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El gasto español en tecnología sanitaria es inferior en un 6% a la media europea

Según el informe “El impacto de las tecnologías sanitarias sobre el gasto: evidencia y políticas públicas”

Según el informe “El impacto de las tecnologías sanitarias sobre el gasto: evidencia y políticas públicas”

El gasto sanitario anual en productos sanitarios en España asciende a 129 euros per capita, seis puntos porcentuales por debajo de la media europea, situada en 137 euros por habitante/año. Este dato se ha puesto de manifiesto en el seminario “La Tecnología Sanitaria en España: presente
y perspectivas de futuro” impulsado por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (FENIN) y la Fundación Tecnología y Salud, con el aval de la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS). Esta cifra sitúa a España en la mitad de la tabla del gasto en tecnología sanitaria de los países europeos, por detrás de Alemania, Francia, Noruega, Países Bajos, Suiza o Dinamarca, que superan la media europea.

Según recoge el informe “El impacto de las tecnologías sanitarias sobre el gasto: evidencia y políticas públicas” elaborado por la Fundación Tecnología y Salud y el CRES, el mercado español de tecnología sanitaria concentra el 9,1% de la facturación del mercado europeo con un gasto de 5.500 millones de euros, datos que le sitúan en el quinto puesto en Europa.

El informe realiza un análisis de los instrumentos disponibles para medir el impacto en el gasto sanitario de la inversión en tecnología sanitaria. En este sentido, Margarita Alfonsel, secretaria general de FENIN y secretaria de la Fundación, afirma que “la evaluación empírica del impacto de la innovación tecnológica sobre el gasto sanitario no es sencilla debido por un lado, a la complejidad de representar y medir la innovación y por otro, identificar y medir todos los factores, directos e indirectos, del impacto de las tecnologías”. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que “el impacto sobre el coste sanitario no depende tanto del número de individuos que superan una cierta edad, sino del número de muertes, ya que el gasto sanitario se concentra en el periodo final de la vida de las personas”. Además, afirma, la demografía impulsa el crecimiento del gasto sanitario, debido a la variación de la estructura de edades y al aumento de la población”.

En este sentido, el informe concluye que la principal causa del aumento del gasto sanitario no reside en el envejecimiento o el aumento de la población, sino en el hecho de que la población utiliza cada vez más los servicios sanitarios fruto del avance tecnológico y el cambio en las prácticas clínicas.

Francisco Álvarez, presidente de la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular, afirma que en los últimos años la tecnología “ha permitido dar un vuelco absoluto en todas las áreas de la medicina, que se ha traducido en prácticas clínicas más seguras, más rápidas, más cómodas para el paciente y con un coste-efectividad mucho mayor”.

Además, la incorporación de nuevas tecnologías permite detectar y evitar muchos errores en la práctica de los profesionales sanitarios ya que tal y como afirma el doctor Álvarez, “hoy en día, las nuevas tecnologías sí permiten tener un control total sobre lo que se hace, en el caso del laboratorio clínico, pasando de coeficientes de variación inferiores al 1%, cuando hace 10 ó 12 años trabajábamos con grados de variación que alcanzaban el 35%”.

Javier Colás, presidente de la Fundación Tecnología y Salud señala que “en los últimos diez años, la tecnología sanitaria ha sido decisiva para el aumento de la esperanza de vida de los españoles, a la vez que los cambios organizativos y de recursos que se han producido en el Sistema se deben en gran parte a la aparición de nuevas tecnologías”.

Prueba de la importancia de las tecnologías sanitarias es que, en opinión de los profesionales sanitarios, la innovación tecnológica ha sido la causa más importante del aumento en la proporción del PIB destinada a sanidad en los últimos 30 años y el uso adecuado de dichas tecnologías ha sido uno de los principales factores de reducción de la morbilidad en las últimas décadas, especialmente entre la población de más de 60 años. Además, los expertos consideran que entre el 50 y el 70% de la tasa de reducción de la morbilidad y mortalidad en la población es atribuible al uso adecuado de las innovaciones tecnológicas.

En este sentido, un informe de la Comisión Europea de 2005 destaca que el incremento de un 10% de la esperanza de vida puede traducirse en un crecimiento del 0,35% del PIB y que, hasta 1998, España obtuvo un retorno de la inversión en salud del 252%.

Las últimas investigaciones internacionales muestran que el envejecimiento y el aumento de la población y el uso de tecnologías sanitarias no explican, por sí solos, los movimientos del gasto sanitario, sino que éste queda determinado por factores endógenos y dependientes de la gestión y utilización de los servicios y las innovaciones sanitarias. En opinión de los expertos, el crecimiento futuro del gasto sanitario público en España dependerá en gran medida de la prestación sanitaria real, resultado de la política y gestión de los servicios sanitarios.

De hecho, el envejecimiento de la población es responsable de un aumento de menos de 10 euros de cada 100 de incremento real del gasto, es decir, entre un 0,3 y un 0,5% anual. Por otra parte, las mejoras incrementales en la utilización de tecnologías sanitarias contribuyen tanto a optimizar su rendimiento como a ampliar el universo de pacientes susceptibles de beneficiarse potencialmente de las mismas.

En este contexto, Margarita Alfonsel destaca que “lo importante para el bienestar es la eficiencia del gasto y no sólo el volumen del mismo. La evidencia sobre la productividad media de la atención sanitaria indica que el aumento de los beneficios de la atención supera el aumento de los costes en un número importante de condiciones clínicas”.

De hecho, numerosos estudios muestran que una utilización apropiada de las innovaciones tiene un impacto muy importante en la reducción de la morbilidad y mortalidad registrado en las últimas décadas, así como a mejorar la eficiencia en la gestión del sistema sanitario y aumentar la productividad laboral, al reducir el absentismo y los periodos de inactividad.

Según indica el informe elaborado por la Universidad Pompeu Fabra las mejoras en la salud dependen no sólo de la disponibilidad de nuevas tecnologías, sino de que éstas se empleen de forma adecuada y eficiente. “El análisis de la difusión y utilización de las tecnologías demuestra que no es correcto concluir que una tecnología es o no es coste-efectiva, sin que depende de cómo se va a utilizar, qué pacientes la van a recibir y con qué frecuencia se aplicará. En definitiva, es la manera de utilizar las tecnologías lo que determina su relación coste-efectividad”, concluye Margarita Alfonsel.

La determinación del gasto sanitario permitirá diseñar estrategias de mejora en los sistemas que permitan satisfacer las demandas sanitarias. Los expertos consideran que el sistema sanitario del futuro se orientará hacia una mayor responsabilidad del individuo en la gestión de su salud, centrándose en el mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad, situación en la que se deberá establecer un correcto equilibrio entre las tecnologías orientadas al diagnóstico, las de utilidad terapéutica y las vinculadas a la prevención y mantenimiento de la salud de la población.

En este sentido Javier Colás afirma que “la sanidad del futuro debería promover una cultura de mantenimiento de la salud, ser capaz de adoptar rápidamente las nuevas tecnologías sanitarias, facilitar el acceso a las mismas de forma equitativa y de esta forma, contribuir a la eficiencia del sistema”.

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