«Ningún discapacitado oral sin tratar, esa es nuestra consigna». Así de rotundo se manifiesta el Dr. Carlos Aparicio, todo un referente nacional en el campo de la implantología. Pionero en la técnica de implantes cigomáticos, ha querido compartir sus conocimientos con sus colegas de profesión con la publicación del libro «Zygomatic Implants: the anatomy-guided approach».
—¿Cómo conoció la técnica de los implantes cigomáticos?
—Conocí los implantes cigomáticos gracias a ese genio llamado PI Branemark. La vida te lleva por derroteros insospechados: Ignacio M, a los 18 años sufre una cirugía en su maxilar superior, con indicación y ejecución erróneas. El resultado final: necrosis de la premaxila, pérdida dental de premolar a premolar y comunicación oro-nasal. Ignacio acudió a nuestro centro en 1989, tras el estudio de su caso, el equipo formado por el Dr. Eugene Keller, de la Mayo, junto al Prof. PI Branemark, el Dr. Jordi Olive y yo mismo, fue responsable de realizar un cierre mucoso por planos, injerto de cadera, colocación de dos implantes largos anclados en el hueso malar –en aquel tiempo no se llamaban implantes cigomáticos– provisionalización y confección de una prótesis fija.
—¿Desde cuándo lleva practicándola?
—Después del caso de Ignacio, que fue publicado en 1992 en el Journal Oral and Maxillofacial Implants, no volví a tener contacto con la técnica hasta 1998, año en que la compañía NobelBiocare estuvo en disposición de comercializar la técnica. El diseño del implante había variado notablemente y también la logística para adquirirlo.
—¿Cuál es el grado de implantación de esta técnica entre el resto de sus colegas?
—Es muy interesante remarcar aquí que, tras su lanzamiento, fuimos realmente muy pocos los grupos en implantarlo y ello debido a que la técnica original presentaba problemas derivados de un diseño demasiado rígido. Así, la osteotomía tenía un punto de entrada palatal y su camino hacia el cigoma era intrasinusal. Ello producía frecuentes comunicaciones orosinusales y emergencia demasiado palatal de los implantes que necesitaba de una prótesis demasiado ancha a ese nivel.
Durante muchos años hemos desarrollado la técnica individualizándola para cada paciente hasta dar forma a la nueva técnica que llamamos «The Anatomy-Guided Approach». La extensión de los implantes cigomáticos pienso que es muy reciente, como una mancha de aceite que progresa de manera lenta, firme e imparable.
—¿Qué le llevó a escribir su obra «Zygomatic Implants: the anatomy-guided approach»?
—Me siento una persona privilegiada por muchas razones. Sin pretender ser exhaustivo y refiriéndome solamente al aspecto profesional, diré que escribir este libro me ha dado la posibilidad de devolver a la sociedad y a la profesión parte de lo mucho que me ha sido dado. Como el hijo que recibe los talentos y es capaz de multiplicarlos.
Durante muchos años hemos desarrollado y refinado esta técnica que recibí de manos del padre de la implantología moderna, el profesor Branemark, hasta convertirla en lo que hoy es, un método efectivo, poco invasivo y predecible para resolver con éxito el grave problema de las personas mutiladas en su función oral, mutiladas no sólo en la masticación sino también en su capacidad de hablar o de reír, mutiladas en su sexualidad, en sus relaciones sociales, incomprendidas muchas veces e incapaces, en definitiva, de llevar una vida normal.
Otro estímulo importante para escribir este libro fue la continuación de nuestra trayectoria en la formación de postgraduados, que ha sido y es, una constante en Clínica Aparicio. Desde nuestro primer curso, anunciando la apertura de la primera clínica de Europa dedicada en exclusiva a los implantes dentales, alrededor del año 1985 hasta hoy, han pasado muchos alumnos. Muchos de ellos se han convertido en profesores y ello te llena de alegría. Personalmente pienso que enseñar te ayuda a mejorar, es la clave para estar al día, para crecer profesionalmente, para mantenerte ágil. En definitiva es una gran parte del secreto del éxito del modelo Clínica Aparicio. El libro me ha ayudado a poner en orden todas mis ideas. Para que se me entienda, debido a la complejidad de la técnica y a las modificaciones que progresivamente introduje en sus comienzos, durante los 10 primeros años me resistí a enseñarla, yo mismo no estaba maduro. Este año daremos la tercera edición de nuestro curso en la rehabilitación con implantes cigomáticos.
—¿A quién va dirigido su libro?
—Se trata de un libro eminentemente técnico con un primer destinatario claro: dentistas expertos en implantes y cirujanos maxilofaciales. Pienso que cuanto más experta sea la persona que lo lea más «jugo» obtendrá de su lectura, conseguirá detalles más sutiles, que son los que marcan la diferencia en una cirugía y en sus resultados a largo plazo. Estoy seguro de que a mí me hubiera gustado aprender la técnica ya con este refinamiento, en lugar del clásico método ensayo-error. En otras palabras, ojalá en los años 90 hubiéramos tenido un método reglado y conciso como el que se explica en este libro.
