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Profesionales detrás del atril

Inglés, ¿barrera o reto?

Hace unos años comunicarse en inglés era un gran hándicap para nuestros profesionales. Hoy en día, a pesar de que para algunos aún sigue siendo un factor limitante, otros tantos, gracias a una buena preparación, han conseguido sentirse igual de cómodos hablando en inglés que en su lengua materna. «Tengo la suerte de que hice la especialidad de Ortodoncia en los EE.UU. durante tres años, por lo que me encuentro cómoda hablando de dientes en inglés», nos revela la Dra. Julia García. También familiarizado con la lengua inglesa se muestra el Dr. Francisco Teixeria Barbosa. «Me he acostumbrado y ya no tengo ningún problema. Quizás la única barrera sea a la hora de usar algún toque de humor que tengo que adaptar el lenguaje, ya que muchas veces el juego de palabras es totalmente diferente. Ayuda mucho que la literatura científica esté en inglés, de ahí que todos los términos técnicos los aprendas a base de leer artículos. Desde hace más de cinco años no compro ningún libro en español o portugués. En casa la tele también está en inglés. Y el hecho de trabajar ahora mismo fuera de España me ha ayudado a tener un nivel más fluido. Eso no quita para que en plena charla te bloquees porque no sabes decir «ferrule» en inglés (¡sorpresa!: se dice igual que en español»).

Con más recelo se manifiesta el Dr. Juan Zufía. «Para los que no somos bilingües, las charlas en inglés siempre son un reto y la parte hablada ha de ser preparada tanto o más que las diapositivas. Dominar el vocabulario técnico es esencial para trasmitir el mensaje, por eso uno no debe confiarse».

Consejos para novatos

El elevado número de congresos, simposios y jornadas que se organizan en el sector, además de la rica oferta formativa existente, hace que cada vez un mayor número de profesionales se «lance» al estrado a compartir sus conocimientos y experiencia. Profesionales séniors, otros que no han hecho más que dar los primeros pasos de su carrera; odontólogos, protésicos, higienistas… muchos perfiles se suman a esta creciente lista. Para aquellos que se inician, consejos hay muchos. «Un defecto clásico de los debutantes es poner una gran cantidad de diapositivas. Yo suelo usar la regla de UN minuto, UNA diapositiva, y me funciona muy bien para conferencias cortas», apunta el Dr. Autrán. A su serie de recomendaciones añade: «Ensayar varias veces la presentación en voz alta. Si es la primera vez, es conveniente ensayar con un micrófono. Es muy curiosa la reacción de muchos debutantes, que, al escuchar su voz por megafonía, se sorprenden y bajan el volumen de su voz hasta mínimos. Mirar a la audiencia, hablar despacio y claro, acompañando nuestro mensaje con un lenguaje corporal acorde, etc. Y si no va a ser solo una conferencia aislada, sino que el ponente quiere hacer carrera, que se forme en cómo hablar en público, dicción e incluso en oratoria. También hay buenos cursos y libros de cómo hacer una presentación. Y que se fije en qué y cómo lo hacen los ponentes que él admira», apunta Autrán.

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A la Dra. Isabel Giráldez, experta en Blanqueamiento y Odontología Conservadora, los nervios le ayudan a salir con más energía al escenario.

Para el Dr. Teixeria Barbosa es muy importante «estructurar y escribir en un Word la historia que va a contar. Ensayar en casa las veces que haga falta y, sobre todo, leer y leer del tema a tratar. Por otro lado, hoy tenemos acceso a las TED Talks en Youtube, una buena fuente para aprender detalles que marcan la diferencia. Además, en mi página, Periospot, comparto un artículo con diez trucos para realizar una presentación».

Cinco son los consejos que aporta el Dr. Juan Zufía a los debutantes. «Primero: aprende todo lo que puedas. Usa más artículos cuanto menos sepas. Segundo: Mantén la humildad al hablar, ya que es posible que entre el público haya gente que sabe mucho más que tú. Tercero: Lleva siempre pilas AA y AAA nuevas por si acaso, y la charla en una memoria USB, nunca se sabe. Cuarto: No beber la noche anterior. Quinto: si la pantalla se apaga de repente, sí, probablemente sea un cable, pero tú no sabes cuál es. Deja que el técnico haga su trabajo. Mientras tanto puedes bailar», asegura en tono de humor.

Por su parte, la Dra. Giráldez focaliza en que «las ponencias sean entretenidas, hay temas muy complejos en los que mantener la atención del oyente es complicado. Y, sobre todo, que disfruten su charla, es la mejor forma de transmitir y conectar con el público».

A pesar de que cada vez son más los que añaden a su currículo la línea de conferenciante, Miguel Arroyo lamenta que este número no sea más elevado. «Es una pena que haya gente que no se atreva a mostrarnos lo maravillosos profesionales que son, solo por la vergüenza de hablar en público. Es un orgullo que en nuestro país estén los mejores profesionales a nivel mundial. Les animo a que compartan con nosotros lo que hacen en su día a día».


Mi primera vez

El miedo a la primera vez que se expone en público suele ser inevitable. «Aunque me tengo que remontar muchos años atrás -rememora el Dr. Autrán- fue en un hotel en Madrid y seguí los consejos de un amigo de «fijarme» la muñeca con una férula, para que no me temblara el pulso y no se notara el tembleque con el puntero láser. Me sentía ridículo con aquel artilugio que nadie llegó a descubrir, pero funcionó. Y la segunda, es que me fui al bar media hora antes de mi presentación para tomarme un buen Martini. Eso siempre me pone de muy buen humor. Me tomé dos». «Tenía apenas 24 años –recuerda, por su parte, el Dr. Zufía– y estaba muy nervioso. Hablaba delante de 70 personas más mayores y con mucha más experiencia que yo en la vida y en la Odontología. Me sentí igual que una gallina cacareando delante de una manada de lobos hambrientos. Afortunadamente la gente fue muy amable y eso me animó a seguir. Además tuve muy buenos maestros, sin los cuales hoy no sería quien soy: Juan Manuel Vadillo, Mariano Herrero, Federico Herrero, Pedro Lázaro, Javier Fábrega, Juan José Aranda, Manuel Barrachina, Josep Diví o Pedro Bullón, entre otros», enumera.

«El estado de nerviosismo hizo que yo mismo no me reconociera la voz. Para tranquilizarme un buen amigo, y gran profesional, me advirtió: no te preocupes solo los que te conocemos sabemos que estás nervioso», recuerda Miguel Arroyo. Otro consejo sirvió también para controlar los nervios de Isabel Giráldez en su día de estreno: «grandes amigos y conferenciantes me dijeron que la mejor manera de empezar es romper el hielo con agradecimientos y con alguna anécdota con la que te sientas cómoda. A partir de ahí, todo fluye, y acertaron».

Por su parte, el Dr. Francisco Teixeira Barbosa no guarda muy buen recuerdo de esta primera vez como orador. «Fue delante de un pequeño grupo de la Universidad de Valencia. Tenía que hablar de biomateriales. Fue una presentación muy técnica y resultó ser un desastre. Acabé allí por accidente ya que el ponente que tenía que ir avisó el día antes que no podía y me enviaron a mí». La lectura más positiva, la de la Dra. Julia García: «Aunque siempre es complicado lo desconocido, compensa lanzarse porque produce mucha satisfacción que lo que haces resulte interesante para otros compañeros».

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