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Cuando el ritmo de la tecnología va por delante de las leyes, a autorregulación de la industria es clave

Informe de la Fundación Salud 2000: Marketing y Publicidad en la industria farmacéutica

La Fundación Salud 2000 presenta un informe que analiza lo que engloba el término publicidad en el campo del medicamento, un tema de especial interés puesto que, en ocasiones, no es fácil determinar dónde radica el límite entre marketing e información.

Cuando el ritmo de la tecnología va por delante de las leyes, a autorregulación de la industria es clave
Durante la presentación del informe se concluyó que los códigos de buenas prácticas son esenciales para las compañías farmacéuticas.

La publicidad puede llegar a influir de manera muy significativa en las costumbres y actitudes de la sociedad. Por este motico, la Fundación Salud 2000 presenta el informe de Experto número 8 «Marketing y Publicidad de medicamentos en la industria farmacéutica: Entorno Digital (Salud 2.0)», en el que se analiza qué engloba el término publicidad en el campo del medicamento, qué tipo de medicamentos pueden ser objeto de publicidad al público y a los profesionales y con qué limitaciones debe contar. Todo ello en un marco regulatorio que cuenta con Códigos y Guías de Buenas Prácticas que determinan pautas de actuación para las compañías farmacéuticas.

Mientras la mayoría de las previsiones apuntan a que el futuro de la comunicación digital (entorno 2.0) de medicamentos en España va a crecer, los códigos y guías de buenas prácticas de la industria farmacéutica se afianzan como una herramienta clave para las compañías farmacéuticas, en el ámbito de la publicidad de medicamentos y, sobre todo, en un momento en el que el ritmo de la tecnología va por delante de las leyes.

Carmen González Madrid, presidenta ejecutiva de la Fundación Salud 2000, afirma que «ahondar en los límites y posibilidades del entorno digital en salud 2.0 en materia de marketing y publicidad de la industria farmacéutica es la intención que nos ha guiado en el desarrollo de este informe, cuyo fin principal es incrementar la cultura científica de los ciudadanos, ya que todos somos pacientes en algún momento de nuestras vidas».

Por su parte, el director de la Unidad de Supervisión Deontológica de Farmaindustria que ha prologado el informe, José Zamarriego señala que «somos conscientes del reto constante que supone demostrar que utilizamos los canales online conforme a la normativa vigente, pero defendemos la capacidad de la industria farmacéutica de hacer las cosas bien».

El informe resalta que el avance tecnológico conduce a que la normativa no alcance a contemplar todas las posibilidades que van surgiendo en este campo, por lo que se hace necesario acudir a las previsiones de los códigos de buenas prácticas de organizaciones como Farmaindustria, que elevan el grado de exigencia respecto a lo previsto en la legislación.

En este sentido, Zamarriego afirma que «los Códigos de Conducta son un paso inequívoco en la transparencia de la industria, la credibilidad de sus relaciones basadas en la legítima necesidad de las mismas para que al final se pueda contar con los medicamentos necesarios para abordar las necesidades de los pacientes».

Por lo que respecta a la Salud 2.0, apunta Zamarriego, «la clave es ser capaces de proporcionar información, interactuar con nuestros grupos de interés y promocionar nuestros productos en un entorno online, de un modo que resulte tan efectivo y acorde con la normativa como un encuentro en persona».

Por su parte, el presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación, Alejandro Perales, señala que con la entrada en vigor de la Ley 10/2013, de 24 de julio, que modifica la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, «desaparece el último de los regímenes de autorización previa de la publicidad que han existido en nuestro ordenamiento jurídico».

Desde el punto de vista de la protección de los ciudadanos, la desaparición de esta garantía de máximos, como es la autorización previa, debería «verse compensada con la potenciación y refuerzo por la industria farmacéutica del sistema de regulación voluntaria y de los códigos deontológicos existentes», concluye Perales.

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