Su segundo destinatario, y quizás todavía más importante, es el clínico que ya coloca implantes, aquel dentista preocupado por sus pacientes que entiende la complejidad de adquirir experiencia de una técnica diagnosticando y realizando sólo unos pocos casos al año. Para mí son precisamente ellos, compañeros o compañeras responsables, preocupados por poder ofrecer tratamiento a la mutilación oral, a la atrofia maxilar –sea por pérdida de dientes o por pérdida de implantes– los principales destinatarios de este libro.
El libro está escrito con el deseo de proporcionar los argumentos para poder creer, para que sea posible estar convencido antes de ofrecer/prescribir el tratamiento. Poniéndome en vuestra piel, pienso que jamás indicaría un tratamiento a mis pacientes si yo mismo no me lo creo y, todavía menos, uno como éste.
—Descríbanos qué encontrarán los colegas que consulten su obra.
—Este libro recoge los orígenes y el posterior refinamiento, mío y de mi equipo, del método de los implantes cigomáticos. Gracias a este nuevo desarrollo, hoy disponemos de un protocolo de cirugía que es capaz de adaptarse a la anatomía individual de cada paciente. Siguiendo el principio de mínima intervención, el método es un excelente ejemplo de técnica que se adapta al paciente, en oposición al paciente que se adapta a la técnica.
El libro contiene además una amplia relación de casos prácticos reales en los que este tipo de implantes ha solucionado la grave mutilación oral que padecían muchas personas. Gracias a esta técnica, pacientes sin hueso para colocar implantes convencionales pueden recibir una prótesis dental fija en pocas horas, sin injertos, sin anestesia general o zona dadora. De esta manera, una cirugía de relativa complejidad se convierte en un procedimiento mínimamente invasivo ya que su aplicación simplifica y minimiza el tratamiento necesario.
—¿Qué tipo de pacientes son los indicados para recibir este tipo de implantes?
—Las indicaciones más consolidadas son las siguientes: por un lado, pacientes desdentados con menos de 4 mm de hueso a lo ancho o alto en sectores posteriores uni o bilaterales. Estos casos se resuelven con un implante cigomático en cada zona desdentada más implantes regulares en la zona anterior maxilar; la carga inmediata suele ser la norma. En segundo lugar, pacientes desdentados con menos de 4 mm de hueso residual en sectores posteriores y anteriores: éstos son más completos en su tratamiento que habitualmente consiste en la colocación de 4 implantes cigomáticos y carga inmediata y, un tercer grupo, «resolución de complicaciones de implantes». Esta última indicación se está convirtiendo en la de mayor crecimiento, ocupando en estos momentos aproximadamente el 35% de nuestras cirugías.
—¿Qué tasa de éxito se obtiene con estos implantes?
—Especialmente los colegas de espíritu científico se estarán preguntando acerca de nuestra experiencia. Nosotros hemos colocado cientos de implantes de este tipo y decenas de miles de implantes convencionales. No olvidemos que fuimos el primer centro dedicado exclusivamente a los implantes dentales osteointegrados y sus prótesis en Europa y, por añadidura, en España, antes incluso que la Clínica Branemark en Suecia.
Durante los primeros 9 años la técnica se realizó en hospital y desde hace unos 8 años, gracias a los nuevos desarrollos y simplificaciones, ya la realizamos en régimen ambulatorio y con sedación y anestesia local. En la actualidad, el pronóstico de este tratamiento es superior al 90% a los 10 años, tal como acabamos de publicar en el último número del
Clinical Implant Dentistry and Related Research, lo cual en medicina, se considera un pronóstico excelente y es totalmente comparativo a los resultados obtenidos con implantes regulares en la cresta ósea residual. Quizás de más valor es que estos resultados se repiten también en otros centros a nivel internacional. En efecto, tal como se recoge en nuestro trabajo, aceptado para publicación en Periodontology 2000, la tasa de éxito media ronda el 98% al año de tratamiento.
—En la presentación de su libro fuimos testigos de los testimonios de tres de sus pacientes con implantes cigomáticos, unas experiencias todas ellas emotivas a la par que positivas. ¿Qué supone esto para usted a nivel profesional y personal?
—Se puede decir que con estos implantes estamos realmente en una nueva era porque en estos momentos hemos establecido las bases para un tratamiento efectivo y predecible de la atrofia maxilar que simplifica y reduce las complicaciones de las alternativas anteriores, como son los injertos de hueso que se realizaban con hospitalización, anestesia general y tenían como zona donante la cadera.
Luis Tejerina, director general de Plénido; Anna Ferrer, presidenta de la Fundación Vicente Ferrer, y el Dr. Carlos Aparicio en la presentación del libro en Barcelona. |
El tratamiento tal como lo hemos desarrollado reduce los tiempos de ejecución desde un año a 24 horas, que es el tiempo que transcurre desde que el paciente entra en la cirugía hasta que se le colocan unos dientes fijos atornillados, donde además antes no se le podían colocar ni tan siquiera implantes convencionales. En definitiva, una nueva era, porque con esta simplificación las complicaciones posibles del tratamiento se reducen en gran manera, lo cual convierte este método en un tratamiento extremadamente predecible.
