Tratamiento de las Peri-implantitits.
Actualmente, no se ha determinado el tratamiento de referencia de la peri-implantitis, mientras que se ha demostrado que la terapia mecánica es efectiva en el tratamiento de las mucositis [60]. Obviamente, debido a que la peri-implantitis está causada por un biofilm patogénico, los tratamientos deben incluir medidas anti-infecciosas, pero el éxito del tratamiento debería incluir no solo la resolución de la infección e inflamación sino también la regeneración del hueso peri-implantario perdido y la re-osteointegración de ese hueso a la superficie del implante.
Aunque no se haya determinado un tratamiento de referencia, sí se han determinado los objetivos que debería cumplir dicho tratamiento. Su eficacia dependería de su capacidad para:
– Eliminar el biofilm subgingival peri-implantario. El tratamiento de peri-implantitis tiene que ir dirigido a la eliminación de los patógenos causantes de la enfermedad.
– Conseguir la descontaminación y acondicionamiento de la superficie rugosa del implante donde se encuentra el biofilm. La superficie del implante queda al descubierto al perderse el hueso que la rodeaba y recubierta por el biofilm patogénico.
– Conseguir la regeneración del hueso perdido debido a la patología y conseguir la re-osteointegración, es decir la aposición del hueso regenerado sobre la superficie del implante previamente contaminado por el biofilm.
– Favorecer el establecimiento de un medio ambiente peri-implantario adecuado que impida el re-establecimiento de un biofilm subgingival patogénico.
Es extremadamente complicado sacar conclusiones definitivas sobre los diferentes tratamientos propuestos debido a varios problemas [61]:
– Cada tratamiento es una combinación de diferentes modalidades que pretenden conseguir un objetivo concreto. La combinación de diferentes modalidades hace que se hayan valorado multitud de tratamientos. Por ejemplo, para conseguir el acondicionamiento de la superficie del implante se han utilizado diferentes métodos mecánicos, químicos e incluso el láser. Pero cada tratamiento de acondicionamiento de la superficie tenía que asociarse con un procedimiento regenerativo y, en este caso, las combinaciones eran mayores ya que se han utilizado procedimientos con membranas reabsorbibles y no reabsorbibles, injertos autógenos y xenoinjertos o combinaciones de ellos, además de la utilización de factores de crecimiento.
– El número de estudios disponibles es muy limitado para cada modalidad de tratamiento. En general, la mayoría de los estudios se realizan en animales, induciendo la peri-implantitis con ligaduras. Los estudios que existen en humanos son series de casos tratados empíricamente, eligiendo combinaciones de las diferentes modalidades de procedimientos. Normalmente carecen de aleatorización y de controles por razones éticas.
– Además de limitados, los estudios clínicos realizados para evaluar cada procedimiento tienen diferencias muy marcadas entre ellos con lo que no se pueden realizar comparaciones adecuadas ni sacar conclusiones definitivas.
– Como los estudios obtenidos son escasos, en muchas ocasiones los datos, sobre algún aspecto concreto, son contradictorios.
– En estudios en humanos, los parámetros a valorar son fundamentalmente clínicos, radiográficos y microbiológicos pero nunca histológicos, con lo que se carece de información sobre si se produce re-osteointegración y su porcentaje.
– Cada sistema de implantes tiene una superficie rugosa distinta, la respuesta al tratamiento puede ser diferente en cada tipo de superficie, con lo que habría que investigar el impacto de cada tratamiento sobre cada una de las superficies [61-65].
– Incluso está en discusión la validez de utilizar un modelo animal induciendo la peri-implantitis con ligaduras, por la posible reacción a cuerpo extraño que puede provocar [66]; aunque se ha determinado que el modelo en perros Beagle puede ser utilizado como modelo de investigación experimental en el tratamiento de las peri-implantitis [15, 67-71].
Siempre el tratamiento de la peri-implantitis tiene que comenzar con un control exhaustivo previo de todos los factores de riesgo que han
causado el desarrollo de la patología. De poco va a servir realizar procedimientos quirúrgicos muy complejos si el paciente padece una periodontitis de la que no es tratado, o es fumador o padece una diabetes no controlada [42].
