El 30 de septiembre pasado la anestesia cumplió 163 años de existencia, ya que fue ese mismo día de 1846 cuando el que se considera su descubridor, el dentista americano William Thomas Green Morton, la incorporó al campo de la Medicina, empleándola por primera vez (inhalación de éter) para la extracción de una muela. El nombre de su paciente era Eben Frost.
Morton, interesado por encontrar la manera de realizar extracciones dentales sin dolor, comenzó sus investigaciones con el éter que se empleaba ya con cierto éxito en animales.
Un año antes que Morton, otro dentista, Horace Wells, de Connecticut, intentó una demostración con óxido nitroso ante estudiantes de medicina en el Massachusetts General Hospital. Sin embargo, la aplicación de esta sustancia no se realizó adecuadamente y el paciente gritó de dolor, lo que contribuyó al descrédito de Wells ante la comunidad médica.
El reconocimiento póstumo como descubridor de la anestesia le llegaría a Wells en 1870, de la mano de la American Dental Association.
El nombre de la anestesia, derivado del griego “sin sensación”, se debe a Oliver Wendells Holmes.
Para saber un poco más acerca de este curioso descubrimiento, recomendamos encarecidamente la lectura del artículo “La casualidad (serendipia) en tres grandes capítulos de la Odontología: el caucho vulcanizado, la anestesia y los implantes de titanio”, perteneciente a la sección “La mirada en el espejo” de nuestro colaborador Dr. Julio González Iglesias, y publicada en Gaceta Dental, n.º 206.
