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El síndrome de burnout o de desgaste profesional. ¿Pueden quemarse los dentistas?

Dra. Carmen Álvarez Quesada. Médico especialista en Estomatología. Profesora del Departamento de Odontología / Dra. Carmen Hinojosa. Psicóloga / Directora del Departamento de Psicología / Dr. Andrés Arriaga Arrizabalaga. Psicólogo. Profesor de Departamento de Psicología / Dr. José Santos Carrillo Baracaldo. Médico especialista en Estomatología. Profesor del Departamento de Odontología / Dra. Isabel Pernia Ramírez. Médico odontólogo. Profesora del Departamento de Odontología. Universidad Europea de Madrid. Madrid

Resumen
El síndrome de agotamiento profesional o burnout, significa estar o sentirse quemado, agotado, sobrecargado, exhausto.

Este síndrome presenta tres componentes esenciales: el agotamiento emocional, la despersonalización y falta de realización personal. Suele afectar a personas con gran intervención social, profesionales de ayuda a los demás. Entre las profesiones más afectadas se encuentran las de educación, de servicios ciudadanos y de sanidad, entre los cuales los odontólogos ocupamos un grupo de alto riesgo. Es por esto que debemos de conocer este síndrome y realizar una prevención adecuada a nivel personal como en nuestro trabajo clínico.

Palabras clave
Síndrome de burnout.

Key words
Burnout Syndrome.

Génesis del término
El síndrome de agotamiento profesional, cuyo término en inglés es burnout, que traducido al castellano significa “estar o sentirse quemado, agotado, sobrecargado,exhausto”, fue definido por primera vez por el psicoanalista alemán residente en Norteamérica Herbert J. Freudenberger en 1974 (1, 2) como «un conjunto de síntomas médico-biológicos y psicosociales inespecíficos, que se desarrollan en la actividad laboral, como resultado de una demanda excesiva de energía», refiriéndose a los profesionales denominados de «ayuda» cuya actividad va dirigida hacia otras personas.

En 1974 Von Ginsburg (3) también se refiere a él como “un agotamiento psicofísico de los trabajadores en organizaciones de ayuda” (Free Clinics).

Anterior al término burnout en Estados Unidos se usaba el término Flame out, para hacer referencia a diversas alteraciones que sufrían los trabajadores en sus trabajos.

El primero en usar el término fue Graham Greens en una publicación de 1961, “A burnout case”.

Retrocediendo aún más en el tiempo, en 1901 Thomas Mann, en su novela The Bunddensbrooks, se refiere ya a este término o concepto. En esta obra literaria se relata la decadencia de una familia y va implícito en las características del personaje, un senador, del cual toma el nombre su obra.

El término burnout o agotamiento profesional, ha pasado una época de ferviente interés a partir de los trabajos de C. Maslach desde 1976 (4), quien dio a conocer esta palabra burnout de forma pública dentro del Congreso Anual de la Asociación de Psicología APA, refiriéndose a una situación cada vez más frecuente entre los trabajadores de servicios humanos, y era el hecho de que después de meses o años de dedicación, estos trabajadores terminaban “quemándose”.

Introducción
Las doctoras C. Maslach y S. Jackson en sus trabajos sobre el “Síndome de burnout” desde 1976 (5, 6, 7, 8, 9) consideran a este síndrome como un proceso de estrés crónico por contacto, en el cual dimensionan tres grandes aspectos:
— El cansancio emocional, caracterizado por la pérdida progresiva de energía, desgaste y agotamiento.
— La despersonalización,caracterizado por un cambio negativo de actitudes que lleva a un distanciamiento frente a los problemas, e incluso a culpar a los propios pacientes de los problemas que acontecen al profesional, llegando a considerar a estas personas como verdaderos objetos.
— La falta de realización profesional, donde se dan respuestas negativas hacia si mismos y hacia el trabajo, con manifestaciones pseudodepresivas y con tendencia a la huida, agotamiento físico y psíquico, la despersonalización en el sentido de la deshumanización y una actividad negativa hacia sí mismos y hacia los propios logros una moral baja, un detrimento y descenso de la productividad en el trabajo, lo que lleva a una escasa o nula realización personal.

Este término fue recibiendo aportaciones de otros estudiosos, hasta que en noviembre de 1981 se celebró en Filadelfia la I Conferencia Nacional sobre burnout, que sirvió para aunar los criterios.

En estos primeros trabajos de Maslach y Jackson refieren una evolución del síndrome secuencial, por lo que se pasaría del cansancio emocional a la despersonalización y posteriormente a la falta de realización personal. Sin embargo, Golembiewski (10, 11) en 1986 y Leiter en 1989 (12) plantean que no es necesario que esta secuencia tenga que producirse de una forma ordenada y opinan que el síndrome se puede presentar de forma aguda y crónica.