Han sido muchos los tratamientos que se han propuesto para tratar la peri-implantitis y también muy diferentes los resultados que se han obtenido con ellos. Normalmente, los estudios más abundantes son solo casos clínicos tratando un número muy pequeño de pacientes e implantes y, por tanto, aportando muy poca evidencia científica. Las series de casos y los estudios clínicos, que son los que nos aportan más evidencia científica y que deben regir nuestra práctica, son más limitados.
Los tratamientos que se han propuesto para tratar la peri-implantitis son:
1. Tratamientos No quirúrgicos.
Hay pocos estudios bien diseñados y realizados sobre los tratamientos no-quirúrgicos en peri-implantitis, pero la conclusión es similar en todos ellos: el tratamiento mecánico no-quirúrgico no es efectivo para tratar la peri-implantitis [60, 72, 73]. La administración conjunta de clorhexidina solo tiene efectos clínicos y microbiológicos muy limitados. La administración de antimicrobianos locales y sistémicos tampoco añade un beneficio significativo, aunque reduce la profundidad de sondaje y el sangrado al mismo, no resuelve la patología [60]. Lo más reciente es la utilización del láser.
Se han demostrado limitados beneficios al compararlos con el tratamiento mecánico convencional, determinándose la necesidad de más estudios que determinen su utilidad [60]. Por tanto, basado en la evidencia científica actual, parece que los tratamientos no-quirúrgico no son eficaces para tratar la peri-implantitis.
2. Tratamientos Quirúrgicos.
Se están realizando muchos esfuerzos por determinar el protocolo quirúrgico óptimo para conseguir la completa resolución de la enfermedad. La cirugía de acceso ha sido evaluada por Leonhard y col [74] obteniéndose pocos beneficios. En general, se pueden dividir los tipos de tratamiento quirúrgico que se han propuesto en:
– Tratamiento resectivo.
– Tratamientos regenerativos.
La elección del tratamiento dependerá del tipo de morfología que tenga la lesión creada, tanto de la pérdida de hueso horizontal (distancia del hombro del implante al hueso) como de la pérdida de hueso vertical (valorando la anchura y profundidad del defecto). Normalmente, la lesión ósea se caracteriza por ser circunferencial alrededor del implante (fig. 10), siendo más favorables para la regeneración ósea los defectos menos anchos y más profundos.
Tratamiento resectivo
El objetivo fundamental de esta opción de tratamiento es controlar la infección y crear un ambiente favorable para evitar la formación de un biofilm patogénico. No se pretende conseguir regenerar el hueso ni conseguir la re-osteointegración, debido a que la morfología del defecto determina la impredicibilidad de la regeneración. En este caso, nuestro objetivo es reducir la profundidad de sondaje, y conseguir una morfología adecuada de los tejidos peri-implantarios, para que el paciente tenga un buen control de placa y evitar que se forme un biofilm patogénico [75, 76].
El tratamiento resectivo consiste en la realización de un colgajo de reposición apical y el pulido de la superficie del implante (implantoplastia). Con esta técnica se accede al defecto óseo y a la superficie del implante, con lo que se puede realizar la osteoplastia del defecto, para conseguir reducir las bolsas peri-implantarias y la implantoplastia, que consiste en pulir la superficie del implante hasta conseguir una superficie lo más lisa posible, eliminando la rugosidad de la superficie y las espiras (fig. 11 a y 11 b).
Tratar la superficie del implante es algo irreversible, por eso se ha comparado la realización de la técnica con y sin la implantoplastia. Los resultados son concluyentes: cuando no se realizaba la implantoplastia había más profundidad de sondaje y se continuaba perdiendo inserción. Con lo que el tratamiento no era eficaz. Algo que no ocurría cuando se realizaba la implantoplastia, donde se mantenían los niveles de inserción, a costa de una mayor recesión, y un mayor descenso de la profundidad de sondaje, que impedía la formación de un nuevo biofilm patogénico [75, 76].