Creo firmemente en esta técnica. Desde aquí invito a cualquier compañero situado en ese perfil de profesional proveedor de la salud oral, responsable y a la vez implicado con la prescripción ética, a no dejar a ningún paciente necesitando este tratamiento sin la posibilidad de al menos conocerlo. Por ello, quiero desde aquí abriros las puertas de Clínica Aparicio-Plénido e invitaros, no sólo a colaborar realizando la prótesis de estos pacientes, sino también a que nos visites durante la cirugía o en cualquier momento. Queridos compañeros de profesión: os necesitamos, tenemos que trabajar codo con codo, sin vosotros no podemos llegar a nuestro objetivo. Ningún discapacitado oral sin tratar es nuestra consigna.
—El trabajo con los implantes cigomáticos se encuadra dentro de lo que es su filosofía de trabajo, en la llamada Odontología Mínimamente Invasiva. De hecho, es usted presidente de la SEOMI (Sociedad Española de Odontología Mínimamente Invasiva). ¿En qué consiste el trabajo de esta organización?
—Gracias por recordar a SEOMI como una organización implicada en todos los aspectos de la Odontología y de la terapia oral. La idea vital, la esencia, es preservar el tejido original todo lo posible. El concepto abarca tanto los procedimientos de tratamiento como el diagnóstico precoz de la enfermedad, del riesgo y síntomas asociados, ya que ello supone un prerrequisito para que el tratamiento final produzca una invasión mínima, como, por ejemplo,: el mantenimiento de la salud.
El enfoque mínimamente invasivo puede y debe ser utilizado en el tratamiento de enfermedades orales tales como la caries, la enfermedad periodontal, el desgaste oclusal, la reconstrucción prostodóntica, la rehabilitación con implantes y muchos otros procedimientos. Las actividades de SEOMI abarcan: intercambio de información y experiencias entre asociados; la formación interna y desarrollo integral de sus miembros; la mejora en técnicas clínicas; proyectos de investigación y asimismo la cooperación con otras sociedades nacionales o internacionales.
—Volviendo a su libro, durante su presentación explicaba que le resultó difícil cerrar la obra y dado cómo evoluciona la ciencia y la tecnología… ¿quiere esto decir que habrá segunda parte?
—Efectivamente me costó mucho cerrar la edición y es que fue un embarazo de casi 3 años, con ese tiempo siempre eres capaz de mejorar lo ya escrito. Sin embargo, aunque uno sabe que siempre puede mejorar, estoy orgulloso del resultado de este libro tal y como está editado. No se si habrá una segunda edición, porque me encuentro en una etapa de mi vida en la que voy cerrando capítulos para poder abrir otros con mayor intensidad. Me quedaría por recordar que no podría estar respondiendo sus preguntas sin esas personas, auténticos protagonistas: mis pacientes a los que les debo el sentido de mi profesión.
—Además del interés para el resto de sus colegas, la obra tiene un fin solidario. Los beneficios de su venta serán destinados a la Fundación Vicente Ferrer.
—Éste es un compromiso personal que tiene que ver con Vicente Ferrer y con la necesidad de canalizarlo. Pienso que las organizaciones benéficas separadas de la política son necesarias y lo son porque, a mi manera de ver, constituyen las herramientas que necesitan las personas comprometidas con la sociedad para canalizar sus esfuerzos. Por mucho que yo quisiera hacer llegar mi contribución a un fin benéfico, no podría ni sabría hacerlo si no existiera una organización como la Fundación Vicente Ferrer. Por otro lado, es necesario tener la confianza de que la fundación escogida tiene no sólo la seriedad necesaria, sino también la operatividad y efectividad, no menos necesarias, para llevar a buen puerto los proyectos anunciados. En este sentido, he visto con mis propios ojos la sistemática de la Fundación Vicente Ferrer, y puedo asegurar que realmente «enseñan a pescar» y que se aseguran de que todo su esfuerzo llegue al destinatario final. Aprovecho también esta tribuna para dar gracias especiales a su presidenta Anna Ferrer por habernos acompañado en la presentación del libro en Barcelona.
—¿En qué otros proyectos solidarios colabora su clínica?
—Aprovechando también la infraestructura de la Fundación Vicente Ferrer hemos colaborado en varios proyectos como la construcción de casas y vivienda digna, de barcas tras el sunami o de material escolar. Pero si hay un proyecto del que me siento especialmente orgulloso, éste es la unidad de neonatología del hospital de Bathadapali, donde al fin es posible que los niños prematuros sean tratados y no estén directamente condenados a la muerte.
MÁS PERSONAL |
• Nacido en… Tarazona.
• Estado civil… Casado. • Aficiones… El mar, la música y la pintura. • Deportes… Navegar en todas sus formas. • Un libro… «El vuelo de la inteligencia», de José Antonio Marina. • Música preferida… Jazz-Bossa y el chelo de Bach. • Viajes en cartera… Sevilla, Madrid, Miami y… Cabarete para windsurfear.. |
G. B.