En 1980 Cherniss (13, 14, 15) comenta que el síndrome puede darse como consecuencia de una sensación de ineficacia.

Edelwich en el mismo año (16) se refiere a él como una pérdida progresiva del idealismo, de la energía y del propósito de los trabajadores de ayuda, como resultado de las condiciones de su trabajo frente a las demandas excesivas de los usuarios.

Perlman y Hartman en 1982 (17) aumentaron el interés por este campo debido a tres factores que señalan como fundamentales:
— El aumento de la importancia de los servicios humanos, individuales y colectivos.
— El incremento de la valoración y exigencia de los usuarios.
— El mayor interés por el estudio sobre el estrés y ambiente.

También Pine, Aronson y Kaffry (18, 19, 20) se refieren al síndrome de burnout como el resultado de continuas y repetidas presiones emocionales asociadas con un compromiso intenso hacia los demás,durante un periodo de tiempo prolongado.

Características esenciales del síndrome de burnout o de desgaste profesional
Los rasgos definitorios del síndrome de burnout provienen de los trabajos de Maslach y Jackson (4, 5, 9, 21-27) quienes consideran tres componentes esenciales: (Figura 1):
— El cansancio emocional: constituye el elemento central del síndrome y se caracteriza por una sensación creciente de agotamiento en el trabajo, “de no poder dar más de sí”, desde el punto de vista profesional. Para protegerse de este sentimiento negativo, el sujeto trata de aislarse de los demás, desarrollando así una actitud impersonal, deshumanización de las relaciones hacia las personas y miembros del equipo, mostrándose distanciado, a veces cínico y usando etiquetas despectivas o bien en ocasiones tratando de hacer culpables a los demás de sus frustraciones y disminuyendo su compromiso laboral. De esta forma intenta aliviar sus tensiones y trata de adaptarse a la situación aunque sea por medio de mecanismos neuróticos.
— La despersonalización: se refiere a una serie de actitudes de aislamiento de cariz pesimista y negativo, que va adoptando el sujeto y que surgen para protegerse de agotamiento.
— La falta de realización personal: el sujeto puede sentir que las demandas laborales exceden su capacidad, se encuentra insatisfecho con sus logros profesionales (sentimientos de inadecuación profesional) si bien puede surgir el efecto contrario , una sensación paradójica de impotencia que le hacen redoblar sus esfuerzos, capacidades, intereses, aumentando su dedicación al trabajo y a los demás de forma inagotable. Es un sentimiento complejo de inadecuación personal y profesional al puesto de trabajo, que surge al comprobar que las demandas que se le requieren exceden de su capacidad para atenderlas debidamente.

Estos tres aspectos están ligados entre sí a través de una relación asimétrica, donde el agotamiento emocional como primer componente conduce a la obtención de los otros dos, la despersonalización y a la autoevaluación negativa (28)
Por otro lado, este síndrome está considerado como una variable continua (29), que se extiende desde una presencia de nivel bajo o moderado, hasta altos grados en cuanto a sentimientos experimentados.

Además, la progresión no es lineal, mas bien es un proceso cíclico, que puede repetirse varias veces a lo largo del tiempo, de forma que una persona puede experimentar los tres componentes varias veces en diferentes épocas de su vida y en el mismo o en diferente trabajo.

El síndrome de burnout o de agotamiento profesional se considera un proceso continuo (30) y los aspectos indicados pueden estar presentes en mayor o menor grado, siendo su aparición no de forma súbita, sino que emerge de forma paulatina, larvada, incluso con aumento progresivo de la severidad. Es difícil prever cuándo se va a producir.

Podemos estratificar el síndrome de burnout en tres estadios que se corresponden con los tres componentes esenciales:
A) Primer estadio: en el que las demandas laborales exceden los recursos materiales y humanos, dándose una situación de estrés (31). El estrés es un fenómeno clave y fundamental y cada persona presenta sus propios mecanismos para enfrentarse a él.

Hay una serie de factores o situaciones que nos conducen al estrés como el desencanto en el trabajo, exceso de compromiso, responsabilidad y enfrentamiento a situaciones difíciles y un excesivo contacto directo con otros seres humanos.