La realización del tratamiento resectivo conlleva la creación de una recesión peri-implantaria, con lo que parte del implante queda expuesto a la cavidad oral y se establece un espacio entre el margen de la prótesis confeccionada y el margen gingival. Por tanto, esta técnica estaría indicada en aquellas localizaciones no-estéticas con presencia de defectos supraóseos, infraóseos de una pared y dehiscencias vestibulares [75, 76].
Tratamientos Regenerativos
Los tratamientos regenerativos, además del control de la infección, pretenden conseguir la morfología adecuada de los tejidos, regenerando el hueso perdido e intentando que se re-osteointegre sobre la superficie contaminada del implante (fig. 12 a, 12 b, 12 c, 12 d).
Galería de imágenes
Se han propuesto diferentes modalidades para conseguirlo:
a) Detoxificación o descontaminación y acondicionamiento de la superficie del implante. La superficie rugosa de un implante con peri-implantitis está colonizada por un biofilm bacteriano patogénico. Si el objetivo es regenerar el hueso y conseguir su re-osteointegración, se deberá haber conseguido previamente la eliminación del biofilm de la superficie de los implantes. Si no se consigue, la superficie puede no ser lo suficientemente biocompatible para permitir la aposición de hueso.
A pesar de que se han propuesto multitud de métodos para detoxificar la superficie del implante, no existe un método de referencia. Se han propuesto medidas mecánicas, químicas, fotodinámicas o combinaciones de las tres como el chorreado de aire con partículas abrasivas, lavados con suero salino, tratamientos con ácido cítrico, terapia con láser, tratamientos con peróxidos, desbridamiento manual y con ultrasonidos y aplicación tópica de medicación [61, 63, 68, 73, 77-81]. Todos los estudios, a pesar de la diversidad de los mismos, concluyen que no existe un método superior al otro en la descontaminación de la superficie del implante. Se puede llegar a conseguir la resolución de la lesión inflamatoria pero fallan por conseguir una re-osteointegración significativa. Los resultados histológicos demostraron una cápsula de tejido conectivo separando la superficie del implante del hueso adyacente [63, 65, 73, 78-80, 82-84]. Por lo tanto, no disponer de un método adecuado para tratar la superficie del implante puede ser un factor limitante para la obtención de la re-osteointegración.
b) Técnicas de regeneración. Se han propuesto diferentes métodos para conseguir la regeneración ósea alrededor de los implantes.
Las técnicas variaban según las modalidades de tratamiento que se utilizasen:
a. Injertos de hueso autólogo o diferentes sustitutos óseos.
b. Membranas, pudiendo ser reabsorbibles o no reabsorbibles.
c. Combinación de membranas con diferentes material de injerto.
d. Técnica sumergida versus técnica no sumergida.
Si nuestra práctica clínica tiene que estar basada en la evidencia científica, las revisiones sistemáticas realizadas sobre las diferentes modalidades de tratamiento regenerativo en humanos señalan que:
1. Con respecto al material utilizado para rellenar los defectos. La mayor evidencia científica la proporcionan únicamente dos series de casos [85, 86]. Los defectos tratados son en su mayoría en la mandíbula y no se describe bien la morfología de los defectos. Se utiliza hueso autólogo y los datos clínicos no son muy alentadores. Aunque se consiguen rellenos de hueso de 3 y 4 mm, el sondaje medio de las bolsas peri-implantarias tras el tratamiento era de 5-6 mm.
2. La mayor evidencia científica para determinar la eficacia de la utilización de una membrana o no y de qué tipo, también la aportan solo dos series de casos utilizando ambos membranas no-reabsorbibles [61]. En uno de ellos, en vez de regenerar se consigue lo contrario, perder 1 mm adicional tras el tratamiento debido a que, de las 15 membranas que se colocan, se exponen 13. En el segundo de los estudios, se tratan 10 implantes, consiguiendo que se produjese relleno óseo en 7 de ellos. No hay descripción detallada de los defectos y tampoco se conoce el porcentaje de re-osteointegración [61].
