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Primer dentista en Europa que hacía Endodoncia en exclusiva

Regresé a Madrid en julio para incorporarme a mi trabajo en la Base Americana y a pensar en dónde abrir mi clínica: ¿en el barrio de Salamanca? ¿Argüelles? ¿Castellana? ¿Cerca del Dr. Losada?

Entonces no había los problemas que ha habido aquí estos últimos años y que todavía perduran. Todo el mundo abría su consulta: en un primero, 2º o 5º piso. ¡Qué tiempos aquellos!

Finalmente la puse en mi misma vivienda, en la plaza de Cuzco; todavía pasaba el tranvía y los árboles eran pequeñísimos, estaban recién plantados; un rebaño de ovejas cruzaba Castellana y pastaba en el solar donde está ahora el Ministerio de Hacienda.

Ya tenemos el lugar. ¿Ahorros? Ninguno. Solo amigos y un señor que no creía en mi futuro, el gerente del depósito dental –como así le llamábamos–, de Solé Palou en Madrid, D. José Derch, quien me dijo:·«Si quieres ganar caudales no te metas en canales». A pesar de la advertencia, logré, pagando cuando buenamente podía, montar una clínica con un sillón y todo lo necesario para comenzar. Era el primer dentista en Europa que hacía Endodoncia en exclusiva.

Comienzo con mi clínica dedicada exclusivamente a Endodoncia. En la actual Castellana; en el salón de la vivienda. Los Dres. Losada, Tomé, López Álvarez, Font, Torres, Niñoles y muchos más son los que se encargan de hacerme la publicidad. ¿Cómo? Refiriéndome los pacientes. Sin ellos no podría haberme divertido tanto trabajando.

Lo mejor de la casa para la clínica, pequeña, pero agradable. Y aparecen los primeros dentistas con ganas de aprender Endodoncia. Están conmigo ayudando, pero, sobre todo, haciéndome compañía. No hay nada más aburrido que estar solo, solo en la consulta, con el paciente y la enfermera. –¿No te parece muy aburrido, Gema?–. Vienen conmigo a Torrejón y a mi consulta. Se habla, se comenta lo que se hace.

Mi consejo a los jóvenes actuales es: no os metáis en líos e Intentad estar dos o más profesionales juntos en la misma clínica, es lo más divertido y actualmente, lo más provechoso.

Imparto mi primer curso sobre Endodoncia en Sevilla: entre cafelitos, risas y una gran amistad y confraternidad. El Dr. Ponce de León me acompañaba, capeamos el temporal e hice amigos que todavía perduran y aumentan. Sevilla ha sido una de las ciudades que más veces he visitado para hablar de Endodoncia a lo largo de mi vida profesional, además de ir a los toros con mi inolvidable amigo y maestro de la tauromaquia Vicente Zabala y degustar su excelente cerveza.

Me llama Hacienda y me pregunta: ¿cómo puede vivir con 25.000 pesetas si el alquiler del piso es de 11.000 pesetas? Mi respuesta fue: “Como buenamente podemos”. No pasó nada. Quedamos como amigos. Y yo pensando en que todos los que habían terminado conmigo la Licenciatura de Estomatología en la Complutense en 1962 se debían de estar “forrando” y, en mi caso, mucha ciencia y solo con el sueldo de la base americana. Pero éramos felices y estábamos muy orgullosos de cómo había salido y estaba saliendo todo.

La clínica funciona: pacientes de Madrid y dependientes de la Base Americana. Todo salía bastante bien. Contento con mi trabajo y con mis compañeros de trabajo en la Base y contentos los que me referían pacientes.

Mi crédito en Sole Palou había aumentado. Cuando ahora oigo que el dinero está caro, me pregunto cómo llamaríamos a esto. Entonces el dinero para un piso tenía un interés del 18-20%. Y devolverlo en varios, pocos años; quizás en 4-5 años. Dios mío, ¿dónde nos metíamos?

Hasta entonces en la clínica de Castellana, la puerta estaba abierta a quien quisiera ver cómo hacía las endodoncias. Puntas de plata selecticas, cementos nuevos, muchas radiografías y tiempo y dedicación para hacerlo bien; lo mejor posible.

Todo sigue bien. Pasa el año 1969 y en el 1970 nace mi tercer hijo, Daniel. Más ruido en casa, con ocasional olor de la comida. Nos hemos comprado un coche, el Seat 1430. Ya podemos viajar a mi pueblo, La Pobla Llarga, en Valencia. Ver a mis padres y pasear por el campo. La casa se queda pequeña.

En este año me conceden una segunda beca de la Fundación del Amo. ¿Por mucho tiempo? El que hubiera querido, hasta dos años, pero sólo fueron otros seis meses. El mismo lugar: la Universidad del Sur de California.

¿Por qué allí? Hace muchos, muchos años, familias españolas eran dueñas de todo el territorio que ocupa hoy Los Ángeles. Una de ellas era la familia Del Amo y todos los beneficios de la Fundación los dedicaban a la educación de profesionales españoles, los cuales éramos examinados en Madrid por tres señores nombrados a tal fin.

Volví a Los Ángeles y entonces me quedé en casa de mi amigo y profesor Dr. Alfred Frank, su esposa Teri y sus cinco hijos. Uno más no era nada. Con el Dr. Frank iba a la USC, o con el Dr. Glick a UCLA, o a sus consultas en Beverly Hills. Todo fue más fácil.

Regreso a España, a la Base Americana y la misma pregunta: ¿dónde y cómo poner la clínica definitiva?. Pronto me despido de mis compañeros en Torrejón y abro mi consulta. He pasado tres años estupendos y en un ambiente “typical american” como en USA. En fin, sigamos hablando, Gema.

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