La sintomatología pasa por varias etapas:
• Aparecen síntomas premonitorios como la hiperactividad, trabajan más horas sin cobrarlas, sienten que nunca tienen tiempo, manifiestan sentimientos de desengaño.
• Se disminuye el nivel de compromiso, comienza a deshumanizarse la tarea, se altera la atención, se tienen aspiraciones excesivas, comienza la pérdida de ilusión, aparecen celos y problemas con el equipo de trabajo.
• Comienzan las reacciones emocionales, sentimientos de culpa, depresión, agresividad.
• Se inicia una desorganización progresiva, disminuye la capacidad cognitiva, la creatividad, la motivación y disminuye la diferenciación.
• Se instaura la indiferencia en la vida emocional, social y espiritual.
• Se manifiestan reacciones psicosomáticas.
• Hace aparición la desesperación, inclinaciones que pueden conducir al suicidio en situaciones de extrema gravedad.

B) Segundo estadio: en la serie de excesos o sobre esfuerzos en los que el sujeto daría una respuesta emocional a ese desajuste, aparecen signos de ansiedad y fatiga. Esta situación exige al sujeto una adaptación psicológica.

C) Tercer estadio: el enfrentamiento defensivo le conduce a un cambio de actitudes frente a lo que le supone una situación laboral intolerable. Esta fase requiere tratamiento adecuado del sujeto en todos sus componentes físicos y psíquicos.

Se observa en las personas afectadas del síndrome una falta de energía y entusiasmo, una disminución del interés por los pacientes, se percibe la frustración, la desmotivación, aparecen los deseos de dejar a un lado el trabajo para ocuparse en otra cosa y sobre todo una gran desmoralización. Se sienten agotados todos los recursos humanos emocionales y no les queda nada que ofrecer a los demás. Comienzan a desarrollar actitudes negativas (aumento del consumo de drogas, alcohol, tabaco, juego, etc.) y se insensibilizan ante los problemas que requieren ayuda. Aparecen frecuentemente los sentimientos de culpa y no son capaces de resolver los problemas. El individuo se siente agotado, hastiado del trabajo, se aleja de la familia y de los amigos y a veces se hunde en la depresión, incluso en casos avanzados en el suicidio, le falta el control sobre sí mismo, y actúa de forma imprevisible. Esto suele ocurrir en personas, como ya dijimos anteriormente, con mayor dedicación, entrega y a los más dispuestos a ayudar a los demás.

Síntomas asociados
El síndrome de burnout o de desgaste profesional además de llevar un correlato en cuanto a su temporización presenta una serie de síntomas asociados al sujeto que lo padece. Estos síntomas asociados podemos clasificarlos en cuanto a sus efectos, como vemos en la Figura 2.

Variables que influyen en la aparición del síndrome de burnout o de desgaste profesional en diferentes profesiones
Como hemos visto anteriormente, el síndrome de burnout o de desgaste profesional aparece en personas que se dedican a la intervención social, es decir, profesiones de ayuda a los demás. Entre los trabajos con mayor riesgo tenemos como destacados los que a continuación exponemos:
— Profesionales de la educación: profesor, docente, maestro, cansado de su profesión,(30, 32-37, 39), por las modificaciones que ha sufrido el rol profesional, de modo que cada vez se han de responsabilizar de un mayor número de funciones, han de mantener una postura coherente en una sociedad plural, las deficiencias ambientales de donde ejercen sus funciones, el control sobre los conflictos surgidos en las aulas, sin dejar de realizar una atención personalizada y a su vez sin desatender al grupo, motivándolo y estimulándolo y los escasos apoyos a veces prestados por las organizaciones, pueden condicionar en estos profesionales la aparición del síndrome de burnout.Y esto es un grave peligro debido a que están sirviendo de modelo para sus alumnos (40-46).
— Profesionales de servicios ciudadanos: policías, bomberos, servicios de emergencia y salvamento, etc. Son profesionales que constantemente se ven sometidos a situaciones de estrés que acontecen de forma imprevisible y con grandes demandas por parte de los usuarios, conduciéndolos muchas veces a sentirse «quemados» (47, 48, 49, 50).
— Profesionales de la sanidad: médicos, odontólogos, ATS, profesionales dedicados a la salud mental, auxiliares, asistentes sociales etc. (51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58), los cuales desarrollan sus funciones en contacto directo con los pacientes, y estos a su vez nos llegan cargados de grandes tensiones debido a sus diferentes afecciones y a su particular forma de sentirlas.

Aunque son en general profesiones muy estimadas en cuanto al papel que desempeñan dentro de la sociedad, presentan altos niveles de tensión (59-62).