3. Existe algo más de evidencia científica cuando se combinan las membranas con injertos óseos o sustitutos. En este caso existen 4 series de casos. Los mejores resultados se obtienen combinando hueso autólogo con una membrana no-reabsorbible. Se consigue un relleno de casi 3 mm y las condiciones clínicas se mejoran. Estos datos hay que tomarlos con cautela, porque el número de pacientes/implantes tratados es pequeño y no hay una estadística adecuada. Tampoco tenemos una descripción detallada de los defectos y no se sabe cuánta re-osteointegración se produce. Se concluía que la colocación de membranas junto con injertos óseos no proporcionaba efectos adicionales significativos [87-90].
4. No existen datos en estudios en humanos que comparen la utilización de una técnica sumergida o no sumergida. Quizás la técnica sumergida sea la más utilizada debido a la morfología del defecto que crea la peri-implantitis. Sí que existen estudios en animales, pero no se demuestra que una técnica sea superior a la otra. Singh y col [91] demostraron que existía una mayor regeneración ósea y re-osteointegración cuando se utilizaba una técnica sumergida. Sin embargo, Grunder y col [82] demostró que no había diferencias entre los métodos. Schou y col [69, 70] determinó que se podía conseguir hasta un 45 por 100 de re-osteointegración a pesar de una cicatrización no sumergida. Por lo tanto, también existen datos muy limitados sobre si es preferible un procedimiento de cicatrización sumergido o no sumergido.
La variable ideal para determinar la eficacia del tratamiento regenerativo es el porcentaje de re-osteointegración conseguido. Obviamente, por razones éticas no es posible conocerlo en los estudios en humanos. Los estudios que han evaluado la re-osteointegración se han realizado en su mayoría en perros. Sin hacer distinciones entre las diferentes combinaciones de modalidades de tratamiento regenerativos, los resultados señalan que en ninguno de ellos se consigue el 100 por 100 de la re-osteointegración. En uno de ellos se consigue obtener un 83,4 por 100 de re-osteointegración y en los restantes no llegan al 50 por 100 de re-osteointegración [63, 68-70, 82, 91-97].
Ninguna modalidad de tratamiento ha conseguido cumplir todos los objetivos del tratamiento ideal para resolver la peri-implantitis. Tampoco hay datos sobre la estabilidad en el tiempo de los resultados obtenidos. En conclusión, no se dispone de tratamientos predecibles de la peri-implantitis y, por tanto, la mejor alternativa y el tratamiento de referencia en la actualidad debe ser la prevención. De hecho, el éxito a largo plazo de un tratamiento restaurador con implantes se basará en la prevención de las patologías periimplantarias. Prevención que debe comenzar antes de la colocación del implante, controlando previamente los factores de riesgo asociados con las peri-implantitis, y que debe continuar con un programa específico de mantenimientos regulares para evaluar los tejidos peri-implantarios.
Artículo elaborado por:
Dr. Agustín Casas Hernández
Doctor en Odontología (UCM).
Máster en Periodoncia (UCM).
Especialista en Osteointegración (UCM).
Clínica Perio Alcorcón.
Dra. Berta Legido Arce
Especialista en Estomotología (UCM). Profesora de Periodoncia y del Máster de Periodoncia y Osteointegración en la Facultad de Odontología (UCM).
Clínica Perio Madrid.
Dr. Carlos Aparicio Magallón
Licenciado en Medicina y Cirugía (U. de Navarra). Licenciado en Estomatología (U. de Barcelona). Postgrado en Implantes Osteointegrados y Diplomado en Periodoncia (U. de Goteburgo, Suecia).
Clínica Aparicio Barcelona.
Dr. Javier Alández Chamorro.
Doctor en Medicina y Cirugía (UCM). Médico Especialista en Estomatología (UCM). Máster en Periodoncia (UCM).
Clínica Perio Madrid.
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