplida la agradable e inexcusable misión de agradecimiento en justa correspondencia a vuestra implicación y complicidad en los premios, he de pasar al capítulo de disculpas. Os pido perdón porque a muchos de vosotros no pude ni saludaros. La única justificación, como os comenté a algunos, es que me encontraba como el novio en la boda, incapaz de atender a todos los invitados. No obstante me impondré un cilicio virtual como castigo para que esta penitencia me permita obtener vuestro indulto. Mil perdones… y millones de gracias.