Los desayunos de GACETA DENTAL, creados como un foro para abordar la realidad del sector dental español, tratan en esta ocasión los problemas por los que atraviesan los protésicos dentales, especialmente con la llegada masiva de prótesis fabricadas en Asia, carentes en muchos casos de la obligada trazabilidad que se exige a los productos nacionales para garantizar la calidad. La búsqueda de un buen precio por encima incluso de la calidad está causando un grave perjuicio a este colectivo que, por otra parte, no ve asegurada la correcta formación de sus futuros profesionales por falta de un profesorado especializado. Los problemas de la importación y la formación, la guerra de precios y el intrusismo son algunos de los temas abordados en la reunión, a la que asisten protésicos dentales de larga experiencia y contrastada profesionalidad. Aunque fue invitado, el Consejo de Colegios Protésicos Dentales de España declinó a última hora la presencia de su representante ante la incredulidad de los intervinientes.
A modo introductorio no está de más saber que la prótesis dental es un producto sanitario hecho a medida, cuya fabricación está legislada y regulada en España, tanto estatal como autonómica y localmente. El protésico dental ha de cumplir una serie de requisitos previos a la obtención de una licencia de fabricante de productos sanitarios: una titulación y la colegiación obligatoria. Pero hay otras condiciones exigentes: contar con un registro sanitario, una licencia de apertura y una autorización de funcionamiento, cumplir una normativa de prevención de riesgos y protección de la salud y, además, asegurar la trazabilidad del producto sanitario fabricado.
Y en este punto entra la primera exigencia de los protésicos dentales: que se persiga y se haga cumplir la normativa a todos. Especialmente ante la creciente importación de prótesis dentales que se hacen desde tierras asiáticas y que llegan al mercado sin garantías suficientes. «Porque está claro que lo controles no funcionan», afirma Pedro Herrera, quien pone dos claros ejemplos para demostrar esta afirmación. Habla de los graves problemas ocasionados por la importación de un tipo de calzado chino que ha provocado quemaduras a los usuarios. «Para evitar la humedad y la proliferación de hongos en la piel durante su transporte y comercialización, los zapatos son tratados con dimetil fumarato, una sustancia anti hongos que está totalmente prohibida en España. El público se siente protegido porque es un calzado importado legalmente, pero la realidad es que muchas personas sufrieron quemaduras alérgicas», explica Herrera antes de dar paso al segundo ejemplo de falta de controles sanitarios «sin necesidad de irnos a Asia». Hace referencia al caso de las prótesis mamarias PIP que produjeron efectos perniciosos en muchas de las mujeres a las que les fueron implantadas como confirmación de que el sistema de alerta sanitaria no funcionó, «y esto afecta al prestigio de los profesionales médicos». Ambos casos son extrapolables al sector dental porque «se está utilizando todo tipo de triquiñuelas y trampas para saltarse toda la normativa española» y, como consecuencia, «por ahorrar un duro introducen la preocupación por la salud. Un ahorro que conduce a una pérdida de prestigio del profesional». Como respuesta, Herrera aboga por aprovechar «el espacio que todavía nos queda para movernos dentro de la calidad». Y, sin ambages, pide «que se persiga y se haga cumplir la normativa».
Curiosamente, este de la importación oriental parece un fenómeno fantasma si se tiene en cuenta que «muchos de los compañeros con los que hablo de ello no saben nada», tal vez porque «nadie presume en público de haber fabricado sus prótesis en China ya que en el fondo ese reconocimiento es un desprestigio profesional», expone Pedro Herrera. Y, sin embargo, según Pedro Julio Jiménez, «el volumen de producción que se está moviendo es muy grande, porque son fábricas desde las que se exporta a todo el mundo».
Para contrarrestar esta invasión de prótesis chinas, Jiménez cree que es necesario el compromiso de seriedad de los odontólogos, «que no pueden y no deben poner una prótesis que no cumpla con dos requisitos: que esté hecha en un laboratorio legalmente establecido y con un registro sanitario, y que ese laboratorio esté dirigido por un profesional titulado, como marca la ley. No es cuestión de confiar en la buena voluntad del odontólogo, sino de hacer que se cumpla la ley como con cualquier otro producto sanitario».