En concreto, en nuestro campo, la Odontología, hay una serie de factores influyentes y que debemos de tener en cuenta:
— Cuanto más grande es la institución o la clínica y mayor es el número de pacientes por profesional, se produce más cansancio (63-67). Por lo que se debe de considerar un límite de pacientes por profesional y día de trabajo.
— Cuanto más grave es la enfermedad, más baja es la satisfacción del profesional, sobre todo si se intuye que no hay o son escasas las posibilidades terapéuticas.
— Los profesionales menos cualificados pasan más tiempo con los pacientes, por ser menos resolutivos, por lo que son mayores candidatos al desgaste (68). Por lo tanto, sugerimos una formación continua y un reciclaje periódico de conocimientos, es decir, una puesta al día.
— Si las condiciones del trabajo están lejos de las expectativas y deseos del profesional (salario, estabilidad de empleo, oportunidades de mejora en cuanto a estatus, progreso, autonomía, apoyo laboral y del equipo de trabajo) es mucho más fácil “quemarse” (65-68).
— Cuestiones personales, sentimientos de apatía y dudas en el trabajo relacionadas con la vida exterior personal, pueden contribuir al síndrome de burnout.

Además también tenemos que prestar atención a una serie de factores y situaciones de índole personal a las que todos nos vemos sometidos, como son los siguientes:
— Catástrofes, episodios imprevisibles y a gran escala, guerras, atentados, desastres naturales, ya que después de ellos son frecuentes las alteraciones psicológicas como la depresión y la ansiedad.
— Cambios significativos de la vida, como muerte de familiares, matrimonio, divorcio, nacimiento de hijos, jubilación, aborto, despido, etc. Son situaciones que nos pueden generar estrés.
— Situaciones de relevancia de la vida cotidiana, sobre todo si son novedosas, o generan conflictos difíciles o insolubles, son ambiguas o resultan dolorosas, desagradables o molestas, como puede ser una enfermedad. Son situaciones que amenazan nuestra integridad como personas y nos generar alteraciones emocionales.
— Situaciones que atentan contra nuestros principios morales, valores o creencias fundamentales, nos van a generar situaciones de alta tensión.
— Actividades que supongan un sobreesfuerzo físico y mental, situaciones que puedan suponer un cambio de vida drástico o que amenacen nuestra seguridad como personas o a nivel de estatus social, etc., serán motivos más que suficientes para generar los cambios emocionales que nos puedan conducir a estar “quemados”.

Todos estos factores y otros muchos más pueden suscitar una ecuación final (Figura 3).

Mecanismos de prevención
“La Ley General de la Seguridad Social considera accidente de trabajo la enfermedad que contraiga el trabajador con motivo de la realización de su trabajo, siempre que se pruebe que la enfermedad tuvo lugar por causa exclusiva de la ejecución de éste » por lo que se reconoce que el Síndrome de burnout o de desgaste profesional es accidente laboral.

Este síndrome es un modelo multidimensional y tiene grandes implicaciones que debemos prevenir de una forma planificada y dirigida según el componente específico que se pretenda corregir.

La prevención va encaminada fundamentalmente hacia el componente humano (intervención personal) y hacia contexto de trabajo y la profesión (intervención social).

En cuanto a la intervención personal, se usan técnicas de afrontamiento del estrés, ensayo conductal y entrenamiento en relación y autocontrol.

En relación a la intervención social, ésta se encamina a la orientación de los nuevos profesionales, a la realización de cursos de formación continuada, a la mejora de los recursos instrumentales y al aumento de la competencia psicosocial del profesional. Siendo a su vez muy importantes las relaciones interpersonales y la mejora del soporte social entre compañeros y superiores, donde se deben de fortalecer los vínculos sociales entre los trabajadores.

En la esfera institucional se debería fomentar el soporte al profesional afectado, constituyendo grupos de expertos capaces de ofrecer la ayuda necesaria.

La prevención en el campo de la Odontología se debe de encaminar hacia tres aspectos:
— Prevención Primaria: la forma más efectiva de combatir el estrés consiste en eliminar su causa. Para ello puede que sea necesario rediseñar los puestos de trabajo (las consultas, en cuanto al programa de trabajo y a las condiciones ambientales en las que se realiza), mejorar los sistemas de comunicación e interrelación del equipo de trabajo, aumentando la información, modificando las políticas de personal, y delegando funciones creando de esta forma un clima de trabajo adecuado y de apoyo.
— Prevención Secundaria: las iniciativas se centran en la formación y en la educación continua en la adquisición de destrezas para reconocer los síntomas del estrés. Se pueden realizar técnicas de relajación, cursos de aprendizaje en administración del tiempo y en calidad de vida, y reforzamiento de la seguridad en uno mismo. Se deben de realizar revisiones médicas periódicas, dieta sana, ejercicio físico adecuado, es decir, programas de promoción de la salud.
— Prevención Terciaria: consiste en la detección precoz de los problemas relacionados con la salud mental y el tratamiento adecuado por especialistas. v

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