Desde la Asociación de Empresarios de Prótesis Dentales de la Comunidad de Madrid, que preside Maribel Aragoneses, se han denunciado numerosos casos de laboratorios que carecen del registro sanitario «y no se le da la importancia que en realidad tiene… hasta que haya afectados». «Y lo peor es que estamos hablando de la salud de los españoles que, en teoría, están amparados por normativas españolas», añade Pedro Julio.
Desde luego no debe ser todo trigo limpio en la importación de prótesis dentales porque «si rastreas la pista de determinadas empresas compruebas que varias están al mismo nombre, que es un señor que está en España, que utiliza empresas puente, que emplea a un protésico como autónomo, pero que fabrica todo en China», asegura Aragoneses. Y es que la norma española, «que se cambió en noviembre de 2011, dice que no es necesaria la declaración de conformidad y ni siquiera que el propietario sea un profesional sanitario, hasta eso lo han cambiado, y ahora puede ser un ingeniero o un arquitecto», según Aragoneses.
El papel del dentista
Todos los protésicos coinciden en que el papel del dentista es fundamental para acabar con los productos de baja calidad venidos de China, ante la imposibilidad de llegar al usuario final, que es el paciente. Pero también tienen mucho que decir los colegios de protésicos haciendo campañas para dar a conocer las condiciones en que trabajan las personas que fabrican las prótesis chinas, «se trata de crear alarma social para que la gente se preocupe», dice Herrera, y puntualiza que «al final detrás de la importación, como todo en la vida, está el dinero, el lucro de unos pocos aunque con ello se perjudiquen los derechos de muchos y se vea involucrada la salud».
Y esta entrada de mercancía ha contribuido a la bajada de precios, hasta el punto de que «hay odontólogos que ya no preguntan por los materiales que utilizamos en la fabricación, sino que directamente quieren saber cuánto cuesta; y no te dejan explicarles que igual que el precio de un hotel varía según las estrellas que tenga, en las prótesis también hay diferentes servicios y calidades», dice Pedro Julio. Y es que, ciertamente, la situación de crisis económica ha afectado también al sector dental y, en él, al colectivo de protésicos. «Ha subido el coste de los productos básicos (gas, electricidad, etc.), hay más parados, los sueldos se han congelado, estamos en un proceso de empobrecimiento –analiza Herrera– y el protésico dental siempre ha tenido unos márgenes reducidos, y salvaba la cuenta de resultados por volumen de negocio, pero al reducirse la entrada de trabajo, junto al aumento del precio de los materiales y el mantenimiento de nuestros precios, hay laboratorios que atraviesan una situación muy complicada».
«Un proceso que ha producido el cierre progresivo de pequeños laboratorios –puntualiza Fernando de las Casas– que ahora se cierne sobre los medianos y esperemos que no llegue a más. Hoy por hoy la única salida es conseguir más clientela, lo que no siempre es una garantía pues algunos de los nuevos clientes son un peligro, rebotados de laboratorios que han cerrado en muchas ocasiones porque han sido ellos quienes les han llevado a la ruina, obligados a cerrar porque no les pagaban».
«Es cierto que hay odontólogos que saben de la capacidad de presión que pueden ejercer sobre un pequeño negocio –dice Herrera–, pero también hay buenos profesionales que apuestan por lo mejor y saben que de ellos dependen otros profesionales». En el mismo sentido se postula Jiménez, quien defiende la profesionalidad de «odontólogos fantásticos que miman el producto, trabajan bien al paciente»; pero también ellos están en peligro, según De las Casas, «porque hay gente muy importante que estaba en una posición cómoda, con varios odontólogos trabajando para ellos, con clínicas muy grandes y ahora están solos de nuevo».
La situación de crisis se ha convertido en un caldo de cultivo para el florecimiento del intrusismo y la ilegalidad. «Hay laboratorios que no existen –proclama Herrera– y por tanto no son visitados por Hacienda ni Sanidad ni Trabajo. Están instalados en el garaje o en la cocina de su casa y la inspección no puede pasar si no hay constancia fehaciente de un delito. O sea que los que cumplen las normas son sometidos a todo tipo de controles y los que trabajan en las alcantarillas sobreviven porque no tributan. Se premia la ilegalidad».
Según Pedro Julio Jiménez, «en Madrid hay unos 1.200 laboratorios y no llegarán a 200 los que son legales».
Y Román Barrocal puntualiza que tiene «constancia de los 200 legales, pero no de que haya 1.200», y resulta difícil comprobar las cifras porque «es complicadísimo llegar a los archivos de los depósitos dentales».
De izda. a dcha., Pedro Julio Jiménez, Fernando de las Casas y Román Barrocal, en un momento del desayuno celebrado en el madrileño Hotel Palace. |
Futuro profesional
Otro problema crucial al que se enfrentan los protésicos dentales es la formación de los futuros profesionales, «con una enseñanza que no ha cambiado nada en veinte años mientras que la profesión ha evolucionado muchísimo», asegura De las Casas. «Los planes de estudios ya eran malos hace quince o veinte años y hoy pero es que siguen siendo los mismos haciendo caso omiso de las nuevas tecnologías, no contemplan la implantología ni la electroerosión, se mantiene lo básico de hace tres lustros».
Pero es que, además, «los profesionales que imparten las clases carecen de la formación necesaria y ha habido casos de profesores que nos han pedido ayuda para que les diéramos un curso». Porque lo que ocurre con estos estudios es algo parecido a lo del carné de conducir, que te acredita para llevar un coche pero no que sepas conducirlo, o, como dice Barrocal: «En la escuela lo que te dan es el permiso para poder entrar a un laboratorio a aprender». Para solucionar el problema «hace tiempo que se reclama la diplomatura del protésico dental, que está en manos de políticos y colegios, me gustaría saber dónde está aparcado este tema y porqué», pregunta Herrera. «Es que un ATS, un farmacéutico o un médico –añade Herrera– podrá dar clases de anatomía, pero no de prótesis removible ni de modelado, y si algo tiene nuestra profesión es un alto grado de manualidad, de técnica y eso está descuidado. No tiene sentido que un señor que ha aprobado unas oposiciones se vea obligado a impartir una asignatura que desconoce, mientras que a los protésicos dentales que están preparados para dar clases se les niega el acceso a la función pública. Hay que crear un grado o una diplomatura de protésico dental».
Representación colegial
Seguramente los colegios tendrán mucho que decir al respecto, «pero los protésicos no nos sentimos representados en los colegios», dice Fernando de las Casas, para quien, por otra parte, «tenemos lo que nos merecemos porque no somos capaces de unirnos».
Una desunión que pasa por el enfrentamiento abierto cuando se trata de organismos representativos, «como ocurre con el Consejo de Colegios que mantiene una lucha interna con el de Madrid porque no hablan el mismo idioma; acusan al presidente madrileño de estar jubilado y, por tanto, sin derecho a presidir».
«Pero por otra parte –tercia Herrera– nos cuentan que la presidencia del Consejo es ilegítima porque se creó para la transición mientras se aprobaban los estatutos y ya llevamos nueve años».
Maribel Aragoneses critica el que los colegios sólo se dediquen a denunciar dentistas «y no se trata de eso, que los dentistas son nuestros clientes». «Es que los colegios son los que tienen que representar y aunar los intereses de los protésicos, pero están en otros intereses –dice Pedro Herrera–. Hay dos tendencias: la mayoritaria, que está representada en esta mesa, y la formada por los que dicen que nos representan… ante la apatía del resto de los protésicos. Hay unos señores con intereses claros y concretos que ocupan la cúpula del consejo con una sola voz, y cualquiera que opine lo contrario es considerado desleal con la profesión. Pese a todos ellos, hemos conseguido que el nivel de los protésicos de España esté a la cabeza de Europa, al mismo nivel de Alemania, Italia o Inglaterra».
Un nivel de calidad que se ha conseguido en los últimos años, como asevera Barrocal: «Hace veinticinco años la diferencia entre España y el resto de Europa era inmensa, sin embargo, ahora mismo podemos asegurar que en España tenemos laboratorios al mismo nivel de los alemanes». Un logro que se ha alcanzado «gracias a las continuas inversiones realizadas y a la formación de personal que hemos llevado a cabo», concreta Aragoneses.
G. Alvarado